La casa tiene gárgolas invisibles,
un centenario olivo que reúne
espíritus en su sagrada madera,
humedad recitando en la quebrada,
gato negro encerrado en un cuadro,
miles de de lápices silenciosos,
trapecio llamando a la ternura,
bendito rojo en las sandías,
aroma perfecto del café,
pan con semillas amarillas y verdes.
Las hierbas del bosque
duermen bajo la luz del verano,
hay distintos colores en las puertas,
poemas descansando en el adobe,
botes arriba de lo ojos,
una mesa repleta de sonrisas,
niñas correteando en los pasillos.
¿Les conté del sol que habla en los cristales?
la cercana presencia de las olas,
los peces subiendo las escalas,
el pequeño reino de tomates,
las estrellas con su puerta en el techo,
la buena gente,
demasiado,
demasiado humana.