y la ves sin azul, sin olas, sin niños,
sin un viento delgado y puro...
sabrás que yo no estoy allí,
ya no pienso en tu rostro,
ya no vivo en tu aroma,
ya no entiendo tu jardín.
y los colores te saludan con un beso risueño
y las calles discuten para decirte un piropo
y el mar se viste con su mejor azul,
aquel de antes, cuando viajabas en barco
y tenías padres y música en la sangre y no rabia.
Alma, entonces, ya será demasiado tarde.
una perspectiva de ensueño, creo que preferiría llegar a ella en la
En medio de la noche, correría por un bosque, largamente,
desesperadamente, hasta que la madrugada nos sorprenda frente a un
de mar, de casas que desafían a las quebradas, de pobreza.
Luego, tomaría un trole cerca de "
La Matriz" y buscaría los
ascensores que marcan el alma de los barrios. En Polanco, al recorrer
el
extenso túnel; pensaría en el amor del padre que construyó aquella
En el ascensor "
Mariposas", que pasa bajo una calle, indagaría en el
misterio que propicia las flores en las quebradas y que nutre de una
belleza salvaje a nuestra descuidada arquitectura.
pasaría a visitar a mi amiga Caperucita y me quedaría por horas en
Subiendo por Héctor Calvo, me detendría un momento a rendir homenaje
a los jóvenes acribillados en el vecindario, en el marco de una de
las últimas acciones militares de la dictadura.
Al llegar a la Avenida Alemania, junto al Teatro Mauri, subiría
corriendo al comedor de Neruda. Me imaginaría bebiendo en esas copas
de colores y durmiendo una siesta, mientras mi alma insiste en mirar
el mar.
A la salida de "
La Sebastiana", le dedicaría muchos minutos a las
piedras mágicas de
María Martner, para luego tomar un bus marcado con
En aquella mañana infinita, visitaría el museo del más tierno de
nuestros adversarios,
Lukas, el rostro menos cruel del fascismo. Caminaría con calma por Papudo y por el Paseo
Gálvez, regresando al plan por Urriola.
sede del Consejo Nacional de la Cultura y dejaría que mi alma
Intendencia y sede del gobierno popular en los veranos de nuestra vía
chilena al socialismo.
Por la tarde, luego de visitar el futuro ondulante de la
calle Márquez, contemplaría la ciudad desde su perspectiva marítima, en
aquellos
botes que zarpan desde el Muelle Prat.
Allí, vería como la
ciudad danza, como se mueve bajo la vista
cuidadosa del monte
Aconcagua, como sonríe coqueta ante los ojos de
los marineros.
Si queremos visitar el espíritu de la ciudad, no podemos dejar de buscar sus claves en las imágenes y en la
música (3) de
Gitano Rodríguez.
Ese espíritu está asociado a los
incendios, los desastres económicos y los cataclismos que suelen golpear a nuestra ciudad, dispersando a sus habitantes y mitigando nuestra esperanza. La ciudad está en peligro. Sus residentes somos los principales responsables.
Las fotos jan sido paridas por la mirada de
Pamela Albarracín . Esos ángeles que brotan de la muerte, están aquí para recordarnos que la ciudad perdurará en su
poesía, aunque la destruya la guerra, la desgracia y el mar.
Nuestra "
Joya del Pacífico" (4), es un tesoro construido a base de viento, canto y volantines.
(1) Suelo ver a Roser Bru y a José Balmes por las calles de nuestra ciudad. Llegaron niños en el
Winnipeg, de la mano de Neruda, y su alma quedó prendida a nuestros cerros.
(3) El vínculo a la música de Osvaldo Rodríguez conduce a una grabación en vivo de "Valparaíso", en versión mp3 de 32 KHz, adelanto de la nueva edición 2007. Cortesía de Alerce, Boker y
canal.cl
(4)"
La Joya del Pacífico" de
Víctor Acosta, es la canción más popular sobre nuestra ciudad y constituye la principal pieza de la banda musical de "Valparaíso mi amor".