¿Lo recuerda?
usted que votó para que no sigan los mismos,
para que no sigan robando,
para acabar con las puertas que giran,
porque recibió diez mil pesos
por poner un cartel en su cielo,
porque nadie reconoció sus grandes méritos,
porque ellos saben de economía,
porque el otro indultó a un narco,
porque al fin y al cabo
todo da lo mismo
y es uno el que tiene que trabajar
y sacarse la cresta.
¿Recuerda señor y amiga de viaje
cuál era el slogan de la campaña?
¿Cómo era la frase contra los delincuentes?
Acaso: ¿Se les acabó la fiesta?
Ah, pobre país sin colores,
sin crepúsculo, sin estrellas,
ahora se abre la reja de septiembre
y los espectros comienzan su fiesta,
porque la tortura es sólo un juego,
una forma de defender a Cristo,
las Haciendas, los columpios,
una buena rebaja en los impuestos.
Señor y querida lectora,
hablemos a calzón quitado,
usted pidió el indulto en su voto,
pidió medallas y honores para la DINA,
el ocaso de los volantines,
el exterminio de los libros,
la paz de los malls y el dinero,
el olvido y el otoño de los tiempos.
Vaya y dígaselo a su conciencia,
piénselo cuando vea jugar al Colo Colo
cuando mire el festival
en el Canal del Presidente,
cuando queme este poema,
cuando vuelva a votar por nuestros dueños.
Vaya, no tema,
dígaselo a las viudas
que visitan tumbas en el aire,
a los hijos que imaginan a sus padres,
a las víctimas que votaron por Piñera.
Dígaselo,
total el tiempo lo borra todo,
al final es uno el que tiene que sacarse la cresta,
uno el que vota,
uno el que gobierna su fiesta.
Gonzalo Villar// contribución a 100 poemas contra el indulto
25 de julio de 2010
24 de julio de 2010
Daniel y Valentina
Daniel es silencioso
como un cuaderno de música,
frecuenta bares antiguos,
escribe en “Tres Párrafos”,
investiga sobre Miguel Enríquez,
los fuegos de la “Divine”,
los atentados a nuestros
hermanos travestis,
el ir y venir de los gatos
con las platas de nuestro pueblo.
Matilde y Manuel
se llaman sus hijos,
niños que crecen justos
como el alma de sus padres,
tomando el cristal de las primaveras,
el fuego de los inviernos,
la parte azul y granate
de los árboles
y las cordilleras.
Su esposa se llama Valentina
y estudia el espíritu de los niños vejados,
las fracturas del infierno
y los efectos del mal sobre la pureza.
Mas cuando llega casa,
abre las botellas de leche,
peina los rulos de Manuel,
besa los ojos de Matilde,
enciende el alma de Daniel.
En la imagen, Daniel, Valentina y Manuel, en los ojos de Joaquín Vallejo.
23 de julio de 2010
Federico Santa María Carrera
Federico Santa María Carrera
vio de lejos a Porfirio Díaz,
en veleros dio la vuelta al mundo,
estuvo en Japón y en Ceilán,
siempre fue un Carrera orgulloso,
estudió los modales de la betarragas,
huyó de la guerra del pacífico,
se opuso a Balmaceda,
predijo los movimientos del salitre,
fue lanchero y comerciante de frutas,
fundó la Marina Mercante,
odió los billetes sin respaldo,
defendió la grandeza del oro,
promovió el Banco Central,
dos veces compró toda el azúcar de Europa
y vendió esos cristales como diamantes,
hasta sentarse sobre un océano de millones,
vivió en Paris por cuarenta años,
incluso en tiempos de la Gran Guerra,
cuando ayudó a crear un hospital
y se abstuvo de lucrar con la muerte,
usó tacos para verse más alto,
creyó en la educación,
perdió fortunas en el acero
y en el Expreso de Oriente,
amó a los Estados Unidos,
la democracia
y los espíritus de la música,
no quiso a su única hija,
dejó su riqueza a Valparaíso,
al desvalido meritorio
y los proletarios de este sur,
confiando en Edwards y en Van Buren,
gran adversario de los frailes,
amigo de los Matta y los Gallo,
aunque su sobrino se opuso a don Pedro
y pedió por dos mil votos el año 38
luego de la matanza del seguro obrero
y de Violeta cantando en el Estadio Nacional.
La imagen proviene del sitio de la Universidad Técnica Federico Santa María.
22 de julio de 2010
Un Siglo de la Logia Independencia
Un siglo,
cientos de hombres
golpeando las puertas,
levantando sus espadas,
bebiendo el mismo cáliz,
hiriendo sus mandiles,
viajando al centro de la tierra,
libres como el aire,
mínimos y equivalentes
ante la gran conciencia,
hijos de la misma luz.
