Dos operarios vestidos con uniforme amarillo y blanco, llegaron hasta el ataúd y lo ataron con una cinta de regalo.
Todos subimos sobre la caja y comenzamos a cantar himnos que saludan a la vida, un piano trajo la Apassionata y muy pronto el hielo se desprendió del hielo, hasta dejarnos a todos flotando sobre el río, buscando un sitio para la muerte, un hogar para tanta pena.
Cantamos hasta que ganó el silencio y el agua regresó al océano, heredando los llantos y el viento.
El poema surgió del sueño que me visitó esta noche. Turner viene de este sitio y Courbet proviene del Museo del Arte.
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ritos que se heredan
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