Debo decir que soy
hija de las estrellas
Maestra como mi madre
y mis abuelas
Ñuñoína como libro de
primavera
Americana por esencia
Mujer, mucho más allá
de mi cuerpo
Ejerciendo mis
derechos
presidí mi propia
iniciación
Unida a los niños de
mi alma
y a Lautaro, mi
hermano
subimos al techo de mi
hogar
Allí nos embriagamos
de aurora
Nos cruzó el poema del
cielo
Fuimos Cordillera y
Patria
Inscribimos nuestro
Ser en el Uno
y en nuestras copas de
oro
recibimos, dichosos,
la Luz
Mi padre me enseñó las
montañas
El canto de los
bosques
Los misterios antiguos
de la vertiente
Aquella sutil
presencia del águila
Las huellas del puma
en el camino
En casa de mi abuelo
estaban los libros
Aventuras/Sueños/ Pensamientos
Ríos de humanidad en
mi conciencia
La vida expresada en
palabras
En el Darío Salas me
abrazaron sus maestros
Observé una extensa
libertad en sus conciencias
Seguí sus pasos en el
Pedagógico
Estudié el pensamiento
de los griegos
Nuestro universo
dialéctico/Los fantasmas de Marx
El anillo en la mano
de Simone de Beauvoir
Junto con estudiar:
enseñaba
Ayudé a fundar “Nueva La Habana”
El Cordón Industrial Vicuña Mackenna
Escuelas de cuadros en el MIR
En paralelo: amé
Sergio
Fui ternura y alimento
de nuestro hijo
Vida y amor en los
trabajos de nuestro pueblo
Por 26 años fui feliz
sobre la tierra
Fui delatada por
Marcia Merino
Secuestrada, estuve
seis semanas bajo tortura
hasta morir en pleno
suplicio
Domingo 3 de
noviembre, 1974
Tú tenías seis años y
cuatro mi hermoso Dago[1]
José Domingo Cañas
1367
Entre celdas y vendas,
sentí pasar el espíritu de Sergio
Sufrí lo que sufrió
Chile, mis hermanos, mis maestros
Mi cuerpo fue lanzado
a la Embajada de Italia
Mi espíritu regresó a
las estrellas
La aurora me nombra
cada mañana
La Corte
Suprema condenó por el asesinato de Lumi Videla Montoya a Sergio Pérez Molina, Manuel
Contreras; Miguel Krassnoff; Cristoph Willike, Francisco Ferrer, Marcelo Morén
Brito y Basclay Zapata Reyes. Rol 925-09
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