Seres fulgurantes como estrellas,
obreros de todas las bellezas,
misteriosos como un símbolo,
humanos como el error y la pena,
grandes enemigos de la miseria,
discretas luces de esperanza,
guardianes de solsticios,
educadores,
almas y manos de paz.
Múltiples rostros de Hiram,
bosque de acacias
donde descansa el perseguido,
se talla el futuro,
se escucha,
se abraza,
se escucha,
se conserva y difunde el amor.
Poema dedicado al prmer siglo del Taller Independencia de Valparaíso.
La imagen es de Sebastián Utreras.
21 de julio de 2010
Conversando con Neruda sobre Stalingrado
Stalingrado
Antes de Hiroshima y de Vietnam,
Troya ocurrió en el siglo XX
se hizo fuerte en las orillas del Volga
cuando los gigantes mandaron
millones al fuego
entre el hielo y el humo de Stalingrado.
Fueron los escorpiones
en busca de pozos y haciendas
y un ejército sin rifles
opuso su miseria y su invierno
a los pesados tanques,
las orquestas,
las divisiones de sombras,
las camisas fascistas,
el imperio de la muerte.
Nunca el ser humano valió menos,
se hizo número, piedra, slogan,
objeto de una bala,
símbolo, propaganda,
charco de vísceras
sobre la tierra.
Dos millones de muertos
y hay que seguir contando,
civiles rehenes de la guerra,
Armagedón en el Cáucaso,
hebreos exterminados,
hombres fusilando
a los que retroceden
y a los que fallan.
Allí los relojes cambiaron
de tiempo,
el viento perdió
su aliento de alambres,
sus cruces de hierro,
sus noches de antorchas.
Muy pocos salieron de aquel infierno
y nunca salieron,
quedaron combatiendo en la ventanas,
disparando desde los techos,
ahorcando niños,
engañados por tiranos,
sumisos o fanáticos,
mientras el mundo veía Casablanca
o leía poemas en Ciudad de México.
Los generales sobrevivieron,
esa fue su condena,
mientras que bajo el cemento,
las rocas y el hielo,
yace una ciudad muerta,
los patios de nadie,
los muelles, los tractores,
los feroces combatientes.
Nunca hubo tanta vergüenza,
tanto honor sin sentido,
tan terrible victoria,
tanto fuego en el cielo,
tanta mentira en las frentes.
Canto a Stalingrado
Escrito por Pablo Neruda mientras se libraba la batalla
y pegado en grandes carteles sobre los muros de Ciudad de México.
En la noche el labriego duerme, despierta y hunde
su mano en las tinieblas preguntando a la aurora:
alba, sol de mañana, luz del día que viene,
dime si aún las manos más puras de los hombres
defienden el castillo del honor, dime, aurora,
si el acero en tu frente rompe su poderío,
si el hombre está en su sitio, si el trueno está en su sitio,
dime, dice el labriego, si no escucha la tierra
cómo cae la sangre de los enrojecidos
héroes, en la grandeza de la noche terrestre,
dime si sobre el árbol todavía está el cielo,
dime si aún la pólvora suena en Stalingrado.
Y el marinero en medio del mar terrible mira
buscando entre las húmedas constelaciones
una, la roja estrella de la ciudad ardiente,
y halla en su corazón esa estrella que quema,
esa estrella de orgullo quieren tocar sus manos,
esa estrella de llanto la construyen sus ojos.
Ciudad, estrella roja, dicen el mar y el hombre,
ciudad, cierra tus rayos, cierra tus puertas duras,
cierra, ciudad, tu ilustre laurel ensangrentado,
y que la noche tiemble con el brillo sombrío
de tus ojos detrás de un planeta de espadas.
Y el español recuerda Madrid y dice: hermana,
resiste, capital de la gloria, resiste:
del suelo se alza toda la sangre derramada
de España, y por España se levanta de nuevo,
y el español pregunta junto al muro
de los fusilamientos, si Stalingrado vive:
y hay en la cárcel una cadena de ojos negros
que horadan las paredes con tu nombre,
y España se sacude con tu sangre y tus muertos,
porque tú le tendiste, Stalingrado, el alma
cuando España paría héroes como los tuyos.
Ella conoce la soledad, España,
como hoy, Stalingrado, tú conoces la tuya.
España desgarró la tierra con sus uñas
cuando París estaba más bonita que nunca.
España desangraba su inmenso árbol de sangre
cuando Londres peinaba, como nos cuenta Pedro
Garfias, su césped y sus lagos de cisnes.
