Dediqué mi existencia a todas las formas de vida que existen entre el Jordán y el Mediterráneo.
Me alimenté de paz y no de guerra. Crecí en la comprensión y el abrazo. Jamás en el odio.
Estudié el Espíritu Humano y atisbé con mi mente la idea de Dios. Y en el rostro de todos intuí el rostro de Dios.
Fui calma , sonrisa en los niños, noche de estrellas, música y ritmo del mar.
Sí, porque allá en Kibbutz Holit, fui jardinero y obrero de la paz. Allí abrí mi alma hacia la luz, tal como aprendí de mi madre, de tu Ima y de todas las madres.
En aquella mañana de fuego éramos cuatro escondidos en un closet y por golpe de gracia logré ser escudo y salvar tres caminos del sol.
Ahora mi alma abraza a esos niños y a esa abba y abraza también a quienes creyeron matarme.
Si, soy un viajero más entre tantos. Así que siembra poeta un canto que algún día llegue a mis padres, para decirles que estoy en el jardín, en la cocina, en la gente que construye la paz.
Yo, por mi parte, te dejo tres anillos, nacidos del amor y la esperanza
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