No le pido a mis discípulos que se laven las manos antes de comer. No es ley divina sino que de los hombres.
Lo que realmente mancha al hombre es lo que sale de su corazón.
No honres a Dios con los labios sino con tu corazón.
Pero, después de todo lo ocurrido, no dejes de lavarte las manos.
Humildemente, punto para escribas y fariseos.
Punto también para mi hermano Andrés Aninat.
1 comentario:
Dios es amor.
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