El mar ha dejado marcas en mi cuerpo
Hay una gran línea azul en mi nombre
Trazos de espuma en mis mejillas
Sal y humedad sobre mi tumba
El mar ha dejado marcas en mi cuerpo
Hay una gran línea azul en mi nombre
Trazos de espuma en mis mejillas
Sal y humedad sobre mi tumba
Pertenecemos a las estrellas
Cruzamos sus ciclos
Habitamos sus luces
Volamos serenos sobre esta esfera
Donde tú vas, allí está la ternura
Tropiezas pronto con el Canelo
La gratitud de la tierra
Pasos del sol
La amistad azul del silencio
En la tierra, huesos
Sólo vestigios de sonrisas
Carcajadas
La estatura solar de lo humano
En la tierra, huesos
El nombre de un padre
Cierto espacio de luz
El templo en que nacen nuestros sueños.
Este territorio de luz
es nuestro hogar
el libro que leen los cielos
nuestra raíz de alegría
la casa que formamos sobre el mar
Tienes memoria de mi piel
y habito en tu tibieza
existo en tu claustro
vuelo y canto desde tu ser
Vamos a la Universidad de Chile
Al centro de nuestro espíritu
Nuestra sala de soñar
El taller en que nace el futuro
He visto las manos verdes del mar
Sus largos brazos golpeando mis ventanas
Entrando lentamente a esta sala
Besando los muebles y mi cuerpo
Todo en la hora mágica del atardecer
Al fin y al cabo, la tierra nos mira
Usa los ojos de las machis
Sus sortilegios de números
El poder del Canelo
La fuerza y el misterio de la sangre.
He resuelto combatir
Romper con los temores
Aceptarme libre
Crecer en mis sueños
Anidar con mi luz en plena noche
Pienso en la música
Mi niña y su piano
Viaje desde el Big Bang hasta sus dedos
Sus abuelas leyendo para ella
Tiempo abrazando al tiempo
Todo el poder a la ternura
No grito, estoy hecho de paz
Habito abrazos de cuerpos desnudos
Soy amigo del naranja en los cielos
de tantos animales que respiran
ese afán de los toros
el rabo y las orejas del Guadalquivir
Sobre mi luz, las estrellas
Tú cantando en toscano
Estos límites de la tarde
Nuestras copas de cristal
Siete planos del cielo
Las llaves del mundo en tos ojos
Que en este sandial nada perturbe nuestra alegría
pues cada gigante de rojo dulzor
será devorado por niños
que comerán sus trofeos en grandes rodajas
manchando rostros, manos y ropa
atrayendo abejas y moscas
marcando la ternura con su rojo dulzor
Luego de comer
los niños cargarán su existencia con sandías
y con singular esfuerzo de mañana celeste
las llevarán como balones de rugby
hasta la Casa del Abuelo
para partirlas frente a "Sandía Calada"
y pedir al viejo poeta la historia de Roser
el Winnipeg
aquella España malherida
tanta luz
que ahora crece en nuestras vidas
Violeta Parra, Cecilia Vicuña, 1973
Violeta recoge
Carga empanás caldúas
Recibe odio de poderosos
Violación del invierno
Incendio de lo suyo
Ventisca del cielo patriarcal
Camina sobre fuegos de sangre
Arrastra su luz en recodos de carbón
Corta choclos
Amasa, Teje, Canta
Su cuerpo es América cortada
Montaña encerrada en un cajón
Gonzalo, insistes en expulsarte de paraíso
Abrir ventanas a la tristeza
Almorzar con el disgusto
Enredarte en los problemas del siglo
Libérate
Abre tus alas de invierno
Ríe una y mil veces
Llama alegría al amor
Ejerce tu ternura
Camina de nuevo sobre montañas de fuego
Te escribo en mi libro de vida
Uno tu rostro al sol
A los barcos que pasan junto a tu almohada
y te tomo como a un racimo de uva
para devorarte dulce, líquida,
impregnada de mañanas celestes
piel de rocío
tibio amor de 2021
En El Jardín, a minutos del mar
cabían prostitutas y esclavos
porque allí habitó el ser humano
vida modesta - amistad - prudencia
la razón horadando la muerte
Nuestro sabio enfermo confía en sus sentidos
cultiva y enseña su
ataraxia
piensa átomos que
brincan
nos intuye complejos y
libres
atisba la Física
Cuántica
camina bajo higueras y parras
escucha cantar a la mujer que ama.
Poderoso Maestro
no teme a los dioses, no teme a la muerte
vive sin llamar la atención
disfruta el placer, evita el dolor
duda de un Dios omnipotente
afirma que la muerte extingue la conciencia
posee tumba en las afueras de Dite.