7 de agosto de 2013
La vida pesa
Recuerdo mis calzones de goma
El agobio por liberarme de su encierro
Su opresión
Mis manos rompiendo su existencia.
Estoy en clases de Derecho Procesal
Mi maestro leyendo línea por línea sus apuntes
Olvidando todo énfasis
Toda comunicación directa
Todo atisbo de alegría
Imagino a un hombre preso
Perdido en un siglo imposible
Torturado
Obligado a comer sus excrementos
Sin futuro
Sin saber el lugar en que se encuentra
No puedo cesar de entregar mis besos
mis manos se aplican a liberar sus ropas
Exijo que todo debe ser presente
hay firme urgencia de placer
de tiempo
de vida nueva.
Recuerdo el afán por salir de casa
mantener un espacio
no dar cuenta de mis actos
tener acceso al silencio.
La fotografía proviene de este sitio.
6 de agosto de 2013
¿Cómo mueren las ciudades?
La ciudad de las góndolas
se llena poco a poco de mar
mientras palomas
domestican a los turistas
brilla el sol sobre Santa María
y la próxima isla de David
aquella de los excluidos.
La ciudad de la luz
va haciéndose agria
en las discusiones de sus habitantes
Crece la basura en Tullerías
Desaparece la multitud de sus periódicos
Se extinguen sus borrachos
Abundan los roedores en el metro
Rosas en el Túnel del Alma
Medianoche en Cadet
En estos barrios de viento
truenan las explosiones de gas
nos agreden los incendios
aguas devoran las casas
edificios sin arte consumen el paisaje
los bárbaros nos llenan de basura
el dinero crea malls sobre el viento.
En la imagen, Venezia en 1905, de nuestro amigo plasmado en los muros de Recreo, August Macke.
La obra de Macke, proviene de este sitio.
5 de agosto de 2013
Myriam Parra Vásquez notable curadora de arte.
Ella tiene una casa y la abre a la comunidad. Allí enseña el sentido de las formas, los trabajos del espíritu sobre la luz, el betún, el óleo, las prensas.
Enseña los vínculos entre el arte y la historia y los abrazos entre imágenes, literatura y urbanismo. Nos habla de femeninas sandías y granadas. Nos muestra el dolor plasmado en rayos violetas, rojos y negros. Habla con igual cariño al sabio, al niño, al pobre y al poderoso.
Ella recibe la poesía, la acoge, la ayuda, le enseña puertas y caminos. Ella une a la gente, conecta artistas, defiende sus obras, las difunde, las expone, las conserva.
En sus salones conversamos con los más celebres creadores del país, distendidamente, con la tranquilidad que da su confianza, los juegos de su gata Trufa y su grandes ventanales sobre el pacífico.
Todo ese trabajo llena la vida y el tiempo. Significa años entregados a las artes, al pensamiento, a las emociones, a la extensión constante de la belleza, el diálogo y la cultura.
Por eso duele cuando se agrede, cuando se niega el valor del trabajo, del compromiso, de la vida entregada al espíritu humano.
Myriam Parra, los que te conocemos y hemos recibido luz de ti, los que hemos recorrido el barrio junto a ti, llevando el arte a cada casa, sabemos que eres una gran curadora, la maestra que enseña y defiende con fuerza y a costa de mucho trabajo, múltiples obras de arte, entre ellas, "Muros que Miran al Mar", la intervención urbana que tantas alegrías y tantos tragos amargos nos ha traído.
Si alguien denosta a Myriam Parra, agrede a los creadores que trabajan con ella, a su público, al arte mismo.
La fotografía proviene de La Voz de Valpo y nació de la mirada de Claudia Carreño.
Joyas sobre el Libro
La escuadra y el compás
sobre el Volumen de la Ley Sagrada
Algo informa al espíritu
Creencias y Tradiciones
Juicio recto y comprensión
Mente Abierta
No creas nada extraño sobre los dioses.
La fotografía proviene de este sitio.
