Daniel comenzó su búsqueda
cuando tenía 18 años
En una revista de tango
vio su propio rostro
en una mujer de pelo rojo
y mirada turquesa
Su madre adoptiva
antes de morir
confesó la tragedia
y para el muchacho
su única luz
quedó reducida
a aquellos ojos tremendos
que parecían llamarlo
desde un sueño
El Maestro ya no estaba
pero decenas de músicos
habían pasado por su orquesta
y no fue imposible
ubicar el destino de Azul
El joven comenzó a seguirla
al taller de escultura
a las marchas por la paz
a los cantos con pobladoras
y mujeres golpeadas
Una tarde de primavera
la abordó en la fuente del taller
comenzaron a hablar de arte
del diálogo interior
del diálogo con otras almas
Él se complacía en mirarla
y se perdía largo rato
en su aroma de naranjas
y jazmines
Ella hablaba con dulzura
y autoridad
mientras se enternecía
por las mejillas rosadas
y los labios jóvenes
de su nuevo amigo
Tras varias conversaciones
Daniel fue invitado a la casa de Azul
se inició como aprendiz de escultor
como guardián de sus hermanos pequeños
como confidente y espejo de su querida madre
En lo profundo
bastó que el muchacho sonriera
para que Azul reconociera en él
a su propia sangre
Siempre lo intuyó
pero no lo quiso aceptar
temió de si misma
respetó los ritmos de Daniel
Todo fue un secreto luminoso
hasta que Azul enfermó
y Daniel se abrazó a ella
con toda la fuerza de un amor negado
¡Mamá! dijo
y esa palabra alumbró la habitación
como un rayo de oro
¡Mamá ¡ dijo
y fue como nacer de nuevo
como morir a la pena
como recobrar la paz
El el clic sugeridio está "Adiós Nonino", de Astor Piazzolla.
En la imagen se encuentra "Madre e hijo", de Klimt.
Este poema está dedicado a mi madre.