En las democracias contemporáneas, votar en elecciones de gobernantes y legisladores es un derecho humano garantizado por constituciones y tratados internacionales.
Tenemos derecho a votar con garantías que amparan nuestra libertad: sin presiones , en forma secreta e informada, obedeciendo exclusivamente a nuestra propia conciencia.
Votar en conciencia, quiere decir pensando nuestra decisión en forma coherente con los principios éticos que hemos aceptados como guías de conducta.
El "honor" consiste precisamente en cumplir los deberes asumidos. Por lo que mancha nuestro honor el incumplimiento de los deberes éticos que hemos asumido.
Un principio ético ampliamente aceptado es cumplir la palabra empeñada, "pacta sunt servanda". Se aplica a los ciudadanos que participan en elecciones primarias, quienes empeñan su palabra en orden a votar en la elección definitiva por el candidato vencedor en el certamen preliminar.
En ese marco , repugna a nuestra conciencia participar en primarias de los adversarios sabiendo de antemano que no sufragaremos por el candidato surgido de aquel torneo preliminar.
Aquel principio, pese a su elevada importancia, tradicionalmente reconoce excepciones, que al momento solitario de votar , permiten a nuestra a conciencia liberarse del peso de la palabra empeñada:
* Si el candidato surgido de las primarias se aparte del programa en base al cual fue elegido. En efecto, si el candidato desatiende sus promesas, nos libera de cumplir la nuestra. Si el candidato rompe el pacto, nos libera de todo compromiso.
* Cambio sustancial de las condiciones de la elección. La promesa ética que nace de una elección primaria, supone la permanencia de requisitos básicos.
Un requisito básico de nuestro compromiso , consiste en que el candidato sea una persona honesta. De tal modo, si con posterioridad a la elección primaria sospechamos de manera fundada y leal que el candidato ganador de las primarias ha cometido conductas que contravienen valores fundamentales, nuestra conciencia deberá liberarnos de cumplir nuestra promesa. Evidentemente es incoherente alegar estos defectos si ya los conocíamos al momento de la elección primaria. Será sólo un autoengaño para safarnos de remordimientos.
Un segundo requisito básico consiste en la permanencia de las condiciones objetivas de la elección. El compromiso surgido de la votación primaria supone un contexto de hechos. Una opción razonable o lejana de ganar las elecciones. Un contexto de seguridades y riegos .Un determinado panorama político. Así por ejemplo: El peligro nuevo y nuevo real del triunfo de un candidato que amenaza nuestros valores fundamentales, autoriza a nuestra conciencia a desatender nuestro compromiso y votar por el candidato con mayores opciones de enfrentar aquel peligro.
Este segundo requisito nos lleva a hacer prevalecer el bien general de nuestra comunidad por sobre nuestro lazo ético individual con el candidato vencedor de las primarias.
En conclusión, participar en primarias importa asumir un compromiso en orden a votar por el ganador de las primarias que afecta nuestro propio honor, pero circunstancias ocurridas o conocidas con posterioridad pueden liberar a nuestra conciencia de dicho compromiso.
Es nuestra libertad, nuestro honor, nuestra decisión.
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