Hoy ya conoces eso, recia virgen,
hoy ya conoces, Rusia, la soledad y el frío.
Cuando miles de obuses tu corazón destrozan,
cuando los escorpiones con crimen y veneno,
Stalingrado, acuden a morder tus entrañas,
Nueva York baila, Londres medita, y yo digo "merde",
porque mi corazón no puede más y nuestros
corazones
no pueden más, no pueden
en un mundo que deja morir solos sus héroes.
Los dejáis solos? Ya vendrán por vosotros!
Los dejáis solos?
Queréis que la vida
huya a la tumba, y la sonrisa de los hombres
sea borrada por la letrina y el calvario?
Por qué no respondéis?
Queréis más muertos en el frente del Este
hasta que llenen totalmente el cielo vuestro?
Pero entonces no os va a quedar sino el infierno.
El mundo está cansándose de pequeñas hazañas,
de que en Madagascar los generales
maten con heroísmo cincuenta y cinco monos.
El mundo está cansado de otoñales reuniones
presididas aún por un paraguas.
Ciudad, Stalingrado, no podemos
llegar a tus murallas, estamos lejos.
Somos los mexicanos, somos los araucanos,
somos los patagones, somos los guaraníes,
somos los uruguayos, somos los chilenos,
somos millones de hombres.
Ya tenemos por suerte deudos en la familia,
pero aún no llegamos a. defenderte, madre.
Ciudad, ciudad de fuego, resiste hasta que un día
lleguemos, indios náufragos, a tocar tus murallas
con un beso de hijos que esperaban llegar.
Stalingrado, aún no hay Segundo Frente,
pero no caerás aunque el hierro y el fuego
te muerdan día y noche.
Aunque mueras, no mueres!
Porque los hombres ya no tienen muerte
y tienen que seguir luchando desde el sitio en que caen
hasta que la victoria no esté sino en tus manos
aunque estén fatigadas y horadadas y muertas,
porque otras manos rojas, cuando las vuestras caigan,
sembrarán por el mundo los huesos de tus héroes
para que tu semilla llene toda la tierra.
NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO
Pablo Neruda
Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi corazón está en el suelo,
en el humo y la luz de Stalingrado.
Yo toqué con mis manos la camisa
del crepúsculo azul y derrotado:
ahora toco el alba de la vida
naciendo con el sol de Stalingrado.
Yo sé que el viejo joven transitorio
de pluma, como un cisne encuadernado,
desencuaderna su dolor notorio
por mi grito de amor a Stalingrado.
Yo pongo el alma mía donde quiero.
y no me nutro de papel cansado
adobado de tinta y de tintero.
Nací para cantar a Stalingrado.
Mi voz estuvo con tus grandes muertos
contra tus propios muros machacados,
mi voz sonó como campana y viento
mirándote morir, Stalingrado.
Ahora americanos combatientes
blancos y oscuros como los granados,
matan en el desierto a la serpiente.
Ya no estás sola, Stalingtado.
Francia vuelve a las viejas barricadas
con pabellón de furia enarbolado
sobre las lágrimas recién secadas.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Y los grandes leones de Inglaterra
volando sobre el mar huracanado
clavan las garras en la parda tierra.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Hoy bajo tus montañas de escarmiento
no sólo están los tuyos enterrados:
temblando está la carne de los muertos
que tocaron tu frente, Stalingrado.
Tu acero azul de orgullo construido,
tu pelo de planetas coronados,
tu baluarte de panes divididos,
tu frontera sombría, Stalingrado.
Tu Patria de martillos y laureles,
la sangre sobre tu esplendor nevado,
la mirada de Stalin a la nieve
tejida con tu sangre, Stalingrado.
Las condecoraciones que tus muertos
han puesto sobre el pecho traspasado
de la tierra, y el estremecimiento
de la muerte y la vida, Stalingrado
La sal profunda que de nuevo traes
al corazón del hombre acongojado
con la rama de rojos capitanes
salidos de tu sangre, Stalingrado.
La esperanza que rompe en los jardines
como la flor del árbol esperado,
la página grabada de fusiles,
las letras de la luz, Stalingrado.
La torre que concibes en la altura,
los altares de piedra ensangrentados,
los defensores de tu edad madura,
los hijos de tu piel, Stalingrado.
Las águilas ardientes de tus piedras,
los metales por tu alma amamantados,
los adioses de lágrimas inmensas
y las olas de amor, Stalingrado.
Los huesos de asesinos malheridos,
los invasores párpados cerrados,
y los conquistadores fugitivos
detrás de tu centella, Stalingrado.
