Me llamo Sarah.
Igual que todas las mujeres del mundo.
Sarah engañada y dominante.
Sarah madre de inocentes.
Sarah como reinas y meretrices.
Niña encerrada en su altillo.
Hebrea deseada por el Faraón.
Espejo de tantas esposas.
Muchacha que riega estos sueños.
La poeta Sarah Kirsh eligió su seudónimo para recordar siempre que los nazis obligaron a la muchachas judías a llamarse Sarah.
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