Elegid una vida justa
No por temor a la oscura estrella
Sino por impulso de luz
Fulgor de amor
Intuición de belleza
Altura de igualdades
Sentimiento de hermandad
Elegid una vida justa
No por temor a la oscura estrella
Sino por impulso de luz
Fulgor de amor
Intuición de belleza
Altura de igualdades
Sentimiento de hermandad
La melodía lleva carga de espíritu
Tormenta y pena
Piedad de la tarde
Voces griegas
Canto del hijo hacia el padre
Ave María en caudal de tu hermana
Todo el amor en tu madre
Tu nombre en un tango
Milonga liberando tu alma
Milagro de guitarras
El tiempo maniatado en su tumba
Un lucero buscando tu abrazo
Ella quiere abrazar a los suyos
Seguir su camino de luz
Dejarse a caer hasta su centro
Cruzar sobre dolor y silencio
Unir sus días al sol
Bendigo tus manos de aristelof
Tus labios bañados en cerveza
Tibieza que impones en nuestra cama
Lengua de chocolate
Un sol verde en el rayo de tu mirada
Escribo sobre la frente del viento
Herido de alegría
Asido a la mano de mi madre
Hecho de sangre y de tiempo
Un poco más vivo que las estrellas
Que descortesía
Había olvidado la palabra tarugo
Estaba escrita en mi espalda
Raíces de esta cama
Mesa que soporta mis manos
Aquellas maderitas que escaparon a nuestra obra
Bellas lituanas emigrantes
Arauco embalado hacia el norte
y extraviado en nuestra casa.
Nací desde mi madre
Desde las estrellas, que es lo mismo
Tal vez desde el río levantado en sus mil piernas
Desde América
Que es mi casa
Mi libro de volcanes
El lugar en que bebo los vientos.
Viene noviembre a conocer a Dios
Trae su libro de letras invisibles
El horario de las tumbas
Tres cubos en que habita el futuro
No estoy aquí
Vivo en un poema perdido
Cierto Reino de Cisnes
Comarca más allá del sentido
El
mandil en los ojos
Espíritu
pleno de amor
Voy
cargado de abrazos, música, construcciones
Soy
un bosque en marcha
Fuerza
que mueve el horizonte
Persistente
obrero de justicia
Ser
enamorado de la paz.
Pero
el golpe de herramientas
dificulta
escuchar al maestro
Y
deseo más luz
Quizá
un sombrero de estrellas
en
mi pensamiento.
Sentir
el pulso del sol
En
el árbol, el oleaje, la emoción.
Entonces, recibo una llave de marfil
y
desciendo en secreto hacia mi
conciencia
resplandor
de todas las conciencias
Santuario
del que busca
Aurora
y Crepúsculo de Luz
En
destellos y fragmentos
Nombre
y Fuerza de Dios
No dejes a Clara Schumann
en su libro de muerte
Pide su espíritu en tu nombre
Su fuerza al parir solsticios
Pasión que entregó a los sonidos
Misterio de sus cartas
Claridad de su enseñanza
Poder de sus bellezas
Ojos de tantos en su libro de vida
Su libro, a cuatro manos vertido.
Estuve llorando con Cecilia y Oscar
los abracé en la puerta del otoño
pensé en Ariel y su melodía
noche sobre Rancagua
Octubre de 1974
hora de morir y gestar el infinito
El verano ha besado al otoño
Lo hace en el día de mi hermano
Mientras Goethe galopa en los bosques
Y su alma se agita y nos canta
He mostrado a la Luna mi alfabeto
Ella, con hilo sagrado
ha bordado sus formas
La estatura de sus vocales
El destino de sus silencios
La matriz y el secreto de sus esencias
Has escrito , hermano, el espíritu de la tierra
y en virtud de tu genio:
las torres de Rancagua son más altas
más anchas sus calles
más espléndidas sus rosas
aún más rica su cordillera
*
En tu Comarca del Jazmín
Conviven ángeles y azahares
Bandoleros gentiles
Patriotas cargando hacia el Lucero
La noche en talleres del futuro
Orgullo de lo inútil
Tu canto en el árbol, la mesa, el rocío.
*
Has creado, hermano, el espíritu de la tierra
y la Comarca del Jazmín
camina entre los reinos del mundo
bendita por los salmos que dejaste en sus vides
el sol que escribiste en su frente
la fuerza azul de tu alma
que aún sostiene las plazas
los trenes
el viento
Este texto dialoga con Oscar Castro y su "Poema de la Tierra"
Poema de la tierra
1
Tierra, como si fueras mi corazón, te quiero,
Para decir tu salmo sobre ti me levanto
Alzo la frente, pero mis pies en ti reposan
Soy el tallo moreno en la espiga del canto.
Tierra de los viñedos, tierra de los maizales
rientes y jocundos, ancha tierra del campo,
para apretarte toda contra mi pecho duro
alargaría en ríos melodiosos mis brazos.
Prolongación de ti, todavía conserva
tu morena humedad este vaso de arcilla.
Si el corazón desnudo cayera en cualquier surco,
te enjoyaría toda de rosas purpurinas.
