7 de agosto de 2010
Derrumbe
Mudos,
los obreros están bajo el derrumbe,
furiosos en su silencio,
vigilantes,
vencedores sobre el miedo
y la poderosa Tierra.
Sus familiares los lloran
y miles de almas
buscan a toda marcha
su alegría,
sus manos de gigantes,
los niños que dejaron el aula
para bajar al laberinto,
hallar su propia piedra,
sepultar sus cuerpos.
La imagen corresponde a la obra “Minero”, de Vania Yunusic Puelma y proviene de www.artelista.com
6 de agosto de 2010
juventud del mundo
Somos la juventud del mundo,
fuego de ceremonias,
lluvia gruesa de invierno,
multitud de círculos,
luna de primavera,
poemas que aman su futuro.
Somos grito del mar,
árbol que ríe en el bosque,
canto grave de las cordilleras,
libro y mirada de obreros,
pasión hecha ronda,
fuerza hecha luz.
Somos madres y padres,
horizontes,
volcanes,
rosales en el desierto,
pueblos que construyen
su paz.
Somos tiempo y espíritu,
conciencia del otro,
obreros del compartir,
luces perdidas en la sombra,
flores que retornan en la aurora.
Poema inspirado en carta de Marcelo Concha Bascuñan, escrita desde el campo de de prisioneros de Chacabuco, fechado en enero de 1974.
En esta carta, relata como intuyó el nacimiento de du hija María Paz Concha Traverso, habla de su amor y de la solidaridad entre los presos.
En la imagen está ella, hija de de aquella primavera.
La foto proviene de su blog.
5 de agosto de 2010
Probé del fruto buscado por Jesús
Hoy creció una higuera en mi jardín.
En sánscrito,
cada hoja tiene el nombre de una estrella,
Eva y Adán, dejaron su olor
de barro en el entorno,
los retos de Jesús tienen una placa de oro,
bajo ella, crecen flores de loto
donde aún se divisan
las manos y los ojos de Buda.
Las raíces como brazos de luz,
buscan agua más allá de este mundo
e intentan dos frutos por año,
dos grandes seres en Piscis,
dos en nuestro Orden de Acuario.
Una loba y dos gemelos
llegaron también a mi jardín,
anuncian la paz en las ciudades,
fronteras diluidas y ajenas,
futuro castigado por la vejez,
ancianos vencidos por la pobreza.
Anuncian también
el fin de los niños,
la huída de flores y libros,
la era del conocimiento,
la intuición
y la ignorancia.
Animado por tantas visiones,
recogí el taksh
y comí de aquel fruto buscado por Jesús,
su sabor era solar
como un buen vino blanco
y tenía secretos de amor
en buena esperanza.
La higuera, una de las primeras plantas cultivadas por el ser humano, ha sida premiada por los poetas, que la han llevado al paraíso bíblico, la han asociado a Buda a Rómulo y Remo y a Jesús.
Según los Evangelios, poco antes de atacar a los mercaderes del Templo, Jesús retó a una higuera por no dar frutos fuera de temporada y con su poder la secó. Algunos dicen que buscaba taksh, el brote primaveral de los higos palestinos, que también pueden ser consumidos.
4 de agosto de 2010
Amanece en Recreo
El día va tomando un color irremediablemente celeste,
hacia el sur, nuestra águila domina el reducto de las sombras,
el norte y el oriente se asoman por la ventana de la cocina,
repletos de carros rojos que insisten en formar el mediodía,
marcando el arribo del futuro,
el monarca dorado del día,
el mago que eleva los árboles
y bendice el rocío.
El Océano está calmado y expectante,
desde mi roca, su superficie parece
el cabello ondulado de un hombre gris,
sólo a lo lejos se divisa un barco,
mientras que en esta calle Portales,
fluye el reclamo ronco de los motores.
En algún lugar,
los escolares beben su café con leche,
los amantes se despiden,
los médicos entregan su turno,
los periódicos caen en medio de los patios,
la Luna juega a gobernar la noche.
Seguro que mi padre alista su clase de las ocho,
mi hermana besa a sus hijos,
mi hermano examina a su primer paciente,
mil aviones aterrizan en todo el mundo.
Hoy no tengo audiencia ni alegato,
sólo debo escribir poemas,
repartir abrazos,
estudiar expedientes,
escuchar problemas,
buscar los misterios ocultos
de esta luz.
La imagen pertenece a David y proviene de este sitio.
En el flickr de Erwin Thieme pueden apreciarse imágenes de Recreo, el barrio asociado a este poema.
3 de agosto de 2010
vida en el espejo de la muerte
siempre estamos a un plaf de perderlo todo,
separados por un semáforo,
la llave del gas,
frenazo tardío,
pastilla equivocada,
piquero en aguas bajas,
jabón sonriendo en la tina,
virus en el metro,
torpeza de un ebrio en el cruce que viene,
hábitos de sales y grasas,
células asesinas,
manos mojadas en los cables,
maridos celosos,
mayonesa casera,
hongos porfiados,
agua en las baldosas,
un disparo durmiendo sobre el piano.
pero aún no ocurre,
todavía respiramos estrellas,
nos llenamos de abrazos,
aplaudimos la nata de la leche,
mordemos manzanas,
defendemos mujeres sencillas,
pintamos trazos sobre la tierra,
dejamos hilos de luz,
palpamos latidos del océano,
escuchamos la voz de nuestros hijos,
cantamos y bebemos la música,
calentamos empanadas en hornos de barro,
reímos,
cerramos los párpados y viajamos al mar.
En las imágenes, observamos distintos autorretratos de Pablo Ruiz Picasso, encabezados por el de su propia muerte.
