12 de septiembre de 2010

Safo y su discípula



Morirás, y de ti no quedará memoria,
y jamás nadie sentirá deseo de ti
porque no participarás de las rosas de Pieria;
oscura en la morada de Hades,
vagarás revoloteando entre innobles muertos.

En cambio, miedosa,
yo pariré el futuro,
hablarán de mí las ménades
y las vírgenes de Egipto,
el nuevo olor de los jazmines,
la música, las fuentes,
la luna que reina en primavera.

Porfiada,
te ofrecí el asiento de Isis,
la luz que gobierna el cielo,
vida pura y alegre,
mi casa más allá del tiempo,
los ojos y la fuerza
de todas las serpientes.

Todo lo pierdes por tu lugar de esclava,
los enfados de tu dueño,
tu sitio en las fiestas,
tu vida junto al fuego.

Porfiada,
nadie tendrá mi sed
para beber de ti,
mis manos para hacerte perfecta,
mi voz para germinar tus sueños.



El primer párrafo es de Safo, la poeta de Lesbos, nacida hacia el año 600 antes de Cristo y por lo mismo contemporánea de Pitágoras, Zaratustra, Lao Tse,  Confucio, Buda y Mahavirá.

La imagen de Safo es de Soma Orlai Petrics y proviene de Wikipedia.

En cierto sentido, Safo es la Séptima reformadora de aquella generación aúrea.

1 comentario:

lichazul dijo...

la carne pasa
las palabras quedan porque en ellas la existencia se sustenta

besitos de luz

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