Los artistas muestran su alma
Ese es su poder y su tragedia
La estura de su fuerza
La luz que atrae a su pueblo
Los artistas muestran su alma
Ese es su poder y su tragedia
La estura de su fuerza
La luz que atrae a su pueblo
Todo poema está dividido en sangre y luz
Lleva huella de un ángel
Tiembla como la tierra
Dice sí y no a la vez
Hierve
Dice lo que ruge en el aire
No desprecies el cuerpo
Él también se encuentra en el cielo
Es hermano de la muerte
Hijo del tiempo
Antiguo vijero del espacio
Distinto y lo mismo que el sol
Obra de Helene Schjerfbeck
Busco la bendición de tus manos
La ruta que siguen tus ojos
El libro en que me lees
La huella que dejan tus besos
Pongo moras y frambuesas en tus dedos
Soy la grieta que deja tu boca
Subo al poder de tu nombre
Al libro que trazan tus sueños
Soy roce y grito de tu cuerpo
Tu palabra escuchada
Tarde de cacao
Dioses hablando en mi puerta
Retornan los poderes del mar
El acero de los barcos
La amistad del viento
El tiempo extraviado en mi casa
Las luces se detienen y me nombran
Fijan domicilio en alma
Descansan en mis libros
La noche se pone de pie
Oye viajera
Sube al poder de la luz
Cierra los ojos en el bosque
Despierta tu nombre interior
Se una con la lluvia
Río de agua en el aire
Plumaje del día
Cuerpo cargado de estrellas
Escribo antes de morir de primavera
Tropezar con el invierno
Regalar mi verano
Dormir sobre los huevos de pascua
En mi país
hay un hombre que borra los libros
arranca sus hojas y sus nombres
hace un puré con la historia
el ensayo
la emoción entre tinta y silencio
Escupe su rabia
sobre el canto
persigue la danza
busca cortar la mirada
A veces, ese hombre soy yo
Y bebo la sangra de las nubes
Rompo el color de los cielos
Acuno el rumor de la muerte
Hay una puerta entre limones y sol
Lazo de aromas que vuelan
Nostalgia de un día celeste
Memoria de luz
Rayos amarillos
Bendición sensual del azahar
Beatriz es súper animada
Habla y sonrié por las orejas
Reza por sus hijos
Intuye premios y palabras
Toma tecito con humor del bueno
Ama ser más devota que Francisco
Mi deporte es escuchar
Recibir pulsos de las mentes
Rayos montados en palabras
Preguntas
Expresiones de miedo
Miradas poderosas como libros
Hay caricias del aire sobre el mar
Mensajes del sol
Miradas de estrellas
La lluvia derramando su caudal
Hay caricias tuyas sobre mi piel
El sol en tus dedos
El roce en tu mirada
La lluvia despertando en tu soñar
Hoy almorzaremos Chupe Carola
Hará su trabajo el mar austral
Ancestrales centollas
Salsa blanca
Pan
Un domingo de queso mantecoso
Habrá que degustarlo junto al jazz
Nuestro horizonte de océanos
La belleza gris de marzo
Mi hija al otro lado del barrio
Venid a Tikal
y su Mundo Perdido
Bebed el tiempo en su pozo
Leed sus libros salvados del feugo
Aprended de sus siglos
sus aves sagradas
el poder de la lluvia sobre la selva
aquellos deportes geniales
el hambre golpeando los muros
su terrible guerra de las estrellas
Me divorcio del día
Los ruidos
Esa voz de la calle
Los papeles que producen mis manos
Los giros de la Tierra sobre la nada
Conocí la juventud del silencio
Luego sus años en el bosque
Aquella quietud ante la lluvia
Esa mirada persistente
El paso calmo de sus recuerdos
Vamos Tomás
La noche te espera con sus luces
Usa tú los zapatos rojos
El maquillaje lila
Bufanda blanca
Agüita con miel antes del viaje
Ahora en el aire
voy apreciando tu humor
y un rubor ingenuo va robando tu rostro
mientras surgen alas en tu espalda
y liberas tu Luz en la Esperanza
Sigues subiendo
y encuentras el camino dorado
tu orquesta de amigos
el abrazo del barrio
y un remolino de recuerdos
supera su encierro
y te aplaude
Chucha, el viernes comienzan las franjas
Juntemos tinta de alegría
Más poder para la gente
Que hablen los pequeños y silentes
Que corra el agua
Y eleven los humanos su inteligencia
Busco el Templo de Artemisa
Su raíz en el úrtero
La noche
Ella cazando en las sombras
Su poderosa intuición
Hechos y silencios de la Luna
Allí guardaron las amazonas su poema
La devoción se transformó en ex votos
Agradecimientos
Ofrendas a la hermana de Apolo
Aquella Reina de Humildes
La madre que nos conoce
El Espíiritu que cuida la tierra.
Fue quemado la noche que nació Alejandro
y nuevamente se alzó desde cenizas
hasta que los godos volvieron a incendiarlo
y las piedras regresaron a su sueño
Ahora, pañuelos lilas y verdes
vuelven a levantar el Templo
y la Diosa recupera sus flechas
su sexto sentido
Sus ojos vigilando en la noche