2 de agosto de 2010
Isidora en la ciudad
Isidora corre para darme un abrazo,
baja saltando la escala,
se esconde en el patio,
saluda a la gente en la calle
y en el restorán,
se sienta conmigo en el cine,
vamos juntos al baño de damas
y al de hombres,
se esconde entre las ropas
de las tiendas,
habla, habla y habla,
duerme profundo
apenas sube a su silla de auto,
ama Toy Story,
come churros y helados,
busca a su mamá,
pide mis brazos cuando llueve.
En la imagen, Isidora junto a su primo Nicolás, en los ojos de Cecilia Bordones, su tía abuela.
1 de agosto de 2010
Dios está en todas las bodas
Dios es un árbol con zapatos azules,
un beso extraviado en un burdel,
profeta contra la pena de muerte,
aguacero vestido de arco iris,
prisionero y amigo de condenados,
nada de omnipotente,
sereno, escuchante, perdonoso,
grande enemigo del hambre y la ignorancia,
indignado con sus cardenales,
voluntario contra la guerra y la tortura,
femenino y masculino a la vez,
presente en todas las almas,
ocupado del que sufre,
encadenado en los hospitales,
libre en las bibliotecas,
científico, intuitivo, musical,
definitivamente artista,
presente en todas las bodas,
feliz con el matrimonio gay,
la pastilla del día antes
y la del día después.
31 de julio de 2010
tres de la madrugada
Comprendo la timidez del día viernes,
los nudos en el cuello de Gabriela Krisam,
las banderas en las casas del barrio alto,
los ojos de los niños con cáncer,
los libros en la biblioteca de Próspero,
el olor a chocolate de mi tabaco.
Vivo en la palabra de los profesores,
con perfumes salinos de mi barrio,
aromas vivos de lo verde,
tierra negra del invierno,
lluvia sobre Curiñanco y Antilhue,
balaceras en Nablus y Shebaa,
rayos que frecuentan mi verano.
Bebo champaña
con necesaria frecuencia,
admiro el pan de Estambul
los más distintos quesos,
el vino con toques de mora,
el yogurt de mis mañanas,
los postres con naranjas,
miel de palma, azúcar quemada.
Grabo miradas de mi hija,
la observo hacer “el árbol”
en sus días de yoga,
la escucho decir “un besito”,
“tengo que taparme la boca”,
“papá, gracias por el regalo”
Mi retrato representando el rol de Próspero, es un regalo de Pía Gómez.
30 de julio de 2010
Brujo de Chiloé
Me comporto como un mueble.
un zancudo, un yoghurt,
hablo claro con las zanahorias,
obedezco a los zapatos,
me baño en gotas de rocío,
bebo rayos del primer sol,
siempre doy el primer beso.
Tengo un teléfono rojo,
soy obispo de Quicaví,
robo a las almas en pena,
enfado al Imbunche,
me convierto en Tue Tue,
felino, mosca,
ratón
que bebe saliva
y aplica su magia a las rosas.
Soy fuerte y antiguo
como la madera de una Iglesia,
me abrigo con ponchos
tejidos por viudas,
siempre miro las estrellas,
pongo mi rostro
en el humo de los cigarros,
viajo en dardos invisibles,
jamás ataco a los pobres,
nunca salgo de un círculo encendido.
Vivo en los bosques del Pacífico,
bajo los manzanos silvestres,
en los túneles del metro,
las alcancías de los niños,
los dedales de las abuelas.
La imagen proviene de este sitio.
El sitio "Memoria Chilena" nos informa sobre el célebre juicio a los brujos de Chiloé en el siglo XIX.
29 de julio de 2010
Rudolf Hess
Alejandría está a dos saltos de Berlín y de Londres,
así como el macedonio está a un paso de Federico
y del Virrey de la India.
Hay una biblioteca que tiene puertas hacia las tres
urbes, mientras los espías y los traidores
van llevando luces y engaños de un lado a otro.
Comienza el siglo de las bombas y las mujeres,
mientras el temor de los dueños
tiene el rostro de labriegos y obreros
que atacan palacios, bancos y gobiernos.
Los generales de Berlín,
los mismos que enviaron a Lenin contra el Zar,
propugnan la guerra con Francia
y la revancha de todas las revanchas.
En cambio, los camisas negras
prefieren el combate en el Este,
un espacio para repartir granjas
y acabar con los soviets,
sus empresas colectivas,
su ejército de obreros, judíos y sargentos.
Los espías rojos, azules
y pardos, comienzan su labor
de guiños y fintas,
infiltrando y dejándose infiltrar,
combatiendo y ayudando a combatir.
Los británicos tienen un hombre
en Münich, el hijo de una inglesa
radicada en Alejandría,
trabaja para la Corona
desde el año catorce
cuando dejó las islas para
volar pequeñas misiones
en las ruidosas
máquinas del infierno.
Tras el armisticio,
le ordenan unirse
a los cuerpos sombríos de Alemania,
la Sociedad de Thule,
las fuerzas de choque
contra la Joven República Soviética
de Baviera,
contra de la Democracia de Weimar,
contra bolcheviques, hebreos y masones.
Se hace amigo de Hitler
y le sigue en todas sus andanzas,
juntos intentan un golpe de estado en Münich,
fracasan y comparten la prisión,
juntos escriben “Mein Kampf”,
se convierten en dos caras
del mismo furor,
dos armas del mismo guerrero.
Derrotado en su intento
de remitir el fuego hacia Oriente,
Rudolf Hess consigue clemencia en Dunkerque
y luego tiene su jornada de oro
al definirse la operación Barbarroja,
sacando el centro de la guerra
de los cielos de Londres.