Los que humillaron la curva del Arco
y las aguas del Sena han taladrado
con el consentimiento del esclavo,
se detuvieron en Stalingrado.
Los que Praga la Bella sobre lágrimas,
sobre lo enmudecido y traicionado,
pasaron pisoteando sus heridas,
murieron en Stalingrado.
Los que en la gruta griega han escupido,
la estalactita de cristal truncado
y su clásico azul enrarecido,
ahora dónde están, Stalingrado?
Los que España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Los que en la noche blanca de Noruega
con un aullido de chacal soltado
quemaron esa helada primavera,
enmudecieron en Stalingrado.
Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.
Honor al combatiente de la bruma,
honor al Comisario y al soldado,
honor al cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.
Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle, guárdame un arado,
y que lo pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu estado,
para que sepan, si hay alguna duda,
que he muerto amándote y que me has amado,
y si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.
Antes de Hiroshima y de Vietnam,
Troya ocurrió en el siglo XX
se hizo fuerte en las orillas del Volga
cuando los gigantes mandaron
millones al fuego
entre el hielo y el humo de Stalingrado.
Fueron los escorpiones
en busca de pozos y haciendas
y un ejército sin rifles
opuso su miseria y su invierno
a los pesados tanques,
las orquestas,
las divisiones de sombras,
las camisas fascistas,
el imperio de la muerte.
Nunca el ser humano valió menos,
se hizo número, piedra, slogan,
objeto de una bala,
símbolo, propaganda,
charco de vísceras
sobre la tierra.
Dos millones de muertos
y hay que seguir contando,
civiles rehenes de la guerra,
Armagedón en el Cáucaso,
hebreos exterminados,
hombres fusilando
a los que retroceden
y a los que fallan.
Allí los relojes cambiaron
de tiempo,
el viento perdió
su aliento de alambres,
sus cruces de hierro,
sus noches de antorchas.
Muy pocos salieron de aquel infierno
y nunca salieron,
quedaron combatiendo en la ventanas,
disparando desde los techos,
ahorcando niños,
engañados por tiranos,
sumisos o fanáticos,
mientras el mundo veía Casablanca
o leía poemas en Ciudad de México.
Los generales sobrevivieron,
esa fue su condena,
mientras que bajo el cemento,
las rocas y el hielo,
yace una ciudad muerta,
los patios de nadie,
los muelles, los tractores,
los feroces combatientes.
Nunca hubo tanta vergüenza,
tanto honor sin sentido,
tan terrible victoria,
tanto fuego en el cielo,
tanta mentira en las frentes.
Canto a Stalingrado
Escrito por Pablo Neruda mientras se libraba la batalla
y pegado en grandes carteles sobre los muros de Ciudad de México.
En la noche el labriego duerme, despierta y hunde
su mano en las tinieblas preguntando a la aurora:
alba, sol de mañana, luz del día que viene,
dime si aún las manos más puras de los hombres
defienden el castillo del honor, dime, aurora,
si el acero en tu frente rompe su poderío,
si el hombre está en su sitio, si el trueno está en su sitio,
dime, dice el labriego, si no escucha la tierra
cómo cae la sangre de los enrojecidos
héroes, en la grandeza de la noche terrestre,
dime si sobre el árbol todavía está el cielo,
dime si aún la pólvora suena en Stalingrado.
Y el marinero en medio del mar terrible mira
buscando entre las húmedas constelaciones
una, la roja estrella de la ciudad ardiente,
y halla en su corazón esa estrella que quema,
esa estrella de orgullo quieren tocar sus manos,
esa estrella de llanto la construyen sus ojos.
Ciudad, estrella roja, dicen el mar y el hombre,
ciudad, cierra tus rayos, cierra tus puertas duras,
cierra, ciudad, tu ilustre laurel ensangrentado,
y que la noche tiemble con el brillo sombrío
de tus ojos detrás de un planeta de espadas.
Y el español recuerda Madrid y dice: hermana,
resiste, capital de la gloria, resiste:
del suelo se alza toda la sangre derramada
de España, y por España se levanta de nuevo,
y el español pregunta junto al muro
de los fusilamientos, si Stalingrado vive:
y hay en la cárcel una cadena de ojos negros
que horadan las paredes con tu nombre,
y España se sacude con tu sangre y tus muertos,
porque tú le tendiste, Stalingrado, el alma
cuando España paría héroes como los tuyos.
Ella conoce la soledad, España,
como hoy, Stalingrado, tú conoces la tuya.
España desgarró la tierra con sus uñas
cuando París estaba más bonita que nunca.
España desangraba su inmenso árbol de sangre
cuando Londres peinaba, como nos cuenta Pedro
Garfias, su césped y sus lagos de cisnes.
