En sus primeros meses, la dictadura militar puso en marcha un plan de exterminio dirigido especialmente en contra de los líderes de opinión que apoyaban la vía chilena al socialismo.
La Caravana de la Muerte fue el ejemplo modélico de ese programa sanguinario.
La idea era infundir terror, asesinando a personas destacadas en el arte o en sus profesionales por el simple hecho de apoyar al gobierno constitucional.
Eran blancos fáciles, profesores, médicos, abogados, cantantes, seres ajenos al uso de armas, acostumbrados a dar la cara y a defender sus posiciones con poesía, argumentos y canciones.
Llevo largo tiempo reuniendo antecedentes sobre las víctimas y escribiendo poesía en su homenaje.
Aquí, un puñado de cientos, mínimo reconocimiento desde la poesía.
Víctor Jara
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Víctor Jara retratado por Luis Poirot |
Cuarenta balazos no han extinguido tu presencia.
No lograron congelar tu primavera
Borrar el genio de tu aurora.
Impedir Amandas y Charaguas
Volverte silencio en el espíritu de Chile.
Y aquí estás derramando tu poema.
El sol y el arado te llaman coherencia.
Los humildes se levantan en tu nombre.
La oda y el azul buscan frenar tu tortura.
Cuarenta balazos no han extinguido tu presencia.
En toda la buena tierra:
niños alzan y bendicen tu nombre.
Persistes en voces encendidas.
El bravo galopar de las escuelas.
La marcha de este pueblo en su Alameda.
Andrés Pereira Salsberg
Octubre 16, 1973.
Veintidós vecinos de Paine han sido arrestados
Amarrados e indefensos, son masacrados en Quebrada del Arrayán.
Andrés Magaña ordenó los disparos.
La primavera está herida en la cabeza
y la muerte difumina la esperanza.
Vendrán hijos.
Llamarán a la tierra con el nombre de sus padres
Descubrirán sus rostros en el sol
Escucharán sus voces en el alma
y tanto elevado amor de aquella gente
será luz de este paisaje.
Entre ellos, Andrés,
gran enamorado del pueblo
ser fulgurante en la estrella
hombre de aceros y tractores
padre de tres hijas y un varón
templado constructor de nuestra casa.
Puestos a prueba.
Falsos Maestros no partieron al Norte.
No viajaron al Sur.
No buscaron su cuerpo en el bosque de Mirthos
No alzaron espadas para dar auxilio.
Confundieron virtud con un signo
y la Buena Luz con el hondo silencio.
La imagen proviene de
www.memoriaviva.cl
René Maureira Gajardo
I
Imagino a René Maureira en las puertas del templo
un dogal al cuello, descalzo,
ajeno a todo metal,
golpeando con hombría las puertas de un sueño.
El amplio cielo en su espíritu de normalista.
El amor de Chile en su Escuela Rural.
Distribución de Alimentos en sus hombros.
En todo trance: lealtad de hombre bueno.
Los guantes blancos serán para su esposa.
El bendito cáliz lo heredarán sus hijos.
Al igual que la rectitud de sus pasos
y el trabajo igualitario de su compás.
Fueron tres viajes antes de desaparecer
y diluirse en el paisaje de Paine.
en aromos sin tiempo
rojo acontecer de la aurora
justa unidad de este pueblo.
La fotografía de René y su esposa Shony, proviene de "Latidos de la Memoria".
René Maureira Gajardo, dirigente de la Junta de Abastecimiento y Precios de Paine - JAP- detenido desaparecido desde el 16 de Octubre de 1973.
Héctor García García
Buin, 13 de agosto de 1974.
Noche.
Alerta queridos hermanos.
Avance Victoria.
Ocurre en la columna del norte.
La casa de nuestro Venerable Maestro ha sido allanada.
Civiles y Policías lo interrogan en pijamas.
Indefenso. Junto al terror de su familia.
Mediodía.
Alarma obreros de paz.
La columna del sur ha sido atacada.
En su lugar de trabajo nuestro Maestro ha sido arrestado.
En cadenas fue conducido al Cerro Chena.
Militares roban las uñas de sus dedos.
Lo golpean. Se ensañan con su cuerpo.
Medianoche en el Oriente.
Hermanos la cadena está rota.
Nuestro Maestro ha sido fusilado
en compañía del obrero Jaime Lamich.
Balas han destrozado su corazón y su cráneo.
