El hombre diligente
lleva registro de sus actos
y se honra en dar cuenta de ello.
Así comienza libro de los días.
Prudencia de Goethe.
Tratado del uno con sus estrellas.
En el principio, la fantasma era sólo anteojos.
Vivía aplastada por cristales y reflejos.
Iba y venía en bordes del océano.
Siempre alérgica.
Perruna.
Grandísima amiga.
Hija bendecida por sus padres.
La calle Rita Otaegui es su centro.
Vive en cumbres de Valparaíso.
Lugar de años extraviados.
Incendios permanentes,
Rondas de vientos que silban.
Su sello es estar y no estar.
Aparecer en medio de un silencio.
Ausentarse bellamente.
Ser gentil cuando arrecia el invierno.
Mi amigo amarra su lápiz con un cordel.
Escucha noticias en la radio.
Bebe mate.
Luce pijama con rayas.
Usa chaleco en días de sol.
Me amigo es hombre de provincia.
Terco en sus ideas.
Socialista a la antigua.
Ser con sentimientos.
Hombre del 75 en 2016.
47 de calle Primavera.
Allí vivo cuando estoy en Londres.
Llevo un choroy sobre mi gorra.
Chile con todos sus glaciares.
Guiños de Yungay y Recreo.
Zapatos rojos.
Mi espíritu naciendo desde la tierra.
No olvido la cifra 38.
Isidora tiene personalidad
va de un canto a otro
niña atlética en la barra
conversadora en los taxis
feliz en el karaoke.
Lleva alegría en su violín.
Ama el poema de las rosas.
Habla, escucha, pregunta.
Pinta el muevo humor del horizonte.
Morir por aplastamiento.
Abrigado en el dormir de mis padres.
Cerca de alcohol y cigarros.
Herido por el siglo.
Viajero en noche infinita.
La tierra borró su primavera.
Nací en Armenia en cada país prohibido.
Tengo un número en mi brazo.
Nací en Alto Perú y Senegal.
Horoshima.
Calles viejas de La Paz.
No es cierto, apenas nací en Av. Los Castaños.
Año 1968.
Banda Occidental de América.
Aguas lejanas a Vietnam.
Aquí Fiat 125.
Payita al volante.
Tilde y luz de un domingo.
El pueblo insiste en avanzar.
Sin embargo, tanques y aviones.
Asesinado el volante.
Feroz tortura al parabrisas.
Mudo trofeo de la Armada.
Remate un día martes.
Vida nueva en Forestal.
Así va y viene nuestro hacer.
Arados y tractores estremecen.
Figura hundida la Esmeralda.
Asilado el año y la hora.
El Fiat ha vuelto a correr
Estoy en la biblioteca y preguntan por mis libros nuevos.
Aquellos que sembré en los muros.
Los que registro en pechos y vientres.
Luces que he robado a cada símbolo.
En caminos del mundo van esos libros.
Aparecen en muebles de Recreo.
Estantes del Alto Bio Bio.
Templos del pueblo.
Pantallas de cristal.
Pequeñas habitaciones del puerto.
Los desaparecidos no cambian de edad.
Van de aquí para allá entre fotos y océanos.
Viajan en baúles de memoria.
Bailan con abuelas y madres.
Penden de emociones y recuerdos.
Acompañan siempre a sus hijos.
Permanecen inefables antes las ruinas del tiempo.
Avance usted descalzo.
Así, sintiendo la tierra.
Pues de rodillas no avanza la gente
Nos pudre humedad del camino.
Terribles espinas de Luna.
Mirada del sol que condena.