Hoy ya conoces eso, recia virgen,
hoy ya conoces, Rusia, la soledad y el frío.
Cuando miles de obuses tu corazón destrozan,
cuando los escorpiones con crimen y veneno,
Stalingrado, acuden a morder tus entrañas,
Nueva York baila, Londres medita, y yo digo "merde",
porque mi corazón no puede más y nuestros
corazones
no pueden más, no pueden
en un mundo que deja morir solos sus héroes.
Los dejáis solos? Ya vendrán por vosotros!
Los dejáis solos?
Queréis que la vida
huya a la tumba, y la sonrisa de los hombres
sea borrada por la letrina y el calvario?
Por qué no respondéis?
Queréis más muertos en el frente del Este
hasta que llenen totalmente el cielo vuestro?
Pero entonces no os va a quedar sino el infierno.
El mundo está cansándose de pequeñas hazañas,
de que en Madagascar los generales
maten con heroísmo cincuenta y cinco monos.
El mundo está cansado de otoñales reuniones
presididas aún por un paraguas.
Ciudad, Stalingrado, no podemos
llegar a tus murallas, estamos lejos.
Somos los mexicanos, somos los araucanos,
somos los patagones, somos los guaraníes,
somos los uruguayos, somos los chilenos,
somos millones de hombres.
Ya tenemos por suerte deudos en la familia,
pero aún no llegamos a. defenderte, madre.
Ciudad, ciudad de fuego, resiste hasta que un día
lleguemos, indios náufragos, a tocar tus murallas
con un beso de hijos que esperaban llegar.
Stalingrado, aún no hay Segundo Frente,
pero no caerás aunque el hierro y el fuego
te muerdan día y noche.
Aunque mueras, no mueres!
Porque los hombres ya no tienen muerte
y tienen que seguir luchando desde el sitio en que caen
hasta que la victoria no esté sino en tus manos
aunque estén fatigadas y horadadas y muertas,
porque otras manos rojas, cuando las vuestras caigan,
sembrarán por el mundo los huesos de tus héroes
para que tu semilla llene toda la tierra.
NUEVO CANTO DE AMOR A STALINGRADO
Pablo Neruda
Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua,
describí el luto y su metal morado,
yo escribí sobre el cielo y la manzana,
ahora escribo sobre Stalingrado.
Ya la novia guardó con su pañuelo
el rayo de mi amor enamorado,
ahora mi corazón está en el suelo,
en el humo y la luz de Stalingrado.
Yo toqué con mis manos la camisa
del crepúsculo azul y derrotado:
ahora toco el alba de la vida
naciendo con el sol de Stalingrado.
Yo sé que el viejo joven transitorio
de pluma, como un cisne encuadernado,
desencuaderna su dolor notorio
por mi grito de amor a Stalingrado.
Yo pongo el alma mía donde quiero.
y no me nutro de papel cansado
adobado de tinta y de tintero.
Nací para cantar a Stalingrado.
Mi voz estuvo con tus grandes muertos
contra tus propios muros machacados,
mi voz sonó como campana y viento
mirándote morir, Stalingrado.
Ahora americanos combatientes
blancos y oscuros como los granados,
matan en el desierto a la serpiente.
Ya no estás sola, Stalingtado.
Francia vuelve a las viejas barricadas
con pabellón de furia enarbolado
sobre las lágrimas recién secadas.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Y los grandes leones de Inglaterra
volando sobre el mar huracanado
clavan las garras en la parda tierra.
Ya no estás sola, Stalingrado.
Hoy bajo tus montañas de escarmiento
no sólo están los tuyos enterrados:
temblando está la carne de los muertos
que tocaron tu frente, Stalingrado.
Tu acero azul de orgullo construido,
tu pelo de planetas coronados,
tu baluarte de panes divididos,
tu frontera sombría, Stalingrado.
Tu Patria de martillos y laureles,
la sangre sobre tu esplendor nevado,
la mirada de Stalin a la nieve
tejida con tu sangre, Stalingrado.
Las condecoraciones que tus muertos
han puesto sobre el pecho traspasado
de la tierra, y el estremecimiento
de la muerte y la vida, Stalingrado
La sal profunda que de nuevo traes
al corazón del hombre acongojado
con la rama de rojos capitanes
salidos de tu sangre, Stalingrado.
La esperanza que rompe en los jardines
como la flor del árbol esperado,
la página grabada de fusiles,
las letras de la luz, Stalingrado.
La torre que concibes en la altura,
los altares de piedra ensangrentados,
los defensores de tu edad madura,
los hijos de tu piel, Stalingrado.
