Tengo la inocencia indecente
de ser feliz,
mis padres despiertan en el campo,
mi hija duerme abrazada a su madre,
la estrella respira y ríe.
Hay un ángel sentado en mi sillón
y los nuevos labios del día
repiten la palabra feliz,
haciendo bromas a los pájaros,
despertando a Isidora,
preparando su leche y su hielo.
Soy feliz en los pies y en la cabeza,
en mis manos que tocan otros cuerpos,
en las ruedas de mi bicileta,
en mi hija,
que ahora descansa sobre mis piernas.
Soy feliz en el hoy y en la memoria,
feliz como un día de justicia,
magia del número nueve,
río que rompe su montaña.
toro que triunfa en el cielo.
Feliz en mi pena y mis defectos,
en las precisas ausencias,
en las derrotas de mi pueblo,
en el aire que empuja mis sueños.
Feliz, porque he decidido serlo,
abrir mi puerta los viernes,
comer chirimoyas y frutillas,
llenar mi semana de besos.
Feliz porque estoy lleno de viento,
camino y lloro sobre el fuego,
tengo tratos con los árboles,
vivo en el techo del tiempo.
Feliz como una nota de locura,
chispa en la noche,
canto de prisioneros,
niño que ríe en su pobreza.
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