Yo, sola, mujer de playa,
fumadora, Recreína,
perfecta nadadora,
seria de números y ríos,
decididamente romántica.
Yo, durmiente, antagónica,
no reina, no princesa,
madre de una ciudad de trenes,
carácter de fuego y temblores.
Yo en mis treinta y cinco,
siempre en el orden de las cosas,
salvo al despertar en la mañana,
salvo al enfadarme al volante
y escuchar a los niños
que pierden sus balones.
Yo, enemiga de fantasmas,
severa adversaria del tarot,
silenciosa ante el milagro,
los sincronismos,
las profecías de mi madre.
Ente poema conversa con Delia Domínguez en:
Papel de antecedentes.
Yo, católica mestiza
minimalista y campesina.
Yo, perrera y jineta del viento de ombligo
amarrado a la telúrica madrecita tierna
de nunca acabar.
Yo, de sesenta para arriba y para abajo
me sé de corrido los Diez Mandamientos,
El Ojo (o-j-o) y la Pastoral de L. Van Beethoven.
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