honra la majestad de la lluvia,
piensa en sus cuatro hijos,
observa el agua
descansar entre sus manos,
escribe antes y después de la esperanza,
quiebra palabras que parecen espejos,
imagina el amor de las ciudades,
borra de estos libros
la palabra tristeza.
No salva al mundo,
pero deja su alegría en los salones,
las mágicas mesas de los bares,
el silencio azul de las estrellas.
Este texto conversa con Eduardo Embry en:
Para salvar el mundo
.
Apago la luz, me quedo a oscuras por completo,
cierro el chorro de agua, no lavo los platos,
no lavo la ropa, no riego el jardín,
evito que los motores
se recalienten; para no gastar gasolina
no ocupo el automóvil para ir a ninguna parte,
ahorro energía,
porque quiero
salvar el mundo;
cierro la llave de paso del gas,
la estufa no calienta, por todas partes
ando temblando de frío;
ahorro energía; quiero salvar
el más insignificante pastito
que haya en la naturaleza;
los pasteles llenos de crema
con mis iniciales; eso es lo que hay
dentro de mi cabeza; pero
fuera de mí, suben los precios
de la luz, se duplican las cuentas del gas;
cierran las fábricas; ya no hay trabajo, lo siento;
fuera de mí, se derrumba
el medio ambiente, la gente común
de las comunidades paga las cuentas,
y el poeta que ama la luz,
que inventa historias maravillosas,
tapa urgentemente
los agujeros que hay en la pared
para que no escape
el calorcito que está quedando
entre tú y yo.
La fotografía proviene del perfil facebook de Eduardo Embry.