
Esta noche, todavía conmovido por las enseñanzas del "Acorazado Potemkin" y mientras buscaba conciliar el sueño luego de cada mamadera isidoriana, fui forjando una teoría sobre los protagonistas del cine en relación al origen de las obras.
Evidentemente, no es la opinión de un experto, sino que el análisis libre de una persona demasiado común.
Pensemos en el cine norteamericano y esos hombres que se enfrentan al poder y le vencen o son absorbidos por él, tal como el Sr. Smith en su viaje a Washington, el Ciudadano Kane, Malcolm X, Michael Corleone, Toro Salvaje, Darth Vader, George Bailey el empresario solidario de It's a Wonderful Life o el inolvidable Rick de Casablanca.
Digo "hombres", con las excepciones de Scarlett O'Hara y Dorothy, que se enfrentan a un nuevo orden descubriendo talentos latentes en sus respectivas almas.
Hay en ellos un elogio a los poderes del individuo, puestos en jaque por el gobierno, la gran empresa, la mafia o la barbarie nazi.
En las pocas obras rusas que he tenido la oportunidad de observar, se aprecia el protagonismo de las multitudes, la epopeya de un pueblo que forja su destino. Esto es evidente en “El Acorazado Potemkin” con la marinería sublevada y la población de Odessa volcada a las calles. También se aprecia en la reciente “El Arca Rusa”, en que esta idea de esfuerzo colectivo se resalta por la hazaña de filmar toda la obra en una sola toma.
En Chile, el personaje que destaca es trágico, tiene un destino ferozmente sombrío, hilvanado a las leyes inmutables de la sociabilidad chilena, como Jorge Valenzuela, el “Chacal de Nahueltoro”, los niños pobres de “Valparaíso mi amor”, el traicionado “Húsar de la Muerte”, “Machuca” o la mujer que se casa con el novio violento, tal como sugiere “En la cama”.
Qué opinan ustedes?