Las águilas ardientes de tus piedras,
los metales por tu alma amamantados,
los adioses de lágrimas inmensas
y las olas de amor, Stalingrado.
Los huesos de asesinos malheridos,
los invasores párpados cerrados,
y los conquistadores fugitivos
detrás de tu centella, Stalingrado.
Los que humillaron la curva del Arco
y las aguas del Sena han taladrado
con el consentimiento del esclavo,
se detuvieron en Stalingrado.
Los que Praga la Bella sobre lágrimas,
sobre lo enmudecido y traicionado,
pasaron pisoteando sus heridas,
murieron en Stalingrado.
Los que en la gruta griega han escupido,
la estalactita de cristal truncado
y su clásico azul enrarecido,
ahora dónde están, Stalingrado?
Los que España quemaron y rompieron
dejando el corazón encadenado
de esa madre de encinos y guerreros,
se pudren a tus pies, Stalingrado.
Los que en Holanda, tulipanes y agua
salpicaron de lodo ensangrentado
y esparcieron el látigo y la espada,
ahora duermen en Stalingrado.
Los que en la noche blanca de Noruega
con un aullido de chacal soltado
quemaron esa helada primavera,
enmudecieron en Stalingrado.
Honor a ti por lo que el aire trae,
lo que se ha de cantar y lo cantado,
honor para tus madres y tus hijos
y tus nietos, Stalingrado.
Honor al combatiente de la bruma,
honor al Comisario y al soldado,
honor al cielo detrás de tu luna,
honor al sol de Stalingrado.
Guárdame un trozo de violenta espuma,
guárdame un rifle, guárdame un arado,
y que lo pongan en mi sepultura
con una espiga roja de tu estado,
para que sepan, si hay alguna duda,
que he muerto amándote y que me has amado,
y si no he combatido en tu cintura
dejo en tu honor esta granada oscura,
este canto de amor a Stalingrado.
20 de julio de 2010
Genocidio en Africa
Dos castas en la selva,
dos castas en el África de los Grandes Lagos,
reuniendo machetes y pistolas
para matarse unos a otros,
cientos de miles cortados con aceros,
multitudes de mujeres violadas,
como si el odio fuera
otro aguacero en el bosque.
Millones se desplazan entre los montes
y las bandas armadas,
aviones raudos para salvar un palacio de oro,
mas la vida de los niños
es agua y piedra en África.
Allí no hay tormenta del desierto,
no hay guerra a tiranos o terroristas,
no hay pozos de petróleo,
son seres anónimos matándose
en la selva,
dibujando con sangre
la risa de los niños,
quebrando los cielos,
apagando el día.
Los machetes se compraron
con el dinero del hambre,
el ejército entrenó a los asesinos,
embriagados de odio por otras matanzas,
tribus atormentadas por sus imperios,
números en la división de Versalles,
sangre que mancha nuestras almas.
*******
La imagen proviene de http://www.monografias.com/
19 de julio de 2010
ojos, dedos y más
Tus ojos, que están hechos de carbón
y agua piedra,
me hablan con las noticias del día,
son pequeñas lámparas,
luz de tierra,
canales misteriosos,
pozos de silencio,
ombligos de estrellas,
duendes
que dominan la tormenta.
y hablan del sol.
Tus dedos están hechos
de mis domingos,
recogen piedras
que lleva el estero,
poseen los sonidos del piano,
son salados y dulces,
forman una pequeña tribu,
buscadores de tomates,
manada de delfines,
ángeles al servicio de Isidora.
Tu pelo está orbitando por mi alma,
es una cortina,
puerta que oculta mis fantasmas,
mis océanos,
mis montañas,
los gritos que construyen
mis poemas.
*************
En la imagen, las manos de Marguerite Yourcenar.
18 de julio de 2010
Turismo
Te invito a conocer mi país,
aquí siempre es crepúsculo,
la pena tiene ríos y lagos,
vientos plenos de hielo,
otoños imposibles,
joyas robadas a la primavera.
La imagen de esta balleba en la patgagonia proviene de www.diariodelviajero.com
El Miedo de Samih al -Qasim
El fuego se morirá en la chimenea,
las botellas perderán sus tonos rojos,
el disco dejará de girar,
marcharán nuestros amigos,
sacaremos las sábanas y las frazadas
y dormiremos juntos… como siempre.
Te levantarás por la mañana,
volverá nuestro maravilloso café,
avecillas del viejo bosque cantarán en mi honor,
¿te despiertas?
me preguntarás con tu voz más dulce
aunque
temo que la muerte nos sorprenda en el descanso.
