Tita Parra puso sus anillos al tiempo.
Multitud de guitarras adornaban la casa.
Una armada roja caminó desde el mar.
Sol Bueno enseñó su ternura.
Montañas de su voz.
Nuestro bien creciendo en su cuerpo.
Cecilia cruzó en bermellón.
Llevó su luz de resistencia.
Violeta en sus y ojos y su voz.
Gian Carlo caminó sobre la cárcel.
Heredó el canto.
Fue décima y silencio.
Viajero entre su estrella y nuesto Sol.
Y Diana Rojas abrió los trabajos.
Puso sus manos sobre el destino.
Nació desde su espíritu la voz.