Era muy pequeña
cuando se llevaron a mi madre
y la mataron por el camino
allí cerca de San Pedro
en la fosa que hiere la tierra
junto al puente que cruza el arroyo
los bosques
los tiempos.
Por setenta y cinco años la he buscado
y apenas he recibido
el silencio de los archivos
el polvo de las cédulas
la espantosa frialdad de las Cortes
la inmunda impunidad del franquismo
el débil eco de las votaciones.
Baltazar Garzón vino a escucharme
y se arriesgó por mí.
Por eso le devuelvo abrazo por abrazo
abro mi casa para su descanso
y cedo mi ventana para que descansen sus ojos.