Sin embargo,
ya en la mira de la GESTAPO,
la noche siguiente al bombardeo
del Parlamento Británico,
Inglaterra necesitaba de los Nazis
un gesto de fractura,
Rudolf recibió el mensaje pactado
y tomó un bimotor Messerschmitt
- último invento de la guerra -
para pilotearlo en la oscuridad,
como buen James Bond de blanco y negro,
hasta el Palacio del Duque de Hamilton
en la fantasmal y nórdica Escocia.
En Berlín dejó una carta al Führer,
describiendo su viaje como un intento de paz
y un llamado a los atlantes arios de Albión.
Aunque reconociendo los riegos de la aventura,
permitía declararlo loco si algo salía mal.
Y así ocurrió,
la inexistente oferta de paz fue rechazada,
el pueblo Ruso tuvo que asumir
la sangre y el esfuerzo de la batalla
y el gran agente Rudolf
pagó con 40 años de prisión y drogas
sus servicios ocultos al Monarca.
Aunque un informe médico
dice que el hombre de Spandau
fue un doble, un amnésico
con el cerebro lavado por los fármacos,
aislado de la familia y del mundo,
encerrado en su vacío,
asesinado en su exclusiva celda,
último prisionero
de su propia guerra.
La imagen proviene de este sitio. En la foto se aprecia como Hess, organizador de los Juegos Olímpicos de 1936, acompaña a Hitler al estadio.
28 de julio de 2010
Magaly en la Feria de "El Belloto"
Hablemos de Geometría
- dijo Magaly-
mientras ordenaba
una pila de zapallos
en la feria de “El Belloto”.
Eran apenas las seis de la mañana
y la mujer de 30 años
se sanaba entre verduras y gritos
de sus varios años
de estadía en el laberinto.
Había sobrevivido
gracias a su capacidad de silencio
o mejor dicho:
su habilidad de de huir a otro lenguaje,
vestida de rojo, verde y celeste,
viendo telenovelas con los toros,
fumando a escondidas con el Minotauro.
Mientras yo pensaba en su epopeya,
ella se explayaba sobre π
y su búsqueda del cuadrado imposible,
comentaba sobre los viajes de Orfeo,
disertaba sobre el sentido
de las pirámides y las rosas.
Ella hablaba
y su cabello comenzó a tender
una escalera hacia el cielo,
un espiral rubio
que se empinaba sobre las nubes
y las capas del alma,
una línea hacia el centro,
un lazo entre ella
y el buen sol.
Los zapallos, las uvas
y los niños,
abrieron su ojo especial
para observar todo esto.
Incluso algunos
subieron por la escalera
y bajaron luego de varios días,
helados como una noche de estrellas,
con luz en las manos
y con los mismos ojos gatunos
de Magaly.
La imagen proviene del facebook de Magaly Cisternas.
27 de julio de 2010
hambre
¿Cómo leen los hambrientos?
¿Cómo perdonan?
¿Cómo mueren de amor?
Recuerdo un comedor popular en Buenos Aires,
el hombre que comió los huevos azules,
Carla caminando desnuda sobre la mesa,
lo que aprendimos de los hambrientos,
el grito de sus ojos,
el latido gris de su pena.
Recuerdo la gente comiendo de la basura,
compitiendo con perros y roedores,
muy cerca de las grandes tiendas,
el obelisco, los restoranes,
el lugar en que se entregan las ostias.
Recuerdo que nunca he tenido hambre,
ni siquiera un tarro de neoprén en mis manos,
pero la lluvia no deja de caer sobre mi cuerpo
y me acecha la miseria de los barrios,
los niños vendiendo monos,
el frío aplastando mis lamentos.
La imagen proviene de este sitio
26 de julio de 2010
un poema para cada sol
Llevo 214 días escribiendo un poema para cada sol,
incluso en las jornadas de terremoto y muerte.
¿Que he obtenido con ello?
la extensión de los temas,
el ensayo de excluir los puntos y las comas
a la manera ruda de Apollinaire,
los poemas gay y lésbicos,
los gritos de barricada,
religiones y misterios,
almas de amigos,
diálogo con el cine y la pintura,
con objetos del hogar,
frutas y colores,
inventos de cocina,
hembras de la vanguardia,
Shakespeare,
rosas que crecen en Palestina,
lazos de mi propia boda.
Descubrí sentidos en mis sueños,
conexiones con Beatriz,
bosques en el alma de Isidora,
disparos en Stalingrado,
reacciones de miedo,
pudor y alegría en mis lectores.
Escribí mirándome en vuestros espejos,
aprendiendo del silencio y del aplauso,
del rechazo y la polémica,
del ejercicio de completar y sumar,
haciendo evidente que somos uno,
miles de gotas en el mismo mar.
Recorrí laberintos de mi alma,
usé poemas como dardos,
me detuve en los santuarios,
abusé de vuestra luz
y vuestra paciencia,
tropecé con ángeles y un árbol azul,
jugué naipes con los toros,
hilé historias de tango,
abracé a mis abuelos,
conversé con mis muertos,
no olvidé el amor.
incluso en las jornadas de terremoto y muerte.
¿Que he obtenido con ello?
la extensión de los temas,
el ensayo de excluir los puntos y las comas
a la manera ruda de Apollinaire,
los poemas gay y lésbicos,
los gritos de barricada,
religiones y misterios,
almas de amigos,
diálogo con el cine y la pintura,
con objetos del hogar,
frutas y colores,
inventos de cocina,
hembras de la vanguardia,
Shakespeare,
rosas que crecen en Palestina,
lazos de mi propia boda.
