En cien años más, pensarán nuestro tiempo desde "Una mujer fantástica", irán con ella por Mac Iver. Observarán la soledad estética del barrio alto. El infierno de cortinas cerradas. Santiago sexual en la raíz del cemento. Agustinas y su Palacio Imperial.
Seguirán entonces a ese bello monstruo, y junto al profesor de canto, encontrarán refugio en el antiguo poder del amor. Lo humano sobrevive, incluso en Santiago.
Sabrá también el futuro que se trata de una cinta negada, envidiada, descuerada más de la cuenta. Como si el director de Gloria hubiese olvidado su oficio y fuera apenas un publicista de la liberación transexual.
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