En acto
reparatorio, se aprecia al presidente
Boric y al que por sus rasgos es Alfonso
Gamboa, hijo
de nuestro hermano asesinado.
Nuestro hermano fue normalista
Enseñaba en las aulas y en Radio
Atacama
Su voz recorría desiertos
Faenas mineras
Caminos repletos de cobre
Copiapó, ciudad amada por la Luz
Su pensamiento y cultura
eran esperados en los hogares del
norte
Ayudaba a escudriñar el fondo de las
noticias
Aplicaba el libre examen
Nuestra búsqueda de la verdad
Una amplia extensión de la armonía
Los hermanos de la radio formaron el
clan Cristales[1]
En su leyenda, una gema espiritual
instalada en las alturas
aglutina energías
y envía su Alto Amor a nuestro
pueblo
Tras el golpe, la radio fue invadida
y clausurada
Pronto, los militares buscaron el
cristal
Aquella joya mágica de la radio
Por la fuerza arrancaron de Alfonso
la pieza material
-ya inutilizada por seguridad-
Pero nunca lograron llevarse la
verdadera
La Gran Luz que hermana corazones
La que hace de nuestro hogar el
hogar del Alfonso
De su pena, nuestra pena
De su coraje, un motivo para nuestro
orgullo
Ese martes, nadie grabó las últimas
palabras de Alfonso en la radio, pero ellas circulan en la memoria de Copiapó y
se entregan como un rito de honor y homenaje:
“Señores auditores: en estos momentos el gobierno
democrático de nuestro presidente Salvador
Allende está siendo
sobrepasado por el poder militar. Hacemos un llamado a todos quienes
tienen espíritu democrático para apelar al razonamiento y hacer que todo vuelva
a la normalidad. No podemos
permitir que se destruya lo que se ha erigido en favor del pueblo”
Tras
el brillo digno de su voz
vino
la prisión
Caravana
de la Muerte
aquella noche de corvos en Cuesta
Cardones
nuestra luz no se extingue
simplemente, se hace eterna