No, no dormiré,
velaré hasta la mañana
y observaré en tu rostro dormido
las estrellas de nuestro mundo futuro.
Al alba
aumento tu abrigo
y me deslizo como un tigre familiar,
ligero, hasta la cima del mundo,
preparo nuestro maravilloso café,
corro hacia ti,
beso tu mano dormida
y exclamo: ¡Vamos, regresa!
buenos días, razón de mi vida.
¡Vamos, regresa!
sin ti el sol no se pondrá,
sin ti no habrá luz
ni rabia
ni naranjas.
Inspirado en el poema " El Miedo" de Samih al -Qasim, poeta palestino de origen druso.
La imagen es una postal turística de Jerusalén.
17 de julio de 2010
Gabriel
Gabriel está hecho de energía,
hay mucho sol en sus ojos,
en sus huesos,
en las huellas que deja
sobre la tierra.
Lo habitan las sonrisas,
los volcanes,
el agua,
el rostro de su Victoria.
Ama los gatos,
conoce el secreto de los bosques,
domina el viento,
es gimnástico,
aguerrido,
emotivo como un árbol de lluvia.
Gabriel es ajeno a la pena,
se parece a su hermano,
es lúdico,
cariñoso,
un niño hecho de luz.
16 de julio de 2010
Diván
Entre epitafios y silabarios
busco las maderas
para hacer un nuevo diván
distinto al de Johanna Haun
que ahora vuela
sobre Recreo.
Quiero uno de lingue y radal,
de canelo y ciprés,
de roble y avellano,
de raulí y laurel.
Un diván para conectarme
con los bosques
para dormir en sus sombras
y aromas,
cubierto de ramas,
elevado en las montañas,
espíritu de las cordilleras.
Para mi nuevo diván
deseo una frazada
hecha por grandes abuelas,
un manto de energía roja,
un paraíso de siestas
y sueños.
Un mueble hecho de un poema,
un sitio en que cabe Isidora
y las Sofías,
mi madre y mis abuelas,
mis ángeles y mis fantasmas.
Aquí les dejo ese espacio,
está sobre la vara de un coligüe,
pendiendo de hilos azules,
meciéndose sobre vientos calmados,
tibio y pacífico,
humano y transparente.
En la imagen, "Fruto del Algarrobo", de Patricio Novoa en www.chilebosque.cl
15 de julio de 2010
Luz en Valparaíso
Avenida Argentina
tras 24 años.
La misma calle.
Nuestra gente.
Sólo falta tu risa
en las líneas de la noche.
Noé
Las moscas, las serpientes
y los zorros
encabezaban una larga columna
de animales y hombres hipnotizados,
los colores pardos de las focas,
contrastaban con el naranja
de los mamelucos industriales
que llevaban los agentes del Consuelo.
Cuidadosamente,
medían los colmillos de los tigres,
el ego de los artistas,
la cantidad de feromonas,
la extensión de las alas,
el perímetro de los cráneos,
el veneno de las arañas,
las caderas femeninas,
la sonrisa de los gorilas.
La nave, llamada Geometría,
no era más grande
que una casa de campo,
olía a miel,
tenía cuadros de Picasso,
era laica y circular.
Bastaba con abducir
a los seres
en una portal de dos columnas
y el viaje hasta Orión
se hacía en un archivo de luz.
Así, una hormiga y un elefante
viajaban en correo electrónico,
junto a una multidud de pájaros
y doce ballenas azules.
Me llamó la atención
que los obreros
usaran guantes blancos,
un delantal
con las letras M.: B.:,
se llamaran hermanos
y hablaran de paz
en medio de aquella guerra.
Nota: Noé, en hebreo significa consuelo.
La imagen proviene de blogmasnatura.
14 de julio de 2010
Sofía cumple dos años
13 de julio de 2010
Delfines sobre los techos de Paris
Soñé que caminábamos sobre los techos de Paris,
íbamos de paseo y excursión,
con Carolina y Pedro,
los niños dorados del puente,
y muchos otros delfines
de ojos anchos
y almas transparentes.
Gabi se detuvo a cantar en Saint Sulpice,
tomamos desayuno
sobre las columnas de La Madelaine.
Encendimos luces
en la Torre Norte
de Notre Dame
bajo el suelo de Saint Denis,
en el espacio místico
de la Saint Chapelle.
Descansamos en la terraza solar
del Mundo Árabe,
cerca de la librería
Shakespeare
y el ángel armado
de Saint Michel.
Miramos la noche
desde lo alto del Louvre,
en los hombros de la Ópera,
la Bolsa y el Panteón.
