En este poema amazónico vintage, todo es verde. La tierra y su héroe, respiran y expiran el color de la selva. Ocurre entonces que ropa, pasteles , vehículos y un sinfín de cosas, adoptan el tono de la hierba.
Y parece que la maravilla de la vida ha dejado de importar a los gobernantes de las superpotencias, sus espías, los rancios generales, sus sicarios hiperentrenados.
En ese aterrador panorama, la obrera africana, el artista gay y la aseadora muda deben asumir la responsabilidad de salvar a la humanidad conformando una espontánea fraternidad (1), develando el horror que crece bajo el cemento.
Leo la cita a la película sobre Ruth, como una invocación a la fraternidad entre mujeres.
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