Escribo los días tras mi espejo
El otro Gonzalo no me mira
Mas lo veo caminando en San Francisco
Nadando entre delfines
Creando esculturas transparentes
Quemando las raíces del infierno
Escribo los días tras mi espejo
El otro Gonzalo no me mira
Mas lo veo caminando en San Francisco
Nadando entre delfines
Creando esculturas transparentes
Quemando las raíces del infierno
Elijo claridad
Cielo gigante de mi país
Estrellas desbordando la noche
Nuestros planetas en el horizonte
Amistad permanente del Lucero
A cada rato: juegos de la luna
Esa pequeña línea curva
La roca en el cielo
El barco
Su rostro grande y radiante
Una bella deidad
sueña a mi lado
está hecha de cielo y ternura
canta voces del Rimac
escribe bellezas en el piano
late su alegría en mi carne
Dédalo amó las
estrellas
Con su cuerpo
dio vida a un triángulo y
apuntó al Sol
Se
convirtió en compás
y la
tierra fue su hoja en blanco
Es Delta,
el hombre que abre las puertas.
Una
ráfaga de intuiciones cruzó su mente
Observó a
Pasifae pariendo al Minotauro
El
Laberinto
Su hijo
cayendo sobre Hiroshima
Su cielo
colmado de humo
La vida
reducida a pantallas
Mis palabras y mi espíritu
son las palabras de mi madre
el sol que nace en mi alma
1968
historia del cielo
y del rayo que la ama
Elijo libros de paz
Filtros sin veneno
Mis ojos aceptando la noche
Sereno desapego
Aguas tranquilas en el mar imterior
Veo el rostro de mi madre
y mi alma salta alegre
mis hermanos abrigan con su fuerza
ella despierta y me conmuevo
hay aurora en mi cielo
y la buena luz pliega y repliega la noche
Mamá, tan buena que eres.
Vienes siempre a mis sueños
y me alegras.
Anuncias la ternura del silencio,
sencilla tibieza,
rayos de tus ojos en la luz
Pedí a las olas que me escribieran
Aunque me encantan sus voces sobre las rocas
La insistencia de su boca azul
choque tras choque sobre la tierra
Subiré mi alma hasta Ayacucho
Quiero escuchar a su pueblo
Compartir con ellos en su cielo
Vivir su fe y su dulzura
Bailar en ronda bajo estrellas
He olvidado el miedo
duermo bajo escudos y estrellas
cargo mis lanzas y mis nombres
beso la tierra antes de atacar.
Unto mis heridas con hierbas
Las cicatrizo con piedras calientes
Buceo hacia barcos enemigos
Nunca asesino por la espalda
Mis ojos indecisos
apenas caben en tu mirada verde
necesitan el hacer de tus manos
el peso de tu nombre
la Luna hechizando nuestro tiempo
Encontré una voz en el viento
Grito de un ser invisible
Roce sobre la tierra
La mano de Dios
golpeando los vidrios
Me enamoré del viaje
El crepúsculo a un costado
Tanto cielo hospedado en mis ojos
El movimiento
Las estrellas siguiendo mi nombre
Aunque no lo creas, hubo un país sin zanahorias
Ajeno a caballos y viruelas
Un poderoso territorio de papas
Reino de choclos
Edén sin manzanas ni sicomoros
Tarde sin tecito
Niños sin azúcar
Mañana sin lácteos ni café
Vengo a silbar
Escribir la luz
Servir a la Luna y a Júpiter
Esta noche única
Tendido bajo un cielo de otoño
Unido al calor de mi esposa
Tu alma trae rimas y rabos
Naranjas, astrolabios, dunas
Serpientes de ojos celestes
Barajas de Lunas
Los ojos de Maimónides
La bandera que alza el día martes
La historia de la humanidad
es la historia de Dédalo
ayudando a violar a Pasifae
encendiendo fuegos
observando
procreando
seduciendo
encumbrando volantines
prediciendo movimientos del cielo
sembrando
cosechando sus destrezas
incendiando bosques
convirtiendo prójimos en bueyes