Descubrí sentidos en mis sueños,
conexiones con Beatriz,
bosques en el alma de Isidora,
disparos en Stalingrado,
reacciones de miedo,
pudor y alegría en mis lectores.
Escribí mirándome en vuestros espejos,
aprendiendo del silencio y del aplauso,
del rechazo y la polémica,
del ejercicio de completar y sumar,
haciendo evidente que somos uno,
miles de gotas en el mismo mar.
Recorrí laberintos de mi alma,
usé poemas como dardos,
me detuve en los santuarios,
abusé de vuestra luz
y vuestra paciencia,
tropecé con ángeles y un árbol azul,
jugué naipes con los toros,
hilé historias de tango,
abracé a mis abuelos,
conversé con mis muertos,
no olvidé el amor.
cumpleaños de mi padre
Mi padre estaba al pie de una montaña blanca,
le rodeaban sus nietos y sus hijos,
mi madre,
los rayos de un cielo de invierno,
sus amigos más cercanos,
las naranjas que maduran en el frío.
Recordé entonces una mañana extraviada,
él de 30 años,
llegando a casa de sus padres,
mi abuelita lo sienta en su regazo
y lo mima como a un pequeño niño.
Isidora que tiene la mirada
y las sonrisas de nuestra historia,
lo observa apagar los fuegos de su torta
y aplaude abrazada a Victoria,
conectando los hilos de la alegría,
los ritmos de las estaciones,
la presencia constante de la luz.
Regresamos
y el tesoro,
que ha hecho un dibujo para su abuelo,
viene durmiendo sobre mi pecho,
roncando con la fuerza de sus dos años,
extenuada de sus correrías,
inocente de tanta ternura.
25 de julio de 2010
nuestra fiesta
¿Lo recuerda?
usted que votó para que no sigan los mismos,
para que no sigan robando,
para acabar con las puertas que giran,
porque recibió diez mil pesos
por poner un cartel en su cielo,
porque nadie reconoció sus grandes méritos,
porque ellos saben de economía,
porque el otro indultó a un narco,
porque al fin y al cabo
todo da lo mismo
y es uno el que tiene que trabajar
y sacarse la cresta.
¿Recuerda señor y amiga de viaje
cuál era el slogan de la campaña?
¿Cómo era la frase contra los delincuentes?
Acaso: ¿Se les acabó la fiesta?
Ah, pobre país sin colores,
sin crepúsculo, sin estrellas,
ahora se abre la reja de septiembre
y los espectros comienzan su fiesta,
porque la tortura es sólo un juego,
una forma de defender a Cristo,
las Haciendas, los columpios,
una buena rebaja en los impuestos.
Señor y querida lectora,
hablemos a calzón quitado,
usted pidió el indulto en su voto,
pidió medallas y honores para la DINA,
el ocaso de los volantines,
el exterminio de los libros,
la paz de los malls y el dinero,
el olvido y el otoño de los tiempos.
Vaya y dígaselo a su conciencia,
piénselo cuando vea jugar al Colo Colo
cuando mire el festival
en el Canal del Presidente,
cuando queme este poema,
cuando vuelva a votar por nuestros dueños.
Vaya, no tema,
dígaselo a las viudas
que visitan tumbas en el aire,
a los hijos que imaginan a sus padres,
a las víctimas que votaron por Piñera.
Dígaselo,
total el tiempo lo borra todo,
al final es uno el que tiene que sacarse la cresta,
uno el que vota,
uno el que gobierna su fiesta.
Gonzalo Villar// contribución a 100 poemas contra el indulto
usted que votó para que no sigan los mismos,
para que no sigan robando,
para acabar con las puertas que giran,
porque recibió diez mil pesos
por poner un cartel en su cielo,
porque nadie reconoció sus grandes méritos,
porque ellos saben de economía,
porque el otro indultó a un narco,
porque al fin y al cabo
todo da lo mismo
y es uno el que tiene que trabajar
y sacarse la cresta.
¿Recuerda señor y amiga de viaje
cuál era el slogan de la campaña?
¿Cómo era la frase contra los delincuentes?
Acaso: ¿Se les acabó la fiesta?
Ah, pobre país sin colores,
sin crepúsculo, sin estrellas,
ahora se abre la reja de septiembre
y los espectros comienzan su fiesta,
porque la tortura es sólo un juego,
una forma de defender a Cristo,
las Haciendas, los columpios,
una buena rebaja en los impuestos.
Señor y querida lectora,
hablemos a calzón quitado,
usted pidió el indulto en su voto,
pidió medallas y honores para la DINA,
el ocaso de los volantines,
el exterminio de los libros,
la paz de los malls y el dinero,
el olvido y el otoño de los tiempos.
Vaya y dígaselo a su conciencia,
piénselo cuando vea jugar al Colo Colo
cuando mire el festival
en el Canal del Presidente,
cuando queme este poema,
cuando vuelva a votar por nuestros dueños.
Vaya, no tema,
dígaselo a las viudas
que visitan tumbas en el aire,
a los hijos que imaginan a sus padres,
a las víctimas que votaron por Piñera.
Dígaselo,
total el tiempo lo borra todo,
al final es uno el que tiene que sacarse la cresta,
uno el que vota,
uno el que gobierna su fiesta.
Gonzalo Villar// contribución a 100 poemas contra el indulto
24 de julio de 2010
Daniel y Valentina
Daniel es silencioso
como un cuaderno de música,
frecuenta bares antiguos,
escribe en “Tres Párrafos”,
investiga sobre Miguel Enríquez,
los fuegos de la “Divine”,
los atentados a nuestros
hermanos travestis,
el ir y venir de los gatos
con las platas de nuestro pueblo.
