El bien, diverso al simple destino,
jamás aseguró sonrisa,
ni fortuna ni alegría.
Cristo yerra en su Montaña;
En los Altos Cielos
No hay Padre
Ni mesa
Ni humilde sentado a su derecha.
Yerra pero acierta,
porque sin bien
escapa el azul de las sonrisas,
huye el honor de la fortuna,
no llega el Padre a nuestro abrazo,
ahoga el vacío nuestras mesas.
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