Chucha, el viernes comienzan las franjas
Juntemos tinta de alegría
Más poder para la gente
Que hablen los pequeños y silentes
Que corra el agua
Y eleven los humanos su inteligencia
Chucha, el viernes comienzan las franjas
Juntemos tinta de alegría
Más poder para la gente
Que hablen los pequeños y silentes
Que corra el agua
Y eleven los humanos su inteligencia
Busco el Templo de Artemisa
Su raíz en el úrtero
La noche
Ella cazando en las sombras
Su poderosa intuición
Hechos y silencios de la Luna
Allí guardaron las amazonas su poema
La devoción se transformó en ex votos
Agradecimientos
Ofrendas a la hermana de Apolo
Aquella Reina de Humildes
La madre que nos conoce
El Espíiritu que cuida la tierra.
Fue quemado la noche que nació Alejandro
y nuevamente se alzó desde cenizas
hasta que los godos volvieron a incendiarlo
y las piedras regresaron a su sueño
Ahora, pañuelos lilas y verdes
vuelven a levantar el Templo
y la Diosa recupera sus flechas
su sexto sentido
Sus ojos vigilando en la noche
La fraternidad, esa emoción y actitud de amor por el prójimo que está en la base de la construcción de una sociedad justa, es, de los principios que subrayó el movimiento ilustrado, el que resulta más inasible y que menos estudios ha gatillado.
Schiller y Beethoven dirigieron nuestro espíritu hacia ella con su Oda a la Alegría y de tanto en tanto la encontramos en algunas cumbres como el Canto General, los colores y formas de Diego Rivera y la experiencia de la Orquesta del Diván de Oriente y Occidente.
La experiencia de aquella encomiable orquesta de músicos provenientes de contextos rivales, resalta que el camino hacia la fraternidad comienza por comprender al otro, por compartir con el otro, que asociamos a las nociones de “compañero”, el que comparte conmigo el pan y “camarada”, el que comparte conmigo la cama.
La reciente película de Disney “Raya y el último dragón”, profundiza en los peldaños que conducen a la fraternidad resaltando la noción de “confianza”, ese actuar esperando lo mejor del otro, que es, a su vez, un llamado a lo mejor de nuestro prójimo, a su espíritu de paz, a su sentido de honradez.
Cuando regresa la confianza, esa Luz que estaba petrificada en nuestro centro, vuelve a expresarse, nuestro espíritu crece y asciende por la escalera del amor.
Por algo Dante llevó a los que traicionan la confianza al centro del infierno, puesto que con su felonía, atacan el ascenso natural del amor.
Quiero sugerir otros peldaños que conducen a la fraternidad, la valentía, que permite atreverse a confiar venciendo el miedo a ser atacado; la misericordia, que limpia nuestras emociones del odio y el rencor; y por supuesto, el respeto, que nos lleva a mirar al otro como un igual, un espléndido ser de luz.
Individualmente, nuestra vida sobre la tierra es siempre una derrota, que termina con nuestros huesos depositados en el silencio. Pero el amor que entregamos a ese espiral invisible , crea en los espíritus una música maravillosa, el canto de la fraternidad, la Gran Obra del Ser Humano sobre la Tierra.
Cuando dejamos fluir la fraternidad y crecemos en el amor, superamos a nuestro mayor rival, ese miedo profundo y esa soberbia gigantesca que solemos llamar Ego. Pero no se trata de extinguirlo, se trata de civilizarlo, para que el miedo devenga en prudencia y la soberbia se transforme en autoestima.
Recuperar la primavera
Dormir sobre cenizas de tristeza
Lavar manos y el rostro
Escribir
Llenar de abrazos la esperanza
Tienes extensa libertad
Con ella barres primavera
Eliges tu nombre
El beso que aceptas
La fruta que muerdes
Tu huella en el Libro de Dios
Viene la ciudad a preguntarme cosas
Soy yo tu alegría?
Por qué me miras y me gozas?
Me dejas besarte con mi luz?
Hermosa, se desnuda en mi ventana
y canta
alza las bocinas de su puerto
juega con sus barcos
eleva sus colores a mi nombre
En mi ricón del infierno
hay un ratón muerto
hiede su sangre y sus pellejos
invade la raíz del papel
nuestras carpetas de lunes
la página en que escribo mis sueños
Que nadie se atreva a perdonar la Luna
Que siga allí en su cielo de castigo
atada a este planeta madre
siempre envidiando este azul
este extraño cielo
desde donde ahora: la miro
Dejé mi nombre en San Francisco
Tal vez un par de mis zapatos rojos
Algunos libros que robé en Paris
Aquella nube con mi lluvia propia
Los pequeños huesos
que ahora faltan en mi cabeza
Marzo pesa sobre el tiempo
Lo horada
Hiere como el toque de queda
Es un bolso cargado de cuadernos
Niño perdido en los patios
La tiza feliz y de fiesta
En mi ventana los barcos
Sus viajes reflejados en el agua
Flotando sobre el tiempo
Nostálgicos de la distancia
Notables hijo del hierroi
Un extraño invadió mi casa
Desde mi cama
lo acosé con preguntas incómodas.
y el hombre se acercó,
tocó mi frente y dijo:
despierta.
Renacer desde la palabra
Un nuevo ser desde el relato
Shakespeare y Cristo
Virginia Woolf
Cada alma que produjo palabras
Me estai hueveando
Puedo morir de pena
Hundirme en la humedad de esta carta
Enloquecer de miedo
Ahogarme en la tinta de tus párrafos
Me estai hueveando te digo
Para de nombrarme la verdad
Dibujar mis venganzas
Alumbrar mis defectos
Cortar mis huevos sobre la mesa del tiempo
Quién castiga a la Nación del Invierno
Quién reprende el grosor de sus noches
La soberbia del aguacero
Esas trampas del barro
La pesada escarcha que este cesped
Tu lo sabes Gonzalo
El joven sol que conserva su corona
El Sol no limita su luz ante el mal
Se regala como el tiempo
Incesante
Incondicionado
Gesto inmemorial del Ser
Escucho el mar
Me bendice su canto
Vuela y me abraza
Participa de mi nombre y mi sangre
Surge del tiempo y del aire
Licor de estrellas
Belleza con cuerpo de agua
Me atrae el infierno.
Lo conocí de niño
Estuve allí con alambres en las manos
Caí sobre el mar con un riel atado a mi cuerpo
Sufrí dinamita en el desierto
Me inundó el veneno
Estuve mudo y aterrado
Estallé mil veces sobre Washington y Buenos Aires
He descubierto tu sitio en el cielo
Sumé tus letras de fuego
La montaña por sobre tus manos
Futuro y pasado en tus bordes
Fiesta de alegría en tu rostro
La libertad es siempre destino
Así que rompo el telón de la noche
Empaco mis gestos de yoga
Arrimo una nube de estrellas
y pierdo mi piel en tus labios