4 de agosto de 2013
Muerte de Valparaíso
Nadie puede abandonar esta ciudad
Nadie se aleja del viento
Nadie sale de sus ascensores
Nadie escapa de sus ventanas.
Nadie es gigante
como para saltar sobre sus cerros
o incendiarla de una vez por todas
para que muera sin agonía
sin larga espera
sin tempestades
sin arrancarnos la vida.
La Fotografía es de Pamela Albarracín.
Me la facilitó directamente.
3 de agosto de 2013
La envidia del pene
Maribunda, maribinda, maribá
La naturaleza puso el placer
donde parecía imprescindible
Así aprendemos lo real
pararán pararán pamparan
pararán pararán pampán
- imagine aquí un limón o un membrillo-
Así crecemos
Así creamos
Así engañamos a la muerte
¡Por eso el máximo placer está en la mente!
Al caminar la razón sobre el inconsciente
¿O será al verre?
Tururín tutururín tantutu
Tururín tururín tantán
Al comprender
Dijeron cientos de niños
en el patio de cemento
Al probar un vaso de agua
cuando se tiene sed
dijo el profesor de lenguas
Al cantar
sintieron los sencillos
En la ola del orgasmo
dijimos muchos
entre grandes risas
y miradas benditas.
Al ver un hijo sano
reconocimos después.
Pero Erica
por años
la esposa de un psiquiatra
envidia al pene
con cierta ironía
pumpara pumpara pumpararán
porque busca copas vacías
y fecunda la humedad
- imagine aquí la lluvia-
de casas, túneles,
óvulos de sol.
Lo envidia
y sin pudor lo llama
borrador de comezones
helicóptero en medio de la selva
plenitud del poema
nave galáctica
poderosa llave de sol.
En lo que a mi concierne
como tengo pene
y aún se eleva hasta Venus
-yaaaaaaaaaaaaaaaaaaa-
me basta con inspirar
para que otra
lleve mi luz en su cuerpo
le de misteriosa forma
-imagine una estrella abrazando a un cometa-
sume alegrías y canciones
la alimente con su vida
la deje vivir en mis ojos.
Este texto es un pequeño homenaje al gran poema de Erica Jong, Envidia del Pene.
Envidia del pene
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad
el cuerpo de una mujer,
que esperan que su anhelo
haga un niño,
que su oquedad misma
fertilice lo oscuro.
Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,
ya que son a la vez
casas y túneles,
copas y las que escancian el vino,
ya que conocen el vacío como estado temporal
entre dos plenitudes,
y no ven en ello ningún romance.
Si yo fuera hombre,
condenado a esa infinita vaciedad,
y no teniendo alternativa,
encontraría, como los otros, sin duda,
una mujer
para bautizarla Vientre de Luna,
Madona, Diosa del Cabello de Oro
y hacerla tienda de mi deseo,
paracaídas de seda de mi lujuria,
icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,
madre de mi hambre.
Pero ya que soy mujer,
debo no sólo inspirar el poema
sino también escribirlo a máquina,
no sólo concebir al niño
sino también darlo a luz,
no sólo dar a luz al niño
sino también bañarlo,
no sólo bañar al niño
sino también alimentarlo,
no sólo alimentar al niño
sino también llevarlo
a todas partes, a todas partes...
mientras que los hombres escriben poemas
sobre los misterios de la maternidad.
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad.
El retrato de Erika Jong proviene de este sitio.
El poema de Erika Jong proviene de este sitio.
La naturaleza puso el placer
donde parecía imprescindible
Así aprendemos lo real
pararán pararán pamparan
pararán pararán pampán
- imagine aquí un limón o un membrillo-
Así crecemos
Así creamos
Así engañamos a la muerte
¡Por eso el máximo placer está en la mente!
Al caminar la razón sobre el inconsciente
¿O será al verre?