36 años después: los autores del crimen han sido amnistiados.
Amanece. Estrella sobre el horizonte.
Se desvanecen las sombras y se divisa la acacia.
Hay fuego que nunca se extingue.
Allí abrazamos a Héctor.
Los hacemos presente como obrero y estudiante.
Como padre, médico y amigo.
Dulce esposo. Voluntario contra el dolor y la tristeza.
Regidor de su ciudad.
Recordado Maestro.
Mario Ramírez Sepúlveda
El Maestro está en la Cárcel.
Pese a golpes y bombardeo,
sigue honrando al ser humano,
escribiendo con ternura,
siempre sereno en su amor.
Siente que no hay gente mala,
sino personas equivocadas,
desnudos de cultura,
situaciones remediables
en abrazo del lenguaje
y luz de educación.
El helicóptero Puma
busca su destino en nuestro norte
matar peligrosa inteligencia
aquella de cátedra y música
aquella que escucha y respeta
pasión de normalista
pensamiento
copihues rojos de La Serena.
En la Universidad
los muchachos perciben
un aura en su profesor
hombre enseñando a educar
construyendo su Chile
regalando su amor.
16 de octubre, 1973.
El Maestro aún vive.
A empujones lo llevan al regimiento.
Son quince personas a masacrar.
Sin cargos ni juicio.
Sin esperanza. Sin derechos. Sin ternura.
Pero las balas no cruzan su espíritu.
Los corvos no ciegan sus virtudes.
La memoria de su luz permanece.
El fuego sigue ardiendo en el templo.
Mario Alberto Ramírez Sepúlveda, se inicio en la "Logia Renacimiento" .
Poema escrito a partir del libro de Guillermo Crovari, "Mario Ramírez Sepúlveda. Un Educador Transformador", en que se publican las cartas que el profesor escribió durante su prisión en la Cárcel de La Serena, unidas a testimonios de estudiantes y compañeros de trabajo.
Jorge Peña Hen
¿Ama usted a su hijo?.
Yo lo hice.
Visité con él los dominios de la música.
Le mostré el valor de las cuerdas.
El tiempo.
Los espíritus que habitan el silencio.
Orgulloso y alegre:
Le confié mi asombro.
Le enseñé la estatura de lo justo.
Lo hice digno de sus sueños.
Libre como genio del aire.
Arquitecto del sonido.
Elevado como la palabra "Maestro"
Y mi hijo triunfó.
No se conformó con ser justo
y fue más allá de su estrella.
Se hizo armonía y abrazo.
Creó escuelas y orquestas.
Forjó el futuro de niños.
Unió la vida y la belleza.
Yo amé a mi hijo.
El me dio luz y alegría.
Pero decenas de balas apagaron su aurora.
A cuchillo lo remataron los soldados
y avergonzados escondieron su cuerpo.
Yo amé a mi hijo.
Tal vez ello lo acercó a la muerte.
Poema inspirado en la vida de Jorge Peña Hen, y la de su padre, Tomás Peña Fernández.
Vicente Cepeda Soto
Vicente Cepeda Soto.
Escribo porque te debo mi alegría.
Los poemas que me llegan del mar.
Inmensa Luz del Norte.
Mi cielo vecino a tu cielo.
Tu fuego encendido en mi fuego.
Espíritu magnífico de Concepción.
Hermano.
Te estoy llamando.
Tu ser está en el lazo invisible.
Persistente, lluvia tras lluvia.
Desierto tras desierto.
Infinito,
como el abrazo de tu madre.
Hermano.
Te estoy llamando.
Te miro en el brillo de tantos ojos.
Te recibo en nuestra casa
en nuestro rito
en nuestros sueños.
Vicente Cepeda Soto, hijo de doña María Jacoba Soto Soto, iquiqueño, clanista, estudiante de la U. de Concepción, militante socialista, joven médico, joya en el corazón de su madre, ejecutado en Octubre de 1973 en la Comisaría de Tocopilla, junto a Breno Cuevas Díaz, inspector de sanidad, Julio Brewe Torres y Carlos Gallegos Santis, bajo el pretexto de la "Ley de Fuga".
Encontré noticias sobre la biografía de Vicente en "Porque Fuimos Médicos del Pueblo", Comisión Chilena de Solidaridad con Médicos Objeto de Represión", Ediciones Chile América CESOC, Santiago, 1993.