Nunca enfades al oído
porque allí recibo tu ternura
allí tu boca me inunda
allí conozco tu aurora
allí creces
allí tu ángel me atrapa
Este texto conversa con Josefa Parra en:
Poema V -del Oído
Se levanta tu voz, se enrosca y se estremece,
serpiente y remolino, se enzarza en mis cabellos,
sube aún, se engrandece, se enajena en rugido
y pierde la noción del trino o la palabra.
Eres otro en tu voz. No conozco a ese hombre
que grita en el placer, delicioso extranjero
que habla lenguas angélicas en una cama impura.
De “Alcoba del agua” 2002
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