Tururín tutururín tantutu
Tururín tururín tantán
Al comprender
Dijeron cientos de niños
en el patio de cemento
Al probar un vaso de agua
cuando se tiene sed
dijo el profesor de lenguas
Al cantar
sintieron los sencillos
En la ola del orgasmo
dijimos muchos
entre grandes risas
y miradas benditas.
Al ver un hijo sano
reconocimos después.
Pero Erica
por años
la esposa de un psiquiatra
envidia al pene
con cierta ironía
pumpara pumpara pumpararán
porque busca copas vacías
y fecunda la humedad
- imagine aquí la lluvia-
de casas, túneles,
óvulos de sol.
Lo envidia
y sin pudor lo llama
borrador de comezones
helicóptero en medio de la selva
plenitud del poema
nave galáctica
poderosa llave de sol.
En lo que a mi concierne
como tengo pene
y aún se eleva hasta Venus
-yaaaaaaaaaaaaaaaaaaa-
me basta con inspirar
para que otra
lleve mi luz en su cuerpo
le de misteriosa forma
-imagine una estrella abrazando a un cometa-
sume alegrías y canciones
la alimente con su vida
la deje vivir en mis ojos.
Este texto es un pequeño homenaje al gran poema de Erica Jong, Envidia del Pene.
Envidia del pene
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad
el cuerpo de una mujer,
que esperan que su anhelo
haga un niño,
que su oquedad misma
fertilice lo oscuro.
Las mujeres no se hacen ilusiones sobre esto,
ya que son a la vez
casas y túneles,
copas y las que escancian el vino,
ya que conocen el vacío como estado temporal
entre dos plenitudes,
y no ven en ello ningún romance.
Si yo fuera hombre,
condenado a esa infinita vaciedad,
y no teniendo alternativa,
encontraría, como los otros, sin duda,
una mujer
para bautizarla Vientre de Luna,
Madona, Diosa del Cabello de Oro
y hacerla tienda de mi deseo,
paracaídas de seda de mi lujuria,
icono ojiazul de mi sagrada comezón sexual,
madre de mi hambre.
Pero ya que soy mujer,
debo no sólo inspirar el poema
sino también escribirlo a máquina,
no sólo concebir al niño
sino también darlo a luz,
no sólo dar a luz al niño
sino también bañarlo,
no sólo bañar al niño
sino también alimentarlo,
no sólo alimentar al niño
sino también llevarlo
a todas partes, a todas partes...
mientras que los hombres escriben poemas
sobre los misterios de la maternidad.
Envidio a los hombres que pueden anhelar
con infinita vaciedad.
El retrato de Erika Jong proviene de este sitio.
El poema de Erika Jong proviene de este sitio.
2 de agosto de 2013
Se salvarán los 9 murales de Calle Balmaceda
Obra de Klaudio Vidal emplazada en Calle Balmaceda |
En Galería Casa Verde, el uno de agosto reciente, recibimos la visita del gerente general y la arquitecta de la empresa que construirá un centro comercial en Calle Balmaceda, la Inmobiliaria ISB, asociada a Salcobrand y otras firmas comerciales.
Nos expresaron que la política de la empresa es respetar el valor patrimonial/ cultural de los emplazamientos, y que ignoraban la existencia de los murales.
Como responsables de proyecto “Muros que miran al mar”, les señalamos nuestro deseo que los murales sean preservados.
En breve plazo entregarán un proyecto para conservar los murales de calle Balmaceda.
Coincidimos en que las obras deben quedar sin contaminación de propaganda comercial, preservando su rol cultural.
Coincidimos también en asegurar la iluminación nocturna de los murales y preservar los créditos del Gobierno Regional, la Agrupación de Juntas de Vecinos, el artista reproductor de las obras, la Curadora y el autor de la visión poética.
Acordamos que la Curadora analizará y visará el proyecto para velar por la preservación de los valores estéticos y culturales en juego, antes de que comiencen los trabajos.
