En la entrada de mi casa pondré tu nombre
Una foto de ti desnuda
Mi firma con tinta azul
Mi canción encerrada en cristal
En la entrada de mi casa pondré tu nombre
Una foto de ti desnuda
Mi firma con tinta azul
Mi canción encerrada en cristal
Este día lo bendicen los ojos de Isidora
Nuestro gran Libro de Luz
El océano que te busca
La paz que roza tu boca.
Aquello que eres
Lo eres conmigo
Tu cama junto al mar
El viento que habla en tu rostro
El agua que busca tu piel
Hoy regalé una piedra sagrada
Elías la recogió en su bolsillo
cuando caminó sobre el fuego
y tiempo después la llevó a las estrellas
un ángel lloró en su presencia
y ella regresó llorando
mis manos la recogieron del suelo
y la condujeron a tu fiesta
tu casa junto a la muerte
tu casa, a pocos pasos del sol
Quedé marcado por un rayo
Pliegue y repliegue del sol
Palabra pronunciada
Onda que arrasa el silencio
Lo que creo es que mi alma está encendida
Herida por los vientos
Volcada en los bosques
Viva en la operación del presente
El libro que escribo sobre los cuerpos
Puede dividir las palabras
Unirse a otros espacios
Lavarse el rostro
Beber las distancias
Lo que hablo el domingo
Lo desmiento el martes en a misa
Es siempre fuego de piedras
Cierto volcán que abre sus ojos en mui jardín
Cien años cumple Julia
Lo hizo cruzando los bosques de Chiloé
Eludiendo a los brujos
La lluvia
Tragedias surtidas sobre la Patria.
*
Hay cataclismo y ella tiene hijas en Castro
Tendrá que remar para rescatar sus sonrisas
Beber de sus rostros
Empujarlas al futuro.
*
Pasa el tiempo y habrá que deshacerse del marido
que tanto abandona y engaña
Volver al aula y al poema
Cantar con los niños
Amar tantos nietos
Besar a Isidora en la frente
*
En la hora triste, acudir al funeral de la hija
Tener a otros dos en la distancia
Rezar por todos ellos
Rezar por el mundo que se marcha.
Hoy
vi a mi hija saludar con mucha gracia
Bailar a saltos en el escenario
Entibiar sus manos en mi alma
Pensar en los cien años de su bisabuela
Mi padre fue tejido con abrazos
Se hizo hombre silbando
Viajando en tren hasta Buenos Aires
Nadando con sus hijos en la espalda
Lo que hoy ocurre, a todos nos ocurre
y surge como un poema al interior de cada estrella
las plumas de las aves
y cada átomo de la Gran Presencia
Lo que hoy ocurre enciende las luces de tu torta
Habla en mis ojos
Escribe estas líneas
Te abraza con la tibieza de tu madre
Repara los hielos del invierno
Lo que espero de la primera es su nombre
El cielo invadido de volantines
Un amor en cada rosa
El aire con perfume de flores
Cabalgar feliz hacia las fondas
Elásticos y aceros de afeitar
Razones heridas por cebollas
Soles manuscritos
Banderas dobladas y humildes
Tregua y humor de este clímax
.
.
Antes de hablar con el psiquiatra
Escucho mi brisa interior
Mis ganas de conquistar las techumbres
Observo el oro que aún queda en mi conciencia
Esta mañana la mar es celeste claro
Entre ella y yo
Los autos rompiendo el espacio
El tren gimiendo sobre sus rieles
El día se teje y desteje entre tantos
Siete nudos han quedado para mí
¿Cómo es el libro de la miseria?
Figura allí el frío
El olor de la basura
Una carpa entre las grietas de la ciudad
Ese baño entre las rocas
El recuerdo del agua caliente
Bajo el puente, una muchacha está embarazada.
Lleva la aurora en su claustro de sangre
Una tormenta de futuro
La música
El mallete de un juez
La voz del gigante contiene piedras
combarbalita, molibdeno, mercurio
planchas de acero
torres con banderas argentinas
bolas de fuego con coronas de Apolo
leones, pulpos y delfines
*
No era una catástrofe
Era, antes que todo, una canción
Un mundo vocalizando su caída
Tocando sus últimos timbales
Y lo inmensos malletes de Mahler
Las primaveras celebran otro tiempo
Los senderos abiertos
Tanta belleza creada
El amor instalado en los sueños