Retrato de Diana Aarón, Wikipedia
Mudar nuestro entorno y mudar nuestro espíritu, no es sólo un asunto de recursos económicos.
Un pequeño ejemplo de ello es nuestra Biblioteca Popular
Diana Aarón, llamada así en homenaje a la periodista detenida desaparecida y forjadora de Quimantú, aquella magnífica editorial que en momentos de alborada hizo universal y accesible la cultura impresa.
La biblioteca, ubicada en el segundo piso del Edificio de Von Schroeder 392, del Servicio de Salud Viña del Mar-Quillota, está construida con los aportes de funcionarios de este Servicio de Salud y constantes donativos de la
Fundación Tempestad.
Esta simple estantería con libros, hace que tengamos como vecinos a Gabriela Mistral, Neruda, Shakespeare y muchos más.
Así, libremente, a la mano de cada trabajador, se encuentra el espíritu humano, las grandes cordilleras del pensamiento, ríos con diversas bellezas, la noche y el día de nuestras emociones.
El esfuerzo de sacar adelante a un país en que la mitad de la gente no logra entender lo que lee, demanda múltiples estrategias, cercanía de textos y constante diálogo entre los ciudadanos, que abarque no sólo el fútbol y las noticias, sino que también el humor de Mark Twain, la epopeya de nuestros pueblos originarios, el magnífico viaje del Canto General , los secretos de Romeo y Julieta, las sombrías maniobras de Ricardo III.
Como la palabra escrita es hermana de la imagen, nuestra escala principal y los espacios del segundo piso, contienen obras visuales facilitadas por la Fundación Tempestad.
En el descano de los antiguos peldaños ,
Edgar del Canto ha retratado a don
Ennio Moltedio Ghio, magnífico poeta de La Noche, Concreto Azul y las caminatas por el borde costero. La obra tiene como destino el Museo al Aire Libre de Recreo
“Muros que miran al mar”
En otra sala, podemos disfrutar de
“La Cita”, el homenaje de
Gonzalo Cienfuegos a la trágica historia de amor entre el pintor alemán
August Macke, y su musa - esposa
Elizabeth Gerhardt.que solía ser retratada con sombreros de época, figura aquí visitada por el fantasma de su marido, muerto en los primeros combates de 1914.
En los pasillos del segundo piso, encontramos el retrato de un chamán indígena, que reúne en su energía las fuerzas del lucero y la tormenta, y, algunas fotografías de mi autoría, que constituyen variaciones sobre el tarot y ejercicios de novia sobre techos de Valparaíso.
Muy cerca,regalan su luz cuatro grabados de
Roser Bru, premio nacional de Arte 2015, espíritu gigante que en 1939 llegó refugiada a Chile, cuando Pablo Neruda y Pedro Aguirre Cerda, hicieron del Winnipeg, el gran testimonio de solidaridad chilena hacia los perseguidos por la ira franquista.
Gran entusiasta del grabado y la poesía, nuestra catalana puso sus obras al servicio de la justicia social y la emancipación de la mujer, construyendo más de 60 años de producción ininterrumpida.
Esta pequeña muestra, instalada con ocasión del día internacional de la mujer, nos revela su visión sobre el
Diario de Muerte de Enrique Lihn y nos cuenta sobre tres aspectos de la vida femenina.
En sus higos, dotados de finas curvas de hembra, nos habla de la mujer como portadora de la tradición, aquel jardín de Eva en que la higuera ya regalaba sus frutos, los sicomoros que buscaba madurar el profeta Amós, el arbusto reprochado por Jesús al iniciar su última semana, el ramaje que regalaba su sombra a Buda.
La granada abierta nos recuerda a Perséfone y su fecunda belleza que traspasa los límites entre la vida y la muerte.
Por último, la sandía calada, enmarcada por un triángulo de raíz púbica, nos invita a celebrar las luchas de la trabajadora chilena, su convicción de redención social y su compromiso alegre con el movimiento político encabezado por Salvador Allende, nuestra “sandía calada”.
Con esa roja y bella Sandía de Paine, recordamos este 4 de septiembre, los 45 años de la jornada más trascendente de Chile.
Roser Bru, Sandía Calada
Edgar del Canto, Ennio Moltedo, Fragmento.
Aquí, imágenes de nuestra biblioteca.