Por la mañana
al regresar a la Ciudad de la Paz
sentí hambre
No era tiempo de higos,
pero al divisar una higuera
fui a ver si encontraba algo en ella
al menos taksh de primavera
mas, nada había para calmar mi hambre,
por lo que alcé la voz contra el árbol de mis raíces, y dije
¡Que nadie coma fruto de ti nunca más!
Amós trató a este pueblo,
los sicomoros,
y en vez de espíritu y luz
sólo vapores de animales se elevaron a los cielos
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