
Pasé de niño y el granado estaba riendo.
Aquellas grandes frutas rompían su color en mis ojos.
Yo figuraba los sabores.
Pensaba en el espíritu del árbol.
Respetaba su luz en el huerto.
Ahora he regresado
por el camino de los membrillos
el hogar de la yegua
el palto gigante
la barrera de zarzamoras.
En el lugar del granado
hay una piscina
ya no están los membrillos
ni el palto de frutos hilachentos
ni aquella caverna con moras.
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