Tierra mía, mi tierra con olor a vendimias,
sabor del fruto dulce y del agua que bebo,
el día en que tu entraña me recoja y me absorba,
te habré devuelto sólo todo lo que te debo.
2
Tierra humilde y reseca del patio de la casa
Pintada por la sombra de movedizas parras
Tierra sin horizontes, heredad que termina
Junto a la vertical tierra de las murallas.
El sol se acuesta en ella, como un perro, a la siesta
La luna le derrama sus linos y sus platas
Grises guijarros duermen junto a sus partiduras
Sobre su rostro caen hojas y sombras de alas.
Dura como las manos del destino y la angustia
Y en la actitud divina del que sufre y se calla,
Debe sentirse, cuando maduran los luceros
Fondo del pozo de la noche milenaria.
3
Tierra de los caminos del mundo entero.
Tierra hollada por las bestias grises y por los hombres
Tierra por donde pasa la cosecha olorosa.
Polvo que va marcando la angustia de los pobres.
Franja de tierra, única de todos en el mundo,
siempre abierta y leal como una mano buena.
Predio de los poetas y de los vagabundos
que no tienen “en dónde reclinar la cabeza”.
Yo me arrodillaría, y para darle sombra,
plantaría en su orilla mi huerto de poemas:
pasarían los hombres, cogerían las flores
y las irían, luego, deshojando en la tierra.
Yo, que nací desnudo y que nunca he tenido
más que un surco de angustia y un sembrado de estrellas
pienso que si no hubiera caminos polvorosos,
no habría poseído ni una cosa en la tierra.
La codicia del hombre desdeñó los caminos.
Pueden pasar por ellos, enemigos y hermanos.
Ah, si la tierra entera fuese un camino inmenso,
todos podrían ir cogidos de la mano!
4
Bajo el asfalto duro de las ciudades duermes,
Escondida del sol y lejana del viento,
Tierra de las ciudades, te vendaron los ojos
Para que no miraras la sonrisa del cielo.
Sufres por los trigales que no fructificaron,
Deslumbrados de sol, sobre tu techo inmenso.
Y te clavan la entraña dolorosa y mordida,
Los tallos sin raíces de los postes eléctricos.
Tierra mía, los hombres te olvidaron. No sienten
Tu temblor en el surco, tu fragancia en el viento.
Y ni siquiera puedes besarles las rodillas:
Entre ellos y tú, está la losa de los tiempos.
Yo sentiré por todos. Me tenderé de bruces,
Hasta que me perfumes la sangre y el aliento.
¿En qué rincón humilde florecerá un rosal,
Cuando tú seas toda de asfalto y de cemento?
5
Tanta sangre caída sobre la tierra. Tanta
Vida segada cuando su aurora comenzaba.
Todo por el anhelo de poseer la tierra
Y de alzar en la tierra fronteras y murallas.
Tierra escupida de blasfemias y sollozos,
De polvera y de sangre, tierra de las batallas,
Después que te mordieron y te desmantelaron
¿Cómo podrá tu entraña florecer rosas blancas?
Las manos de los muertos, las bocas de los muertos,
Se apegaron a ti, sangrientas y crispadas.
Te cubrieron entera de huesos y cenizas,
Te quemaron los bosques, te enturbiaron las aguas.
Y tú, piadosamente, recogiste la sangre
Para elevarla al sol, dulce y purificada.
¡oh, melodioso viaje de la sabia en los troncos,
Rumbo al retoño niño o la flor deslumbrada!
Yo no sé qué designio preside tus alquimias.
Luchan por ti los hombres, tierra de las batallas.
Lucha, y no comprenden que cuando a ti se fundan,
Te las entregaras, morena y perfumada.
6
Tierra los ojos y las manos,
húmeda tierra el corazón,
tierra la carne de la amada,
tierra fragante la canción.
Tierra los cuerpos en la cópula,
enceguecidos de hambre y sol:
tierra sufriente y dolorosa,
tierra con sangre de Dios.
Solloza el mundo en nuestra tierra,
y las estrellas, y la flor,
y la palabra de los vientos
y todo rosal interior.
Y esta tierra con que sufrimos,
nos impide toda ascensión,
y toda ala caída en tierra
se nos pudre en el corazón.
Tierra las manos de la amada,
tierra su cuerpo de alba y sol,
tierra sus ojos dolorosos,
temblor de tierra su temblor
en el instante del vencimiento,
tierra otoñal su extenuación.
¿Será de tierra el pensamiento
y será tierra la emoción?
Tarde, me visitó Oscar Castro
Nuestro hermano del Alba
Amigo de ángeles y rosas
Fuego y razón de Rancagua
Algo brilla en la humanidad
Entre bombas y envidias
La música
Nuestras rondas
Danzas y ritos para el sol
Esta noche, tres magos de luz
Uno vino con sus tres anillos
Otro con el cielo de Placilla
Un tercero desde el valle de Mercurio
Esta noche de Luna,
dos tumbas vacías
nuestra virgen pariendo
a sus hijos
más hermanos al viaje
más ternura en la luz.
Y la serpiente verde
se lleva a César
a Santiago
a su esposa
Los lleva y los protege
Enciende sus fuegos
Los premia con luz