Raimundo Madrazo |
Escribo libros que dejaste en mi cuerpo
Poemas iniciados por tus manos
Música con el tono de tus pasos
Pulsos y pausas de tu centro
Grito animal de tu alegría
Escribo para no perder mi cabeza
No herirme de cielo
No huir de mi infancia
No dejar que se pierda el calor de mi madre
Escribo para no llorar de certezas
No trizar mi silencio
No ahogarme en la sombra
No dejar que se borre el azul de sus ojos
La vida me quiere y lo agradezco
Me dejo lamer por ella
La huelo, la toco, la beso
Soy su conciencia
La recibo en mis ojos y en mi luz
Ocurre que el aire está de fiesta
Pronto el agua cruzará su cuerpo
Habrá ríos en el cielo
Las piedras se cubrirán de verde
y la muerte dejará de ser
Caravaggio |
Jesús y Velásquez en nuestros hogares
Palma, "El Joven" |
Antonio Ciseri |
El viernes muy temprano se reunieron los ancianos y los maestros de la Ley. Después de atarme con con cadenas, me condujeron ante Pilato.
Pilato preguntó: '¿Eres tú el rey de los judíos?' y respondí : 'Así es, como tú lo dices".
Como los jefes de los sacerdotes me acusaban de muchas cosas,
Pilato volvió a preguntarme: "¿No contestas nada? ¡Mira de cuántas cosas te acusan!"
Pero Jesús yo no le respondí, de manera que Pilato no sabía qué pensar.
No era la hora de impedir con palabras el plan de mi Padre.
No era la hora, pero pasó por mi mente esta defensa:
Pilato, padre de Marcial y de Tito
Hijo amado de Flavio y Valeria
Pesa en tu conciencia la justicia de mi causa
pues sólo cumplo las escrituras sagradas
Soy Hijo del Hombre
Hijo y creación de Dios
y el Reino de mi Padre existe en el Espíritu
no en los dominios y reinos de Tiberio.
Pesa en tu conciencia la justicia de mi causa
y define tu lugar entre los hombres y las estrellas.
La Negación de Pedro, Carl Henrich Bloch |
Correggio |
Pero cuando resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
Entonces Pedro me dijo: 'Aunque todos tropiecen y caigan, yo
no”. Y, desde mi espíritu expresé:
“En verdad te digo que
hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante por segunda vez, me habrás
negado tres veces”.
Pero él insistía: "Aunque tenga que morir contigo, no te
negaré". Y todos decían lo mismo.
Y por siglos han hecho lo mismo, pues me han visto postrado en
la calle, herido o arrestado injustamente, y la gran mayoría ha pasado de
largo, sin siquiera mirarme a los ojos.
El gallo canta y canta, mas Pedro sigue mintiéndose a sí
mismo.