Agradecemos a La Estrella, a los medios de prensa en general y a toda la comunidad que se puso de pie para cuidar su patrimonio e identidad.
Myriam Parra
Directora Casa Verde y Curadora del Museo
Gonzalo Villar
Poeta y Presidente de Fundación Tempestad- Entidad Administradora del Museo
Incendio en Templo de Francisco
Se quema el templo de lo alto
Apenas unas quebradas nos separan
Francisco. Patrono de los disidentes
Conciencia del desapego
Hombre Naturaleza
Buda hecho cristiano
Gran caminante sobre el fuego
Humilde en su esplendor
Espíritu que domina las llamas
Faro de Valparaíso
Pronto resurgirá desde la piedra.
La acacia me es conocida
La acacia me es conocida
Soy una expresión del sol
Renazco desde la sombra
Viajo en la palabra
Soy parte de la Unidad
Lo permanente
Lo incondicionado.
La acacia me es conocida
Soy una expresión del sol
Soy otro a través del amor
Soy más que el ego
Soy tú a través de la palabra
Soy tú por medio del amor.
La acacia me es conocida.
Vivo y renazco en ti
Soy Luz
Soy Hiram
Soy el Dios de los Salmos
Me llamo también Humanidad.
La imagen proviene de este sitio.
1 de agosto de 2013
Producciones El Deseo
El deseo ordena e insiste.
Gigante que manda.
Frágil ante el aroma
y la música.
Sensible al roce.
Mimético. Celoso.
Infecto de envidia.
Pero, hay varios deseos.
Unos altos y permanentes.
Unos flexibles.
Otros urgentes e invencibles.
El deseo nace de lo que falta.
Crea carencias.
Se llama también "querer".
La fotografía de Penélope Cruz dejándose llevar por el aroma, proviene de la cinta "Volver", dirigida por Pedro Almodóvar y desarrollada por "Producciones El Deseo". La imagen proviene de este sitio.
31 de julio de 2013
Cita en Recreo
El genio del color ha muerto.
August Macke es silencio en las trincheras.
Lejos está su alegría y el Jinete Azul.
Nunca saldrá del fango y el gas mostaza.
Nunca dejará 1914.
Nunca llegará a la cita con su esposa.
No volverá a pintar su rostro.
La plenitud de su cuerpo.
Su mágica afición por los sombreros.
Gonzalo Cienfuegos lo sabe o lo intuye
y cumple en Recreo la
cita frustrada.
Rescata los cuerpos de sus tumbas
y deja el sombrero como pista.
Ayer, en un acto de defensa de los nueve murales que serán
demolidos en Recreo, un parlamentario me preguntó por el significado de “La
Cita”, de Gonzalo Cienfuegos, adaptada por Claudio Francia a los muros de Recreo.
Mi mente ya había identificado el sombrero con el
expresionismo alemán, pero en ese momento vino a mí la epifanía. El fantasma
que acompaña a la modelo es el pintor alemán, August Macke, que ha muerto a los 27 años en la
Gran Guerra y regresa como espíritu a la cita con su musa y esposa
Elizabeth Gerhardt.
A los 16 años se topó con Elizabeth camino a la escuela. Se
hizo amigo de su hermano para acercarse a
ella y se ofreció a retratarla para conocerla y enamorarla.
Ahora noto las similitudes entre el personaje del pintor y el autorretrato de Macke, realizado en 1906.
Ahora noto las similitudes entre el personaje del pintor y el autorretrato de Macke, realizado en 1906.
Retrato de su esposa www.wikipaintings.org |
Tienda de sombreros www.2ndart.com |
Autorretrato hacia 1906 www.wikipedia.com |
Fotografía August y Elizabeth www.vevidoo.de |
El Templo de Cariño Malo
Cocina libre de microondas
escribió Rita
sobre la puerta
que abre el paso a sus hornos.
"Conócete a ti mismo"
"El hombre es lo que come"
"Su placer es mi trabajo"
Son frases que quedaron en silencio.
