Sobre mi luz, las estrellas
Tú cantando en toscano
Estos límites de la tarde
Nuestras copas de cristal
Siete planos del cielo
Las llaves del mundo en tos ojos
Sobre mi luz, las estrellas
Tú cantando en toscano
Estos límites de la tarde
Nuestras copas de cristal
Siete planos del cielo
Las llaves del mundo en tos ojos
Que en este sandial nada perturbe nuestra alegría
pues cada gigante de rojo dulzor
será devorado por niños
que comerán sus trofeos en grandes rodajas
manchando rostros, manos y ropa
atrayendo abejas y moscas
marcando la ternura con su rojo dulzor
Luego de comer
los niños cargarán su existencia con sandías
y con singular esfuerzo de mañana celeste
las llevarán como balones de rugby
hasta la Casa del Abuelo
para partirlas frente a "Sandía Calada"
y pedir al viejo poeta la historia de Roser
el Winnipeg
aquella España malherida
tanta luz
que ahora crece en nuestras vidas
Violeta Parra, Cecilia Vicuña, 1973
Violeta recoge
Carga empanás caldúas
Recibe odio de poderosos
Violación del invierno
Incendio de lo suyo
Ventisca del cielo patriarcal
Camina sobre fuegos de sangre
Arrastra su luz en recodos de carbón
Corta choclos
Amasa, Teje, Canta
Su cuerpo es América cortada
Montaña encerrada en un cajón
Gonzalo, insistes en expulsarte de paraíso
Abrir ventanas a la tristeza
Almorzar con el disgusto
Enredarte en los problemas del siglo
Libérate
Abre tus alas de invierno
Ríe una y mil veces
Llama alegría al amor
Ejerce tu ternura
Camina de nuevo sobre montañas de fuego
Te escribo en mi libro de vida
Uno tu rostro al sol
A los barcos que pasan junto a tu almohada
y te tomo como a un racimo de uva
para devorarte dulce, líquida,
impregnada de mañanas celestes
piel de rocío
tibio amor de 2021
En El Jardín, a minutos del mar
cabían prostitutas y esclavos
porque allí habitó el ser humano
vida modesta - amistad - prudencia
la razón horadando la muerte
Nuestro sabio enfermo confía en sus sentidos
cultiva y enseña su
ataraxia
piensa átomos que
brincan
nos intuye complejos y
libres
atisba la Física
Cuántica
camina bajo higueras y parras
escucha cantar a la mujer que ama.
Poderoso Maestro
no teme a los dioses, no teme a la muerte
vive sin llamar la atención
disfruta el placer, evita el dolor
duda de un Dios omnipotente
afirma que la muerte extingue la conciencia
posee tumba en las afueras de Dite.
Deseo el candor de primavera
El decir de los pezones
Las nueces del alma
Una rosa dormida en tu nombre
Pretendí enseñar a mi hija
y ella es quien me educa
marca con su nombre los caminos
rompe los nudos
carga y extiende la luz
El domingo
dejó sus calzones sobre el sofá rojo
Borró el rubor de sus labios
Bebió malta con whisky
Escupió sobre el césped
Tachó la palabra lunes de su libreta
El hombre, expulsado del paraíso
vigila sus herramientas:
La escuadra, el compás,
Nuestro arado
Videos tras la guerra y sus batallas
La niña ha peinado su cabellera
Abajo sus grandes cejas
El poder de su rostro redondo
Sus mejillas encendidas de alegría
Escribo los días tras mi espejo
El otro Gonzalo no me mira
Mas lo veo caminando en San Francisco
Nadando entre delfines
Creando esculturas transparentes
Quemando las raíces del infierno
Elijo claridad
Cielo gigante de mi país
Estrellas desbordando la noche
Nuestros planetas en el horizonte
Amistad permanente del Lucero
A cada rato: juegos de la luna
Esa pequeña línea curva
La roca en el cielo
El barco
Su rostro grande y radiante
Una bella deidad
sueña a mi lado
está hecha de cielo y ternura
canta voces del Rimac
escribe bellezas en el piano
late su alegría en mi carne
Dédalo amó las
estrellas
Con su cuerpo
dio vida a un triángulo y
apuntó al Sol
Se
convirtió en compás
y la
tierra fue su hoja en blanco
Es Delta,
el hombre que abre las puertas.
Una
ráfaga de intuiciones cruzó su mente
Observó a
Pasifae pariendo al Minotauro
El
Laberinto
Su hijo
cayendo sobre Hiroshima
Su cielo
colmado de humo
La vida
reducida a pantallas
Mis palabras y mi espíritu
son las palabras de mi madre
el sol que nace en mi alma
1968
historia del cielo
y del rayo que la ama
Elijo libros de paz
Filtros sin veneno
Mis ojos aceptando la noche
Sereno desapego
Aguas tranquilas en el mar imterior
Veo el rostro de mi madre
y mi alma salta alegre
mis hermanos abrigan con su fuerza
ella despierta y me conmuevo
hay aurora en mi cielo
y la buena luz pliega y repliega la noche
Mamá, tan buena que eres.
Vienes siempre a mis sueños
y me alegras.
Anuncias la ternura del silencio,
sencilla tibieza,
rayos de tus ojos en la luz
Pedí a las olas que me escribieran
Aunque me encantan sus voces sobre las rocas
La insistencia de su boca azul
choque tras choque sobre la tierra
Subiré mi alma hasta Ayacucho
Quiero escuchar a su pueblo
Compartir con ellos en su cielo
Vivir su fe y su dulzura
Bailar en ronda bajo estrellas
He olvidado el miedo
duermo bajo escudos y estrellas
cargo mis lanzas y mis nombres
beso la tierra antes de atacar.
Unto mis heridas con hierbas
Las cicatrizo con piedras calientes
Buceo hacia barcos enemigos
Nunca asesino por la espalda
Mis ojos indecisos
apenas caben en tu mirada verde
necesitan el hacer de tus manos
el peso de tu nombre
la Luna hechizando nuestro tiempo
Encontré una voz en el viento
Grito de un ser invisible
Roce sobre la tierra
La mano de Dios
golpeando los vidrios
Me enamoré del viaje
El crepúsculo a un costado
Tanto cielo hospedado en mis ojos
El movimiento
Las estrellas siguiendo mi nombre
Aunque no lo creas, hubo un país sin zanahorias
Ajeno a caballos y viruelas
Un poderoso territorio de papas
Reino de choclos
Edén sin manzanas ni sicomoros
Tarde sin tecito
Niños sin azúcar
Mañana sin lácteos ni café
Vengo a silbar
Escribir la luz
Servir a la Luna y a Júpiter
Esta noche única
Tendido bajo un cielo de otoño
Unido al calor de mi esposa
Tu alma trae rimas y rabos
Naranjas, astrolabios, dunas
Serpientes de ojos celestes
Barajas de Lunas
Los ojos de Maimónides
La bandera que alza el día martes