Me niego a odiar.
Elevé una ciudad de luz
y no la ahogaré en el fuego.
y no la ahogaré en el fuego.
En sus grandes plazas.
Con humilde orgullo
recibiré a mis hijos perdidos.
Seremos agua y canto.
Uno en la rosa que vuelve.
Uno en el día sin tiempo.
Con humilde orgullo
recibiré a mis hijos perdidos.
Seremos agua y canto.
Uno en la rosa que vuelve.
Uno en el día sin tiempo.
Aprenderé de ellos.
Alzaremos el cuerpo de la aurora.
Naceremos desde el aire.
Seremos raíz de primavera.
Alzaremos el cuerpo de la aurora.
Naceremos desde el aire.
Seremos raíz de primavera.
Don Edgardo, a falta de su
Venerable Maestro, solicitó la presencia de un sacerdote católico en
Isla Dawson para que le ayudara a no odiar.
Leyendo los testimonios de Edgardo Enríquez y de Alberto Bachelet, y conversando con Gabriel Zamora, descubrí sus esfuerzos por no odiar, no permitir que destrocen su paz y la serenidad de sus conciencias.
La fotografía proviene de www.udec.cl
Leyendo los testimonios de Edgardo Enríquez y de Alberto Bachelet, y conversando con Gabriel Zamora, descubrí sus esfuerzos por no odiar, no permitir que destrocen su paz y la serenidad de sus conciencias.
La fotografía proviene de www.udec.cl
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