Mi carne está cruzada por el sol
Es el sol
Una pelusa en el fuego
Un destello de conciencia en la luz
Mi carne está cruzada por el sol
Es el sol
Una pelusa en el fuego
Un destello de conciencia en la luz
Yerro al pensar que me escuchas
Aunque sigo hablando en tu cuerpo
Palpito en tu noche
Voy desde el sur hasta el viento
Lo que ayer era tuyo
Hoy es mi vida que crece
Tu tibieza en mi nombre
El ser con tu sangre y mis sueños
La brisa es tibia
El cielo ya muestra a Venus
Abro para ti la puerta
y un largo pasillo
abrigado por maderas y cristales
presenta nuestros nidos.
*
Allí descansan mujeres
viven la música
escuchan cuentos
conversan
tejen
abre sus ojos al andar de las estrellas
beben hierbas que sus madres bebieron
*
Te muestro mis libros
Los cuadernos de cada paciente
Sus dibujos
El relato de mis manos
sintiendo sus cuerpos
bañándolas
peinándolas
ejerciendo el misterio del abrazo
*
Entonces reconoces me reconoces
No fue necesario pasar a mi huerta de jazmines
Ni exhibir mis telas blancas
Ni mis ojos heridos por la pena
*
Me reconoces y guardas mi secreto
Mira Gonzalo, huele la piel del caballo
recibe el verano en su aroma
su historia de galopes
estrellas que han herido su crin.
*
¿Lo sientes? su corazón late imperioso
Sus ojos han visto otros potros
Allí en la pradera
Casi a la entrada del bosque.
*
Pasan cerca jinetes
Envueltos en rojos y azules
Banderas hiriendo los cielos
Creando un cisma en el aire
Punzando la tierra con su trote de guerra
Metales brillan y duelen
*
Ya han pasado
queda el olor de la hierba
vuelo de mariposas
intensa presencia de luz
sol ascendiendo hacia el centro.
*
Persia
Leila
Me llamaré Leila hasta que tenga el corazón dormido
y se libere de mi la primavera
apagándose mi ruta de estrellas
mi herencia sobre días y horizontes
Luego, me llamaré Leila en tu boca
La haré morder dátiles y moras
frecuentaré tus sueños
desandaré tu vida
Seré Leila en copas de plata
aire en tu barco
bruma que vive en tu Patria
siglos que nos unen y nos atrapan
Leila tiene algo que me remueve
Se presenta como una mujer en Chorrillos
Una niña en Paris
Noche
Palabras y rostros de mi hija
Poema que está por escribirse
Uso herraduras
galopo
llevo rocío en mi piel
rompo el aire con mi alma
soy la sangre que corre
Me duele la gente normal
Aquellos que lavan sus manos con primavera
Compran antes de pensar
Estiran septiembre
Comen cazuela y empanada
Elevan volantines parchados
Faltan en las barricadas
Beben piscola
Duermen en los buses
Sólo leyeron en el colegio
Usan minifalda o lápices de carbón
Callan, son expertos en callar
Antes de nacer he muerto de la risa
o caminado en patios de cárceles
conversando con Oscar Wilde
dibujando un girasol en su frente
bebiendo estrellas con mis ojos
¿Dónde estás abuelito?
A quién llevas en tus hombros
Querida canción de estrellas
Padre de mi madre
Visita de luz en esta esfera
Mi atanor está cruzado por estrellas
Aunque usa cráneo
Gafas
Una cubierta con pocas canas
Uso allí oxigeno
Reserva de experiencias
Temperatura de crucero
Tiempo que cabe en mis silencios
Trece en la mesa
Como aquella que eligió Jesús
Huella en los meses del año
Partes del círculo
Ese que marca nuestro cuerpo
Perdí en mi alma el hilo de las cosas
La palabra elegancia
Algunos dientes de luz
La sospecha y el rumor de mis sombras
Trazo horizontes
Dibujo narices
Un astro radiante en lugar de ojos
Enciendo fuego en la noche infinita
Cuelgo estrellas en su lugar
Hay días y siglos en mi silencio
Huellas de otras vidas
Máscaras de cristal
Golpes del éter sobre la nada
Ellas cantaron
y el orden de las cosas volvió a existir
hubo parras en la tierra baldía
y gardenias florecieron desde el asfalto
Ellas cantaron
y el mar guardó un silencio de estrellas
hubo lágrimas en el crepúsculo
y melodías detuvieron guerras
apaciguaron iras
hubo energía de amor
Lo que no escapa a mi alma
es el sábado en tu pecho
tu cabellera de alegrías
zumbar y latir de tu silencio
galope y ternura de nuestro encuentro
Antes de lo perfecto estamos nosotros
Sucios
Hambrientos
Con miedo
Inclinados por el viento
Pero aún en pie
Ojos en lo alto
Todavía ascendiendo la montaña