13 de enero de 2010

sueño del trece de enero









En calle Independencia hablé con MEO.

Relajado tras entregar su apoyo.

Parado en medio de la calzada.

Distendido, me decía bromas


La alcaldesa de Viña

llegó al lugar.

Mucho más delgada,

el pelo teñido de negro,

felicitaba a MEO

antes de subir a un pequeño auto

lleno de mujeres.


Poco antes,

un restorán del Puerto,

muchos salones,

parrillas llenas de carnes

y quesos de cabra descomunales,

los baños inmundos y oscuros,

busco el patio,

mudar mi ropa,

el suelo húmedo,

orina que emerge

y se extiende.


Un niño me observa,

una Van entra al patio

y comienzo a correr.


Encuentro a un grupo de obreras.

Ellas celebran.

Una de ellas es Patricia Odales,

abuela a los treinta años,

nuevamente embarazada.

Lleva el cabello largo

y crespo, está muy alegre,

delgada, viste de blanco.

Nos invita a todos a seguir corriendo.


En la calle Chiloé está Pancho Acevedo.

Más rojo, más delgado, los ojos hinchados,

la piel con menos manchas.

Enseña a las quince obreras

con cuadernos que trae en su auto.

Está contento. Feliz con Patricia.

Nuevamente será padre.


Llega otro médico

y Francisco le muestra

pequeños huesos llenos de barro,

y el dedo de un hombre.


Antes del restorán estoy en Santiago.

Busco un lugar de descanso y entro a mi Colegio.

Es casi de noche y comienzo a correr.

Test de Cooper.

Hay gente en el patio.

Marisol González entre ellos.

Sigo corriendo por el segundo piso

hasta entrar a la sala de los delfines.

Allí quiero descansar, pero no hay espacio.

Hay mucha gente durmiendo allí.

Billetes valiosos en una repisa.

Pienso en tomarlos y no lo hago.

Marisol comienza a llamarme por los parlantes.

Dice que escapo,

que me ha visto,

que quiere hablarme.


Bajo a buscarla y entro al restorán.







La imagen proviene de www.region15.cl

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