Al amanecer,
lloramos junto a la tumba de Voltaire
y salimos en bicicleta
hacia la Basílica de Montmatre.
Nos reímos mucho
al subir por las escaleras
y recordar las aventuras de la jornada,
los chistes de Pía,
los comentarios de Cony y Aulikki,
los abrazos de Carlita,
la voces inspiradas
de Marcia e Ida.
No pude ubicar al autor de la fotografía, muy reiterada en la red.
Nota: Ahora entiendo el sentido de las gárgolas y su vano intento por detener nuestra invasión.
12 de julio de 2010
España
El año ha dejado de castigar al mes,
el coloso juega tenis y fútbol,
los toros firman autógrafos,
los perversos temen
poner sus pies en España.
La libertad se bebe en las escuelas
y crece bajo la forma de árboles,
películas, novelas,
leyes que cavan tumbas
a la barbarie.
Las naranjas tienen un nuevo aroma,
los vinos alcanzan los sabores del día,
las ciudades abren sus ventanas al mar.
El caballo, ya no vive entre bombas y desmanes,
no acude obligado a procesiones,
no siente el látigo en su espalda,
dejó el cemento y volvió a las playas.
España tiene los ojos abiertos,
ya no vive del temor,
las sotanas, los ejércitos,
el peligro del infierno.
En la imagen "El Coloso", atribuido a Goya.
11 de julio de 2010
Shylock
Allí está Shylock
temiendo un nuevo progrom,
la expulsión del Reino Cristiano,
las malas palabras,
el desprecio,
el incendio del ghetto,
los cristales rotos,
su lugar en la “Isla del Diablo”.
Y, sin embargo,
su hija ama a un palestino,
un hombre tras el muro
de la vergüenza,
una víctima de las víctimas,
la historia
encadenada a sus horrores.
Porque Shylock
también es Mapuche,
Gitano, Aymará,
Quechua, Kurdo
Tamil, Twas,
Hutu y Tutsi a la vez,
Protestante,
Católico en Irlanda del Norte,
Emigrante, Exiliado,
Palestino.
En la imagen " Shylock y Jessica", de Maurice Gottileb.
10 de julio de 2010
Lujuria
Soy numeroso de abrazos,
poderoso, menstrual,
entro y escapo
de los cuerpos,
vivo en el olfato,
el aliento,
los líquidos,
la sangre,
las rutas que erizan el alma,
higos maduros,
lugares sagrados,
pezones,
uvas,
pupilas cegadas,
ansias que vencen la carne,
conectan, exceden,
impulsan,
encienden y tumban la fiesta.
La imagen es de Courbet.
9 de julio de 2010
sueño de un hombre feliz
Sueño que estoy aquí
jugando y cantando con mi hija,
y soñé que estaba en los montes
probando las uvas y el sol.
¿Qué es la vida? Un deseo.
¿Qué es la vida? Un viaje,
un cine, un pinponeo, un moscardón,
que todo mal es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, buenos sueños son.
Todo lo que tengo es maravilla
sentir la tierra
beber del agua corriente
caminar descalzo
morder limones
dormir sintiendo a mi esposa
dormir sintiendo a mi esposa
vencer la lluvia
visitar las cárceles
perseguir la luz
Esta vida está tejida de sueños
y es preciso hacerlos más dulces
más felices
definitivamente azules
bellamente efímeros
Así, libres y encadenados
vamos fingiendo ser humanos
actores en una antigua obra
pequeños destellos
en un largo día
momentos
de una sola vida
Seguí a Segismundo y a Próspero, para ayudarme a dibujar mis propios sueños.
8 de julio de 2010
Cáncer
La células nk aparecieron en el horizonte,
llevan en sus banderas
las palabras
linfoma, metástasis y cangrejo.
Ni siquiera Thomas Hodgkin
imaginaba la fuerza de aquellas asesinas,
sus barricadas en el anillo de Waldeyer,
el contingente de fármacos
atacando y atacando,
las radiaciones frecuentes,
la inmunidad disminuida
ante la gripe, el herpes,
la más ligera bacteria.
Ella mira a sus hijos
y se despide con cada abrazo,
se apega a los atardeceres,
se multiplica en sonrisas,
se disminuye hasta desaparecer
y quedarse en las imágenes de sus hijos,
en sus risas que marcan el aire,
en los botones rojos
que alumbran los hospitales.
Viajaremos desde el desierto,
para verte nacer de nuevo,
aplicarnos en las noches de tus incendios,
convertirnos en tus manos calurosas,
en tus ojos llorando,
tu forma de pasear en el discurso,
tu amor por el chocolate,
tus canciones sensuales,
la copa derramada
sobre tu cuerpo.
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