

Prohibido morir antes de dormir la siesta.
Antes del primer choque.
Antes de encontrar tu olor de guagua al llegar a casa.
Prohibida la desesperanza,
la mansedumbre del otoño,
la incertidumbre de mis manos.
Anotaré cien veces la palabra “padre” en mi alma.
Hablaré con centauros.
Alejaré mi pereza, mis fiestas,
las expediciones continuas a marte.
Escribiré “ahorro” en mi agenda de obligaciones.
Buscaré pinturas llenas de vida para celebrarte.
Prohibido apagar la luz antes de recibir tu mirada.
Ayer, por primera vez saqué licencia de conducir. Como soy muy distraído, siempre preferí confiar a otros mi transporte.
Sin embargo, el inminente nacimiento de Isidora me obliga a conducir.
Y, claro, me da susto perderme la llegada de esa estrella a nuestras vidas.
Un sentimiento parecido debe haber sido el de Federico Borrell, miliciano republicano, que murió ante la cámara de Robert Capa.