El reloj brama y borra
buscando huellas de tu cuerpo.
copas quebradas de otros sueños
tu sombra desplegada en cada rosa
el aroma dulce de tu sexo.
Se afana con sus torpes numeritos
y va creciendo la certeza de tus pechos
el vino derramo en mis silencios
tu luz cifrada en amapolas
la dulce sencillez de tu deseo.
En la imagen, "San Jorge matando al dragón", de Giorgio de Chirico.
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