Matilde y Manuel
se llaman sus hijos,
niños que crecen justos
como el alma de sus padres,
tomando el cristal de las primaveras,
el fuego de los inviernos,
la parte azul y granate
de los árboles
y las cordilleras.
Su esposa se llama Valentina
y estudia el espíritu de los niños vejados,
las fracturas del infierno
y los efectos del mal sobre la pureza.
Mas cuando llega casa,
abre las botellas de leche,
peina los rulos de Manuel,
besa los ojos de Matilde,
enciende el alma de Daniel.
En la imagen, Daniel, Valentina y Manuel, en los ojos de Joaquín Vallejo.
23 de julio de 2010
Federico Santa María Carrera
Federico Santa María Carrera
vio de lejos a Porfirio Díaz,
en veleros dio la vuelta al mundo,
estuvo en Japón y en Ceilán,
siempre fue un Carrera orgulloso,
estudió los modales de la betarragas,
huyó de la guerra del pacífico,
se opuso a Balmaceda,
predijo los movimientos del salitre,
fue lanchero y comerciante de frutas,
fundó la Marina Mercante,
odió los billetes sin respaldo,
defendió la grandeza del oro,
promovió el Banco Central,
dos veces compró toda el azúcar de Europa
y vendió esos cristales como diamantes,
hasta sentarse sobre un océano de millones,
vivió en Paris por cuarenta años,
incluso en tiempos de la Gran Guerra,
cuando ayudó a crear un hospital
y se abstuvo de lucrar con la muerte,
usó tacos para verse más alto,
creyó en la educación,
perdió fortunas en el acero
y en el Expreso de Oriente,
amó a los Estados Unidos,
la democracia
y los espíritus de la música,
no quiso a su única hija,
dejó su riqueza a Valparaíso,
al desvalido meritorio
y los proletarios de este sur,
confiando en Edwards y en Van Buren,
gran adversario de los frailes,
amigo de los Matta y los Gallo,
aunque su sobrino se opuso a don Pedro
y pedió por dos mil votos el año 38
luego de la matanza del seguro obrero
y de Violeta cantando en el Estadio Nacional.
La imagen proviene del sitio de la Universidad Técnica Federico Santa María.
22 de julio de 2010
Un Siglo de la Logia Independencia
Un siglo,
cientos de hombres
golpeando las puertas,
levantando sus espadas,
bebiendo el mismo cáliz,
hiriendo sus mandiles,
viajando al centro de la tierra,
libres como el aire,
mínimos y equivalentes
ante la gran conciencia,
hijos de la misma luz.
Seres fulgurantes como estrellas,
obreros de todas las bellezas,
misteriosos como un símbolo,
humanos como el error y la pena,
grandes enemigos de la miseria,
discretas luces de esperanza,
guardianes de solsticios,
educadores,
almas y manos de paz.
Múltiples rostros de Hiram,
bosque de acacias
donde descansa el perseguido,
se talla el futuro,
se escucha,
se abraza,
se escucha,
se conserva y difunde el amor.
Poema dedicado al prmer siglo del Taller Independencia de Valparaíso.
La imagen es de Sebastián Utreras.
21 de julio de 2010
Conversando con Neruda sobre Stalingrado
Stalingrado
Antes de Hiroshima y de Vietnam,
Troya ocurrió en el siglo XX
se hizo fuerte en las orillas del Volga
cuando los gigantes mandaron
millones al fuego
entre el hielo y el humo de Stalingrado.
Fueron los escorpiones
en busca de pozos y haciendas
y un ejército sin rifles
opuso su miseria y su invierno
a los pesados tanques,
las orquestas,
las divisiones de sombras,
las camisas fascistas,
el imperio de la muerte.
Nunca el ser humano valió menos,
se hizo número, piedra, slogan,
objeto de una bala,
símbolo, propaganda,
charco de vísceras
sobre la tierra.
Dos millones de muertos
y hay que seguir contando,
civiles rehenes de la guerra,
Armagedón en el Cáucaso,
hebreos exterminados,
hombres fusilando
a los que retroceden
y a los que fallan.
Allí los relojes cambiaron
de tiempo,
el viento perdió
su aliento de alambres,
sus cruces de hierro,
sus noches de antorchas.
Muy pocos salieron de aquel infierno
y nunca salieron,
quedaron combatiendo en la ventanas,
disparando desde los techos,
ahorcando niños,
engañados por tiranos,
sumisos o fanáticos,
mientras el mundo veía Casablanca
o leía poemas en Ciudad de México.
Los generales sobrevivieron,
esa fue su condena,
mientras que bajo el cemento,
las rocas y el hielo,
yace una ciudad muerta,
los patios de nadie,
los muelles, los tractores,
los feroces combatientes.
Nunca hubo tanta vergüenza,
tanto honor sin sentido,
tan terrible victoria,
tanto fuego en el cielo,
tanta mentira en las frentes.
Canto a Stalingrado
Escrito por Pablo Neruda mientras se libraba la batalla
y pegado en grandes carteles sobre los muros de Ciudad de México.
En la noche el labriego duerme, despierta y hunde
su mano en las tinieblas preguntando a la aurora:
alba, sol de mañana, luz del día que viene,
dime si aún las manos más puras de los hombres
defienden el castillo del honor, dime, aurora,
si el acero en tu frente rompe su poderío,
si el hombre está en su sitio, si el trueno está en su sitio,
dime, dice el labriego, si no escucha la tierra
cómo cae la sangre de los enrojecidos
héroes, en la grandeza de la noche terrestre,
dime si sobre el árbol todavía está el cielo,
dime si aún la pólvora suena en Stalingrado.
