12 de agosto de 2012

Patas de Gallo en Masita Rica

Foto de www.revistateina.org

En “Patas de Gallo”, Luis Barrales  desarrolla elementos de la tragedia griega, como el oráculo, la expresión poética del lenguaje, el incesto  y la hybris.

El  personaje llamado  “Mami”, dos veces madre abandonada en su adolescencia, resuelve esterilizarse,  sin comunicarlo a su pareja y achacándole a él, el defecto de la esterilidad. Esta hybris  o desmesura inicial, desencadena el femicidio, que se concreta a causa  de su hijo varón, quien enamorado de su propia madre, revela el secreto y  empuja a su padrastro a la venganza.

¿No será la economía la verdadera hybris de esta tragedia? , o, será más justo hablar de una centenaria cultura de  abuso hacia la mujer como causa remota de este crimen. ¿ Tendrá esto que ver con la religión?

En fin, si  los clásicos vistieron a sus actores con ropas de príncipes y nobles, Barrales  lleva la acción dramática a los espacios de la marginalidad criminal, primero con  el homicidio de Hans Pozo, luego con los robos de las gimnásticas  arañitas y, ahora,  abordando el  homicidio de género en un marco de miseria.

Esta ocupación estética del espacio  del crimen  es sólo a modo de máscara,  sin  que el autor se atribuya  el don de hablar como los habitantes de extra muros.

El propio Barrales nos explica “Hablando de la marginalidad, uno siempre se conecta desde algún lugar con la imagen. Elaborar un discurso desde la marginalidad es, de partida, pretencioso y, en segundo lugar, imposible. Cuando la abordamos desde la ‘otredad’, la abordamos para llegar hacia la marginalidad, no desde ella. En términos sociales, es la voz de los burgueses hablando sobre marginalidad (…), porque no puedo hablar desde otro lugar”.  (Luis Barrales, dramaturgo).  (1)

En  “Masita Rica”, el  escenario  regalado por Julio González a la comunidad de Recreo, la compañía “La Mala Ignorancia”, puso en escena  esta obra, la noche que acaba de volverse luz.

En  la dirección estuvo Andrés Hernández y las actuaciones corrieron a cargo  de Andrés  Riquelme, Estefanía Aedo, Alexander Castillo y  Carina Aspillaga.

Con la precariedad propia de una “vivienda social” y en el exacto espacio en que viven nuestros conciudadanos, los actores  despliegan sus roles con gracia y pulcritud, abordando los desafíos del constante hablar lírico de los personajes y de su permanente erotización

Me llamó  la atención, la forma en que la actriz  que representa a la madre logra expresar con elegancia la voracidad sexual de su personaje, que encuentra en la religión y el erotismo, los únicos campos para el desarrollo de su poética personalidad, encerrada en la pobreza, la estrechez de la vivienda, la maternidad adolescente, la irresponsabilidad de su parejas y la mala educación.

Como ya es costumbre, tras la obra, la compañía y el público tuvieron la oportunidad de dialogar. Pero esta vez,  la obra fue de difícil digestión, los guiños a mitos, la intertextualidad y la poetización del leguaje crearon una pequeña distancia  entre nuestros vecinos y  el despliegue dramático.

Sólo nuestro anciano profesor de antropología,  logró elevarse sobre los hechos y pudo  descubrir un desfile mágico de tigres y caballos voladores que  se emocionaron con este crimen y tragedia, seducidos por la energía de los actores, más que por los desafíos del texto.



En este link se encuentra  el libreto de “Patas de Gallo”: http://www.iberescena.org/imagen2/file/PATAS%20DE%20GALLO.pdf

Aquí podemos leer una entrevista a  Luis Barrales:
http://www.revistateina.org/teina16/tea1.htm

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