Ondas electromagnéticas
son las culpables.
Celulares calentando la comida
Moléculas alteradas
Alimentos mal cocidos.
¿Será verdad tanto peligro?
Infórmese, me dijo Rita
Maga de la cocina.
30 de julio de 2013
Hoy sigue el mar sobre la tierra
tal vez siempre estuvo allí
igual que el nombre de la rosa
igual que los ojos de Isidora.
Me tejo y me destejo.
Me comprendo
y hallo nuevos misterios.
Me acerco
y me vuelvo a alejar.
El océano estaba sobre los árboles
Íbamos por Camino Real
y vimos al océano
encaramado
en ramas de otoño
No es el mar dijo Isidora.
Apenas es una visión
alcanzo a medio pensar.
Brevemente.
Antes de abrazar a Myriam
disfrutar su torta
agradecer la realidad.
29 de julio de 2013
Cumpleaños en Recreo
Para la que está de cumpleaños hoy:
El silencio. Las alas. El tiempo.
Para ella, los colores, el agua,
la aurora, los vientos.
Para ella, hijos y nietos.
Ligero crecimiento de jazmines.
Territorio para ojos y labios.
Bullicio en sus salas.
Sol emergiendo del suelo.
Cuerpo y Contexto
En mi cuerpo.
Árboles, azahares y clementinas.
Higos.
Antigua humedad de veleros.
Agua que estuvo en el viento.
Tengo una sala de besos.
Un remolino de sueños.
Las manos que cuidan a mi hija.
Animales que cruzan por mi centro.
En mi cuerpo.
El futuro y el cielo.
Granadas mordidas en la lluvia.
Alcachofas molidas.
Manzanas ralladas.
Leche y café que me esperan.
El autorretrato de Frida Kahlo proviene de www.wikipaintings.org
Revelación sobre Gabriela y Cardonal
Un meteorito cayó sobre Gabriela
El amplio cielo de Pascua.
nos la llevó.
Luego comencé una carrera en Valparaíso. Apenas podía mover mis piernas hacia nuevos y extraños estudios.
Un hombre azul me acompañó desde Barón. Me llevó al laberinto interior del Cardonal. Recorrimos su extenso Museo vacío y desapareció al salir, cuando caí en una playa inexistente, cuyos guardias me llenaban de preguntas y me impedían salir de esa realidad imposible.
Nunca llegué a mi destino.
El amplio cielo de Pascua.
nos la llevó.
Luego comencé una carrera en Valparaíso. Apenas podía mover mis piernas hacia nuevos y extraños estudios.
Un hombre azul me acompañó desde Barón. Me llevó al laberinto interior del Cardonal. Recorrimos su extenso Museo vacío y desapareció al salir, cuando caí en una playa inexistente, cuyos guardias me llenaban de preguntas y me impedían salir de esa realidad imposible.
Nunca llegué a mi destino.
28 de julio de 2013
Cuestiones de estilo
¿Qué sobra en un poema?
¿Qué se extraña?
¿Qué abunda en sus silencios?
¿Cómo lo recibe la voz?
¿Es acaso una música?
¿Qué hay en cada palabra?
¿Son banderas las letras?
¿Termina el poema en el texto?
¿Extiende su mano a las ciudades?
¿Rompe algo?
¿Dónde se inicia un poema?
¿Lo sabe acaso el autor?
¿Quién creó sus palabras?
¿Quién las hará vivas en el futuro?
El Zar es gentileza del pintor ruso Borís Kustódiev. Proviene de www.wikipaintimg.org
Repítalo cien veces
La honestidad común no basta. La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta. La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta. La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta. La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta. La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.La honestidad común no basta.
27 de julio de 2013
Esperando el Tsunami, obra de Flavio Galleguillos, inserta en una tradición universal.
Recreo, julio de 2013.