Y el marinero en medio del mar terrible mira
buscando entre las húmedas constelaciones
una, la roja estrella de la ciudad ardiente,
y halla en su corazón esa estrella que quema,
esa estrella de orgullo quieren tocar sus manos,
esa estrella de llanto la construyen sus ojos.
Ciudad, estrella roja, dicen el mar y el hombre,
ciudad, cierra tus rayos, cierra tus puertas duras,
cierra, ciudad, tu ilustre laurel ensangrentado,
y que la noche tiemble con el brillo sombrío
de tus ojos detrás de un planeta de espadas.
Y el español recuerda Madrid y dice: hermana,
resiste, capital de la gloria, resiste:
del suelo se alza toda la sangre derramada
de España, y por España se levanta de nuevo,
y el español pregunta junto al muro
de los fusilamientos, si Stalingrado vive:
y hay en la cárcel una cadena de ojos negros
que horadan las paredes con tu nombre,
y España se sacude con tu sangre y tus muertos,
porque tú le tendiste, Stalingrado, el alma
cuando España paría héroes como los tuyos.
Ella conoce la soledad, España,
como hoy, Stalingrado, tú conoces la tuya.
España desgarró la tierra con sus uñas
cuando París estaba más bonita que nunca.
España desangraba su inmenso árbol de sangre
cuando Londres peinaba, como nos cuenta Pedro
Garfias, su césped y sus lagos de cisnes.
Hoy ya conoces eso, recia virgen,
hoy ya conoces, Rusia, la soledad y el frío.
Cuando miles de obuses tu corazón destrozan,
cuando los escorpiones con crimen y veneno,
Stalingrado, acuden a morder tus entrañas,
Nueva York baila, Londres medita, y yo digo "merde",
porque mi corazón no puede más y nuestros
corazones
no pueden más, no pueden
en un mundo que deja morir solos sus héroes.
Los dejáis solos? Ya vendrán por vosotros!
Los dejáis solos?
Queréis que la vida
huya a la tumba, y la sonrisa de los hombres
sea borrada por la letrina y el calvario?
Por qué no respondéis?
Queréis más muertos en el frente del Este
hasta que llenen totalmente el cielo vuestro?
Pero entonces no os va a quedar sino el infierno.
El mundo está cansándose de pequeñas hazañas,
de que en Madagascar los generales
maten con heroísmo cincuenta y cinco monos.
El mundo está cansado de otoñales reuniones
presididas aún por un paraguas.
Ciudad, Stalingrado, no podemos
llegar a tus murallas, estamos lejos.
Somos los mexicanos, somos los araucanos,
somos los patagones, somos los guaraníes,
somos los uruguayos, somos los chilenos,
somos millones de hombres.
Ya tenemos por suerte deudos en la familia,
pero aún no llegamos a. defenderte, madre.
Ciudad, ciudad de fuego, resiste hasta que un día
lleguemos, indios náufragos, a tocar tus murallas
con un beso de hijos que esperaban llegar.
Stalingrado, aún no hay Segundo Frente,
pero no caerás aunque el hierro y el fuego
te muerdan día y noche.
Aunque mueras, no mueres!
Porque los hombres ya no tienen muerte
y tienen que seguir luchando desde el sitio en que caen
hasta que la victoria no esté sino en tus manos
aunque estén fatigadas y horadadas y muertas,
porque otras manos rojas, cuando las vuestras caigan,
sembrarán por el mundo los huesos de tus héroes
para que tu semilla llene toda la tierra.
NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO
Pablo Neruda
Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi corazón está en el suelo,
en el humo y la luz de Stalingrado.
Yo toqué con mis manos la camisa
del crepúsculo azul y derrotado:
ahora toco el alba de la vida
naciendo con el sol de Stalingrado.
Yo sé que el viejo joven transitorio
de pluma, como un cisne encuadernado,
desencuaderna su dolor notorio
por mi grito de amor a Stalingrado.
Yo pongo el alma mía donde quiero.
y no me nutro de papel cansado
adobado de tinta y de tintero.
Nací para cantar a Stalingrado.
Mi voz estuvo con tus grandes muertos
contra tus propios muros machacados,
mi voz sonó como campana y viento
mirándote morir, Stalingrado.
Ahora americanos combatientes
blancos y oscuros como los granados,
matan en el desierto a la serpiente.
Ya no estás sola, Stalingtado.
Francia vuelve a las viejas barricadas
con pabellón de furia enarbolado
sobre las lágrimas recién secadas.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Y los grandes leones de Inglaterra
volando sobre el mar huracanado
clavan las garras en la parda tierra.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Hoy bajo tus montañas de escarmiento
no sólo están los tuyos enterrados:
temblando está la carne de los muertos
que tocaron tu frente, Stalingrado.
Tu acero azul de orgullo construido,
tu pelo de planetas coronados,
tu baluarte de panes divididos,
tu frontera sombría, Stalingrado.
Tu Patria de martillos y laureles,
la sangre sobre tu esplendor nevado,
la mirada de Stalin a la nieve
tejida con tu sangre, Stalingrado.
Las condecoraciones que tus muertos
han puesto sobre el pecho traspasado
de la tierra, y el estremecimiento
de la muerte y la vida, Stalingrado
La sal profunda que de nuevo traes
al corazón del hombre acongojado
con la rama de rojos capitanes
salidos de tu sangre, Stalingrado.
La esperanza que rompe en los jardines
como la flor del árbol esperado,
la página grabada de fusiles,
las letras de la luz, Stalingrado.
La torre que concibes en la altura,
los altares de piedra ensangrentados,
los defensores de tu edad madura,
los hijos de tu piel, Stalingrado.
Las águilas ardientes de tus piedras,
los metales por tu alma amamantados,
los adioses de lágrimas inmensas
y las olas de amor, Stalingrado.
