
Aprendo a ceder,
formo un espíritu sin ira,
miro la rabia
como una enfermedad de otros,
una propiedad
de tigres y calibanes.
Aprendo y no aprendo,
porque crece
una laguna negra
en mi alma,
rumor de células
que gritan,
alfabeto de sombras,
centro del mundo inferior.
¿Qué sigue entonces?
ese barro va quedando en mi casa,
se alza como una telaraña en los balcones,
atrapa a los ángeles,
ahoga a los seres de luz.
Allí es cuando urge la tempestad,
el agua que barre con el moho,
libera ventanales,
limpia el rostro de mis duendes.
Una tempestad inteligente,
ataque feroz de neuronas,
sin víctimas ni dolores,
danza de un cuerpo en la selva,
rapto fulminante del orgasmo.
Ese barro es mi petróleo,
leña que incendio en mi hogar,
toro que muere en mis danzas,
juego de luz y de fuerza.
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3 comentarios:
Que precioso poema! Creo que es de los que mas me han gustado.
Resulta una hermosa tempestad, una voragine que libera toda la fuerza creativa.
Feliz domingo
Bisous
Vengo a abrazarte. Mudraa y amor, ante tanto dolor!
Beso
indianala.
que importante idea se descuelga de tu verso
aprender a ceder en un espíritu sin ira
controlar esa emoción es clave para el entendimiento
salutos
y buenas vibras
te sigo;)y te enlazo para no perder tu ruta
ten una semana preciosa
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