Colmada de espíritu
vendí mi mi tierra y mis libros
para adquirir perfume de nardo puro
quebré el cuello del frasco
y lo derramé sobre la cabeza de Jesús.
Entonces algunos se indignaron y decían entre sí: '¿Cómo pudo derrochar este perfume?'
Se podría haber vendido en más de trescientas monedas de plata para ayudar a los pobres. Y estaban enojados contra ella.
Pero Jesús dijo: 'Déjenla tranquila. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo es una obra buena.
Siempre tienen a los pobres con ustedes y en cualquier momento podrán ayudarlos, pero a mí no me tendrán siempre.
Esta mujer ha hecho lo que tenía que hacer, pues de antemano ha ungido mi cuerpo para la sepultura.
En verdad les digo: dondequiera que se proclame el Evangelio, en todo el mundo, se contará también su gesto y será su gloria.
En todo el mundo,
cuando se proclama la buena nueva
se levanta desde el viento
el perfume etéreo del nardo puro