Los huesos de asesinos malheridos,
los invasores párpados cerrados,
y los conquistadores fugitivos
detrás de tu centella, Stalingrado.
Los que humillaron la curva del Arco
y las aguas del Sena han taladrado
con el consentimiento del esclavo,
se detuvieron en Stalingrado.
Los que Praga la Bella sobre lágrimas,
sobre lo enmudecido y traicionado,
pasaron pisoteando sus heridas,
murieron en Stalingrado.
Los que en la gruta griega han escupido,
la estalactita de cristal truncado
y su clásico azul enrarecido,
ahora dónde están, Stalingrado?
Los que España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Los que en la noche blanca de Noruega
con un aullido de chacal soltado
quemaron esa helada primavera,
enmudecieron en Stalingrado.
Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.
Honor al combatiente de la bruma,
honor al Comisario y al soldado,
honor al cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.
Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle, guárdame un arado,
y que lo pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu estado,
para que sepan, si hay alguna duda,
que he muerto amándote y que me has amado,
y si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.
Antes de Hiroshima y de Vietnam,
Troya ocurrió en el siglo XX
se hizo fuerte en las orillas del Volga
cuando los gigantes mandaron
millones al fuego
entre el hielo y el humo de Stalingrado.
Fueron los escorpiones
en busca de pozos y haciendas
y un ejército sin rifles
opuso su miseria y su invierno
a los pesados tanques,
las orquestas,
las divisiones de sombras,
las camisas fascistas,
el imperio de la muerte.
Nunca el ser humano valió menos,
se hizo número, piedra, slogan,
objeto de una bala,
símbolo, propaganda,
charco de vísceras
sobre la tierra.
Dos millones de muertos
y hay que seguir contando,
civiles rehenes de la guerra,
Armagedón en el Cáucaso,
hebreos exterminados,
hombres fusilando
a los que retroceden
y a los que fallan.
Allí los relojes cambiaron
de tiempo,
el viento perdió
su aliento de alambres,
sus cruces de hierro,
sus noches de antorchas.
Muy pocos salieron de aquel infierno
y nunca salieron,
quedaron combatiendo en la ventanas,
disparando desde los techos,
ahorcando niños,
engañados por tiranos,
sumisos o fanáticos,
mientras el mundo veía Casablanca
o leía poemas en Ciudad de México.
Los generales sobrevivieron,
esa fue su condena,
mientras que bajo el cemento,
las rocas y el hielo,
yace una ciudad muerta,
los patios de nadie,
los muelles, los tractores,
los feroces combatientes.
Nunca hubo tanta vergüenza,
tanto honor sin sentido,
tan terrible victoria,
tanto fuego en el cielo,
tanta mentira en las frentes.
Canto a Stalingrado
Escrito por Pablo Neruda mientras se libraba la batalla
y pegado en grandes carteles sobre los muros de Ciudad de México.
En la noche el labriego duerme, despierta y hunde
su mano en las tinieblas preguntando a la aurora:
alba, sol de mañana, luz del día que viene,
dime si aún las manos más puras de los hombres
defienden el castillo del honor, dime, aurora,
si el acero en tu frente rompe su poderío,
si el hombre está en su sitio, si el trueno está en su sitio,
dime, dice el labriego, si no escucha la tierra
cómo cae la sangre de los enrojecidos
héroes, en la grandeza de la noche terrestre,
dime si sobre el árbol todavía está el cielo,
dime si aún la pólvora suena en Stalingrado.
Y el marinero en medio del mar terrible mira
buscando entre las húmedas constelaciones
una, la roja estrella de la ciudad ardiente,
y halla en su corazón esa estrella que quema,
esa estrella de orgullo quieren tocar sus manos,
esa estrella de llanto la construyen sus ojos.
Ciudad, estrella roja, dicen el mar y el hombre,
ciudad, cierra tus rayos, cierra tus puertas duras,
cierra, ciudad, tu ilustre laurel ensangrentado,
y que la noche tiemble con el brillo sombrío
de tus ojos detrás de un planeta de espadas.
Y el español recuerda Madrid y dice: hermana,
resiste, capital de la gloria, resiste:
del suelo se alza toda la sangre derramada
de España, y por España se levanta de nuevo,
y el español pregunta junto al muro
de los fusilamientos, si Stalingrado vive:
y hay en la cárcel una cadena de ojos negros
que horadan las paredes con tu nombre,
y España se sacude con tu sangre y tus muertos,
porque tú le tendiste, Stalingrado, el alma
cuando España paría héroes como los tuyos.
Ella conoce la soledad, España,
como hoy, Stalingrado, tú conoces la tuya.
España desgarró la tierra con sus uñas
cuando París estaba más bonita que nunca.
España desangraba su inmenso árbol de sangre
cuando Londres peinaba, como nos cuenta Pedro
Garfias, su césped y sus lagos de cisnes.
Hoy ya conoces eso, recia virgen,
hoy ya conoces, Rusia, la soledad y el frío.
Cuando miles de obuses tu corazón destrozan,
cuando los escorpiones con crimen y veneno,
Stalingrado, acuden a morder tus entrañas,
Nueva York baila, Londres medita, y yo digo "merde",
porque mi corazón no puede más y nuestros
corazones
no pueden más, no pueden
en un mundo que deja morir solos sus héroes.
Los dejáis solos? Ya vendrán por vosotros!
Los dejáis solos?
Queréis que la vida
huya a la tumba, y la sonrisa de los hombres
sea borrada por la letrina y el calvario?
Por qué no respondéis?
Queréis más muertos en el frente del Este
hasta que llenen totalmente el cielo vuestro?