Los poetas de Latinoamericana, al igual que aquellos primeros escribientes de Mesopotamia, hemos crecido alimentados por el terror, desde aquel tiempo remoto en que Trengtreng filu y Kaykay filu se enfrentaban mediante grandes olas, terremotos y erupciones volcánicas, mucho antes de la llegada de las espadas, las armas de fuego y los hombres montados en corceles.
Vuela entre nosotros la sensación de que la tragedia volverá repetirse, la recibimos con la leche, particularmente, tras los golpes y autogolpes que caracterizaron a nuestro subcontinente luego de la segunda guerra mundial, frecuentemente en un marco de constantes catástrofes naturales.
Pero, no estamos solos en ese temor, se trata de algo universal y profundamente humano.
A través del mito sumerio de Gilgamesh nos han llegado las primeras noticias de la destrucción generalizada, el diluvio. Esas tablillas de barro, confeccionadas hace más de cuatro mil años, entregan luz sobre la vida infinita que ganan los héroes durante el desastre, al enfrentarse a él y superarlo. Por ello, Utnapishtim, el salvador de los sumerios, se hace inmortal y su pariente literario Noé – que significa consuelo- alcanza a vivir cientos de años.
“Nunca fuimos más libres que durante la ocupación alemana” nos confesó Jean Paul Sartre y a nosotros nos hace mucho sentido, porque enfrentados a decisiones de vida o muerte, de honor o vergüenza, atisbamos el cielo abierto de la libertad, dejando nuestra pequeñez para acercarnos a la heroicidad trascendente.
Esa contraposición entre héroes, habitantes privilegiados de la literatura y seres mortales corrientes, ajenos al acontecer de las artes, permite que el aventurero y tramposo Ulises regrese a una Itaca universal e infinita y, en cambio, el calmado Hans Castorp, se diluya en el Gran Océano de la Muerte, tal vez en el barro sangrante del Maine o de Verdún, y que, paradójicamente, gracias al genio de Thomas Mann, se haga inmortal en su enfermedad y su timidez.
Entre nosotros, con certera maestría, “Cien Años de Soledad” logra describir todo el ciclo de destrucción a que están condenados los habitantes de la América Macondina, dejando caer sobre ellos el fuego de la guerra, el implacable diluvio, la peste del olvido y toda clase de maldiciones.
Flavio Galleguillos nos transmite ese temor en “Esperando el Tsunami”, miedo casi inconsciente que infecta las mañanas de primavera y carcome la superficial tranquilidad de la “classe moyenne”, a la que despreciamos y a la que pertenecemos.
Y sin embargo ese temor, configura un estado de ánimo vigoroso y alerta, en contraposición al fracaso personal, la derrota existencial y la vida equivocada que Flavio nos revela sombríamente en su primer libro “Poesía Equivocada”. No se expresa por el autor, pero se intuye a la luz de la tradición, el diluvio es la oportunidad de vivir intensamente, la oportunidad de convertirse en héroe.
Ingresemos al poema que da nombre al libro, “Esperando el Tsunami”:
“El paisaje no puede ser más iluminado: el mar azul turquesa apacible y quieto de fondo, los jardines de las casas burguesas en los cerros de Recreo: explosiones de verde, blanco y la vida vegetal buscando su energía en el aire transparente y fresco del día soleado. Los transeúntes de la mañana laboral se dirigen a sus trabajos en el puerto, una extraña armonía de cosas que se repiten con una mecánica inexorable. Mientras yo voy dispersándome sin sentido en estados contemplativos y sensaciones fragmentarias, en la inmensidad del planeta azul el agua dominante prepara una inesperada y decisiva devastación total que borrará todo vestigio humano de la superficie de la tierra”.
El poema de Flavio se cruza con las palabras de Rubén Darío en “El Coloquio de los Centauros”, que ya observa el poder del vacío al interior de las mañanas luminosas.
¡La Muerte! Yo la he visto. No es demacrada y mustia
ni ase corva guadaña, ni tiene faz de angustia.
