Llevé a mis discípulos a un lugar apartado
pero miles nos siguieron desde cien senderos y ciudades
ay, ovejas sin pastor,
tuve que multiplicarme entre ellos
ser su pan, para saciar su hambre de vida
ser los peces, el tesoro que regala nuestra madre
Y ellos, al alimentarse de mi,
encendieron el Gran Amor en sus hogares
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