Pero entonces no os va a quedar sino el infierno.
El mundo está cansándose de pequeñas hazañas,
de que en Madagascar los generales
maten con heroísmo cincuenta y cinco monos.
El mundo está cansado de otoñales reuniones
presididas aún por un paraguas.
Ciudad, Stalingrado, no podemos
llegar a tus murallas, estamos lejos.
Somos los mexicanos, somos los araucanos,
somos los patagones, somos los guaraníes,
somos los uruguayos, somos los chilenos,
somos millones de hombres.
Ya tenemos por suerte deudos en la familia,
pero aún no llegamos a. defenderte, madre.
Ciudad, ciudad de fuego, resiste hasta que un día
lleguemos, indios náufragos, a tocar tus murallas
con un beso de hijos que esperaban llegar.
Stalingrado, aún no hay Segundo Frente,
pero no caerás aunque el hierro y el fuego
te muerdan día y noche.
Aunque mueras, no mueres!
Porque los hombres ya no tienen muerte
y tienen que seguir luchando desde el sitio en que caen
hasta que la victoria no esté sino en tus manos
aunque estén fatigadas y horadadas y muertas,
porque otras manos rojas, cuando las vuestras caigan,
sembrarán por el mundo los huesos de tus héroes
para que tu semilla llene toda la tierra.
NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO
Pablo Neruda
Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi corazón está en el suelo,
en el humo y la luz de Stalingrado.
Yo toqué con mis manos la camisa
del crepúsculo azul y derrotado:
ahora toco el alba de la vida
naciendo con el sol de Stalingrado.
Yo sé que el viejo joven transitorio
de pluma, como un cisne encuadernado,
desencuaderna su dolor notorio
por mi grito de amor a Stalingrado.
Yo pongo el alma mía donde quiero.
y no me nutro de papel cansado
adobado de tinta y de tintero.
Nací para cantar a Stalingrado.
Mi voz estuvo con tus grandes muertos
contra tus propios muros machacados,
mi voz sonó como campana y viento
mirándote morir, Stalingrado.
Ahora americanos combatientes
blancos y oscuros como los granados,
matan en el desierto a la serpiente.
Ya no estás sola, Stalingtado.
Francia vuelve a las viejas barricadas
con pabellón de furia enarbolado
sobre las lágrimas recién secadas.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Y los grandes leones de Inglaterra
volando sobre el mar huracanado
clavan las garras en la parda tierra.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Hoy bajo tus montañas de escarmiento
no sólo están los tuyos enterrados:
temblando está la carne de los muertos
que tocaron tu frente, Stalingrado.
Tu acero azul de orgullo construido,
tu pelo de planetas coronados,
tu baluarte de panes divididos,
tu frontera sombría, Stalingrado.
Tu Patria de martillos y laureles,
la sangre sobre tu esplendor nevado,
la mirada de Stalin a la nieve
tejida con tu sangre, Stalingrado.
Las condecoraciones que tus muertos
han puesto sobre el pecho traspasado
de la tierra, y el estremecimiento
de la muerte y la vida, Stalingrado
La sal profunda que de nuevo traes
al corazón del hombre acongojado
con la rama de rojos capitanes
salidos de tu sangre, Stalingrado.
La esperanza que rompe en los jardines
como la flor del árbol esperado,
la página grabada de fusiles,
las letras de la luz, Stalingrado.
La torre que concibes en la altura,
los altares de piedra ensangrentados,
los defensores de tu edad madura,
los hijos de tu piel, Stalingrado.
Las águilas ardientes de tus piedras,
los metales por tu alma amamantados,
los adioses de lágrimas inmensas
y las olas de amor, Stalingrado.
Los huesos de asesinos malheridos,
los invasores párpados cerrados,
y los conquistadores fugitivos
detrás de tu centella, Stalingrado.
Los que humillaron la curva del Arco
y las aguas del Sena han taladrado
con el consentimiento del esclavo,
se detuvieron en Stalingrado.
Los que Praga la Bella sobre lágrimas,
sobre lo enmudecido y traicionado,
pasaron pisoteando sus heridas,
murieron en Stalingrado.
Los que en la gruta griega han escupido,
la estalactita de cristal truncado
y su clásico azul enrarecido,
ahora dónde están, Stalingrado?
Los que España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Los que en la noche blanca de Noruega
con un aullido de chacal soltado
quemaron esa helada primavera,
enmudecieron en Stalingrado.
Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.
Honor al combatiente de la bruma,
honor al Comisario y al soldado,
honor al cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.
Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle, guárdame un arado,
y que lo pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu estado,
para que sepan, si hay alguna duda,
que he muerto amándote y que me has amado,
y si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.
20 de julio de 2010
Genocidio en Africa
Dos castas en la selva,
dos castas en el África de los Grandes Lagos,
reuniendo machetes y pistolas
para matarse unos a otros,
cientos de miles cortados con aceros,
multitudes de mujeres violadas,
como si el odio fuera
otro aguacero en el bosque.
Millones se desplazan entre los montes
y las bandas armadas,
aviones raudos para salvar un palacio de oro,
mas la vida de los niños
es agua y piedra en África.
Allí no hay tormenta del desierto,
no hay guerra a tiranos o terroristas,
no hay pozos de petróleo,
son seres anónimos matándose
en la selva,
dibujando con sangre
la risa de los niños,
quebrando los cielos,
apagando el día.
Los machetes se compraron
con el dinero del hambre,
el ejército entrenó a los asesinos,
embriagados de odio por otras matanzas,
tribus atormentadas por sus imperios,
números en la división de Versalles,
sangre que mancha nuestras almas.
*******
La imagen proviene de http://www.monografias.com/
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