Es semejante a Diana, casta y virgen como ella;
en su rostro hay la gracia de la núbil doncella
y lleva una guirnalda de rosas siderales.
En su siniestra tiene verdes palmas triunfales,
y en su diestra una copa con agua de olvido.
A sus pies, como un perro, yace un amor dormido.
Enrique Lihn, nuestro experto en muerte, resume esta identidad entre vida y extinción, expresando: “Ahora sí que te dimos en el talón. La muerte de la que huyes, correrá acompasadamente a tu lado. Buenas noches, Aquiles.”
Ah poetas, con plena lucidez, una y otra vez nos recuerdan que todo es efímero y carcomido por la muerte; y nos invitan a ver las cárceles más allá del fulgor de las acacias, nos muestran el desamparo de los niños, más allá de nuestro jardín de rosas, y, bajo el cielo tan amplio y nuestro, nos hacen evidente el flagelo de la ignorancia en la mitad de la población que no logra comprender una página escrita. No es que el diluvio se acerque. El diluvio está entre nosotros.
Con el riesgo de exceder las reglas de estilo, propias de la presentación de un libro ajeno, considero ineludible consignar la vecindad entre el trabajo de Flavio y las líneas que llevo escribiendo desde hace algunos años.
Ambos somos ochenteros, maduramos escuchando a Los Prisioneros y Soda Stereo; desarrollamos la misma profesión profana; coincidimos en torno a la destrucción que viene; y participamos de una comunidad lárica centrada en Recreo.
En efecto, dediqué el poemario “Prófugos de un aguacero azul” a la temática de la destrucción que se repite y a la capacidad de las artes para conservar el presente.
En “Iniciación y Poesía”, mi último trabajo, he tenido una parcial recaída en dicho tema:
La piedad está llena de memoria.
Nadie te responde nada.
Nadie sufre tu luto.
Nadie perdura en tu lluvia.
Nadie la nombra: piedad.
Por eso, volverán a encerrarnos,
sembrarnos como luz en la tierra,
hacernos perder la esperanza,
prohibirnos incluso cantar.
Volverán los campos vacíos,
la secreta voz de las hélices,
los golpes como fuego de piedras,
la vida cayendo en el mar.
Volverá la memoria vaciada,
los niños creciendo sin cielo,
perdidos en otros países,
jugando a dejarse matar.
Pero, la última entrega de Flavio no se agota en el desarrollo del temor por la catástrofe que retorna, aborda la poesía con admirable serenidad y sencillez, registrando para el devenir, unos trazos de su vida punky, budista y vegetariana. Posee una sola línea que delata su formación jurídica – “la rigidez cadavérica”- , e ilumina con algunos fragmentos que hablan de sus lecturas de los antiguos Maestros Chinos.
En el campo de lo íntimo es más parco, apenas entreabriendo las puertas de sus espíritu, nos entrega unas pocas noticias sobre su alternancia de ex novias, que fundamenta una conexión sutil y pesimista entre el autor, Felipe Camiroaga y Gustavo Ceratti.
Flavio se muestra más generoso al guiarnos en un viaje por el Continente, por la Ruta 68, por las calles oceánicas de Recreo y por la terrible inmensidad de nuestro cielo. Viaje que nunca se limita a lo externo y que posee siempre implicancias en el laberinto interior.
Turbulencias sobre el océano
Turbulencias en el vuelo y en el corazón. A 3000 kilómetros de tierra firme, este viaje hacia ningún lugar se repite, como el déjà vu de una tristeza circular.
En las Fotografías, Flavio, su hermana Ximena y su cuñado.
La muchacha de trenza es Teresa, dueña de casa en "La Tetera Mágica", de calle Serrano. La trajimos desde Praga para iluminar la hora del te.
En las Fotografías, Flavio, su hermana Ximena y su cuñado.
La muchacha de trenza es Teresa, dueña de casa en "La Tetera Mágica", de calle Serrano. La trajimos desde Praga para iluminar la hora del te.
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