Los viernes hay un sello en tu nombre
Y me atrapas
Eliges este cuerpo
Y el fuego que rompe mi voz
Los viernes hay un sello en tu nombre
Y me atrapas
Eliges este cuerpo
Y el fuego que rompe mi voz
Ella reduce mi pena
Exige al día su nombre
No es sombra
Es la vida que sana la tierra
Mi hija enseña con su ternura
La gentileza de su nombre
Su brío en la araña
El poema de las trenzas
en su cabeza.
Enseña con sus ganas de conversar
El latido de la música en su carne
Su amor por la gente
Su luz tan grande en los días de lluvia
El lenguaje creó a Dios
y los hombres nos hicimos sacerdotes
fieles
peregrinos
mentes que renuncian a la fe
Me duele esta tierra
Sus miedos de piedra
Cierta actitud de incendio
Tribu de castas
La ausencia del otro en la piel
Gonzalo, imagina la cárcel
El frío atacando la aurora
Cierta piel del silencio
Los humores de la carne
La tumba y el catre de lo humano
Tejes
y los nombre del sol se abrazan
Tejes
y mis verbos caminan en tus manos
Tejes
y escribes un libro de lana
un relato de luz
imperio de nudos
hechizo que encierra la carne
En las calles, el pueblo nos llama primavera
Hijos de la Noche
Hermanos
Seres consagrados al amor
Imagino el mundo sin nombres
antes de que alguien digiera agua,
mamá o hambre
Los cuerpos ya eran viejos en primaveras
y el viejo sol
iluminaba en silencio
Me abraza una araña de hielo
La madre y el padre del frío
Cierto horizonte de ausencia
Una voz insolente
Cierta premura de muerte
Aquí observo el tiempo
Atisbo su piel bajo tu chaleco rojo
camino sobre techos sangrantes
y lo siento sobre mi rostro
justo entre las 7 y las 10
Dadme la ciudad de Londre
y el domo de Saint Paul
Ese que miro ahora desde el Tate
Desde las cimas de Bruneleschi
Encaramado en Sofía
y, por cierto, desde el viejo Panteón
Darme el Támesis y sus lanchas rojas
Aldergate Station
El afán de los cambistas
Nuestra casa en Covent Gardent
El teatro que espera a Isidora
junto al agua que vendrá
Y gracias por la sonrisa roja en mis ojos
su elección de truchas y rábanos
ciertos remolinos en el río
La puerta que abrimos en Londres
El sol tiene su raíz en el fuego
Allí muerde la piel del universo
fecunda el paisaje
anima los mares
sopla su luz hacia el cielo
Vamos a Cambridge desde la Cruz del Rey
Es cosa de ingresar al bosque y encontrar las
hallar el ojo de las nubes
Bajar en picada hacia la Torre Mayor
Lo que no entiendo
son las leyes del sol
Cierto amor por el Soho
El dolor de los actores
La ira y el deseo
Nuestra sidra
Ventajas de la noche en Trafalgar Square
Nada en el mundo está fuera de Londres
Piedras y sonámbulos la visitan
Lo mismo que la sombra de los colores
Nuestro brillo de enamorados
Un breve rocío
Sinfonías aún no escritas
El silbido y la nariz del tiempo
Leonardo tiene su puerta al cielo
Por cierto, un acto de justicia
Química del tiempo
Su alma en la ciencia de volar
Sálvame de Roma Lorenzo
Defiéndeme de sus taxistas
Dame sombra en este calor
Guíame en el viaje de las palabras
Maestro del sentido y de los términos
Hombre tallado por la luz