Quedé sentado junto a otra alma,
como dos barras de hielo
llamadas por el mismo sol,
viajando hacia ciertos árboles,
océanos de delfines,
el agua en los ojos
de un ser humano.
Tras los recintos de música,
llegamos a una sala de abrazos,
ramas de manos emergiendo de paredes,
los pasos de un flautista
hacia el Centro de la Tierra.
El aquel templo profundo,
Fernanda y yo,
sacamos los zapatos
de aquel viajero
y hubo un Cristo
que encendió su lámpara
en lo oscuro,
diluyendo los espíritus
en un mismo lago,
el país de Noé,
refugio sagrado
La imagen es de Emilio Fatuzzo y proviene de este blog.
1 comentario:
diluído en el lago
a veces el Poeta se halla
buen fin de semana
Publicar un comentario