Hablo de amor y silencio
La fe del sexo
El solsticio azul de diciembre
Mi ruta hacia tu boca
El dar y recibir de de tu cuerpo
Hablo de amor y silencio
La fe del sexo
El solsticio azul de diciembre
Mi ruta hacia tu boca
El dar y recibir de de tu cuerpo
Me encanta la primavera
Parece marcharse
y se queda en mi alma
Quita amarras al pensamiento
Enseña a volar
Dice sí, a pesar de todo un muro de silencios
Nadie recuerda el rostro del viento
Ni las manos transparentes del tiempo
Ni la Luna en el rostro
de los que antes fueron nuestra sangre.
Me alegra pensar
herir las nubes con mis sueños
gestionar los silencios
sentir el sol sobre mi piel
Bajo el
libro que tejen las estrellas
pienso en
las tierras que horadó tu alegría
las aguas
que nombra tu silencio
y el cielo
de justicia que viaja en tu conciencia
Bajo este libro sagrado
pronuncio tu nombre:
Pedro
Berríos Navarro
y hay
destellos carmesí entre las nubes
cometas nuevos golpean sus timbales
Diciembre ha mordido sus cerezas
Bajo el
libro que tejen las estrellas
y mientras el
siglo se arrodilla ante el miedo
pienso en
el bosque asilado en tu templanza
aquel alto
poder de tu abrazo
tu palabra impulsando los vientos
Esquivo este siglo
No me gusta su Trump ni su Putin
La extinción de los bosques
tana guerra que incendia las almas
Yo soy la tibieza de tu alma
La estrella que viaja en tu silencio
El camino que piensas
La patria en que cumples tus sueños
Caí con fuerza
Abrí una brecha en el cielo
Morí justo un momento antes
Ni siquiera escribí mi testamento
Las olas gritan en el patio
Las gaviotas hablan desde sus rocas
Hay bruma
Barcos dormidos
En mi centro late la esperaanza
Soy conciencia que templa
Enkrateia
Alquimia de virtudes
Alta Luz sobre la tierra
Taller de Música
Refugio del Hombre
Arte de lo humano
Rosa que canta en el aire
Maestra de siglos
Sencilla escuela de bondad
Elegí ser activo
combate contra el mal
Estrella de un cielo invisible
Bendito poder del abrazo
Verdad interior
Lenguaje esencial de los símbolos
Geometría del lugar sagrado
Destello del cosmos
Hermana del silencio
Casa en que reina la paz
Elegí compartir
Ser y estar con el otro
Escucharlo
Aprender de él
Crecer al tocar sus manos
Abandonar todo prejuicio
Vivir la hermandad
Construir nuestra unión
Elegí mi lugar junto al mar
Nuestro lazo en que caben galaxias
Rubor de Prometeo
Este viaje interior
Retorno al bosque
Camino recto
Constante acción de la Luz
Soy la sal del mar
Aire que roza las olas
y empuja gaviotas
El sol tras La Campana
Río con fuente en el cielo
Estrella unida a esta mirada
Debo pedirte que me beses
y abras la ruta de tus pechos
Pues quiero invadir tu cuerpo
Elevar mi premura
Empujarte a mi mundo
Eligir nuestra unión
Le temo al fuego de la primavera
A las manos fría de octubre
Cierto horizonte en llamas
La tierra que cubre mi tumba
Isidora no se parece en el cielo
Es el cielo
Roza con su piel las teclas del piano
Se afana en extender su luz
Borra con su abrazo mi pena
Roberta
Flack y Quincy Jones, David Redfern, hacia 1973
Nuestro hermano Quincy Jones[1]
tuvo muchas vidas en su existencia
La música lo rescató de las pandillas
y comenzó a viajar con la luz
vibró en el púrpura corazón del ser
supo dejar su ego en la puerta
Así como a Amstrong lo rescató una trompeta
A “Q” lo salvó un piano
Luego ambos regresaron la mano al destino
y regalaron miles de instrumentos
fueron hijos que retornan a casa
para abrazar a los suyos
y alimentar la primavera
Nuestro hermano abrazó al Dr. King
Fue Supremo Alquimista en Estudios de Grabación
Me guiñó un ojo desde su columna en Nueva York
y su llamado llegó hasta mí atravesando inviernos
haciéndome sentir importante
digno de cabalgar sobre el viento
Escuché su espíritu en “Soul Bossanova”
Me mostró su jardín secreto
La montaña en que sembró su alegría
La pared azul en que escribió sus sueños
Jones, Sascha Steinbach, hacia 2020
[1] No he encontrado el registro de su iniciación
masónica, pero me lo dijo un hermano viajero que sentó junto a él en la columna
del sur.
Amo escuchar a Chris
Sentirla abrazar a otras mujeres
Rescatar sus almas
Bendecir tanto despego
Tanta rectitud en la leche
Mi libro es ancho como el azul del mar
Llega hasta las fotos de Maurico Orrego
El abrazo de Axel Madariaga
La mañana en que mataron a a Jaime Aldoney
Llega hasta los bordes de mi sangre
Continúa en los ojos de Isidora
La calle Yungay
Este roquerío en que me busca el sol
Me cuesta abrazar a un gato
Pero no seguir el hilo de un poema
Buscar su parto en Punta Arenas
Aquella epifanía de luz
Violeta creando el mundo
Su libro impreso en nuestra conciencia
Miro la ciudad y ella me intuye
Sabe que pertenezco a su luz
Despliega en silencio mi nombre
Busca mi rastro en sus plazas
Me extraña en sus calles
Piensa en mí para abrazarme