Eladio Dieste elevó
un homenaje a los humildes,
ondulaciones en la tierra,
río marcado en los muros,
estructura sin metales ni vigas,
espiral que sostiene campanas,
fuego templando la arcilla,
agnóstico tallando a Jesús,
fe de profunda conciencia,
bautismo en la cripta de la muerte,
seres rescatados por la luz.
El templo está hecho de pan,
tierra forjada por el hombre,
luz como estrellas caminando,
agua durmiendo bajo el suelo,
morada de altos espíritus,
casa del niño y la anciana,
arca en el centro del diluvio,
poema instalado en la lluvia.
Poco después de empaparme por una lluvia de verano, visité la Parroquia de Cristo Obrero en la parte alta de Atlántida.
Allí, junto a una estación de trenes abandonada, se erige esta obra del ingeniero Eliseo Dieste.
Me maravilló la identidad entre sus curvas y la estructura del suelo del Río de la Plata y el campo Uruguayo, que aparenta ser el antiguo fondo de un río mayor.
El cuidador me habló de la cripta bautismal, actualmente inundada por aguas subterráneas y mi mente enlazó ese dato con las aguas profundas de Chartes y la presencia del agua en lo sagrado.
Por cierto que esa “Cámara de Reflexiones” y la ausencia de metales son importantes puntos comunes con la simbología masónica, que en sus alegorías recoge mucho de la tradición cristiana.
En este sitio hay bastante información sobre la obra y su autor.
Las fotos corresponden a mi propio registro.
Las fotos corresponden a mi propio registro.